Uno de los primeros sueños de las Madres cuando abrieron este espacio fue llenarlo de niños, justamente para cambiar el rumbo de la historia al construir la memoria. Pero también para cambiar los sonidos de estas paredes que fueron tan heladas, exorcizarlas convocando al momento más hermoso de la vida. Los niños son el futuro, aunque el futuro ya sea éste, hoy. Y las Madres pensaron este lugar abierto siempre a todos, invitando a construir otro sentido desde el arte como herramienta de vida, sin perder la memoria ni la certeza de dónde estamos parados, en nombre de quiénes y para qué estamos parados. Fue un deseo en tiempo presente, proyectado al futuro.

Cuando el proyecto educativo que llevamos adelante aquí –El ECuNHi hace Escuela– fue creciendo y aparecieron las devoluciones que niños y jóvenes nos hicieron a través de distintas actividades, apareció la necesidad de un festival como éste. Nos pusimos en marcha, y qué nombre podía aparecer para amparar este proyecto que no sea el de María Elena Walsh, con todo lo que significa y el legado de su obra extraordinaria. Es que siempre estamos volviendo a ella para plantearnos una manera distinta de pensar la vida, de cuestionarla, reinventarla, descubrir su maravilla, plantarnos en quiénes somos y hacia dónde queremos caminar. Toda la obra de María Elena está claramente conteniendo este país profundo que somos, todas sus canciones, sus metáforas alucinadas y asombrosas. Ella pensó mucho este país, lo sacudió con muchos de sus escritos, con esa lucidez luminosa que tenía. Pienso en ella y no puedo expresar otra palabra para definirla: era un ser luminoso, echaba luz sobre nosotros. Pienso también qué pensaría al ver este festival lleno de luz y colores, con su nombre y sus canciones. Se le llenarían los ojos y la cara con esa sonrisa luminosa, aparecería esa niña traviesa que siempre fue y celebraría que esto esté pasando ahora, en este lugar.

* Directora del Espacio Cultural Nuestros Hijos.