El payaso más carismático llegó al cine con una película que sorprende por la calidad de su trabajo de animación: Piñón Fijo y la magia de la música. El film trae las canciones de Piñón, claro, esas que todos los chicos ya se saben de la tele, y del teatro, y de los discos. Y lo trae a Piñón con su Cabrito, claro, ese que engancha también por sus guiños a los grandes. Pero más que la traslación automática de un producto ya probado al cine, la película desarrolla una historia de encantadores animales animados, tomando como eje del relato a la música y la importancia de que siempre ande sonando cerca.

Con idea de Néstor Pérez (productor de Piñón Fijo) y dirección de Luciano Croatto y Francisco D’Intino, la historia parte de un típico paisaje cordobés, con sus sierras, sus espinillos, sus arroyos y una lagunita que es escenario de la historia, aunque está trabajada de modo tal que podría ser un paisaje universal. “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, parece ser la búsqueda del equipo de creativos (todos ellos cordobeses), que además pensó un producto que pueda ser visto en otros lugares hispanoparlantes, con los bichitos hablando en neutro, y el payaso y el cabrito manteniendo su inocultable identidad regional.

Piñón Fijo es el único personaje humano de la historia (Fabián Gómez, que trae consigo todo un training actoral de cámara, tras años de tele), y Cabrito el único muñeco. El resto es pura y encantadora animación, comenzando por el grillo Cri Cri, que es quien acude al payaso, que anda por allí cerca dando una función de circo, para pedirle ayuda y hacer que todo comience. Resulta que el malvadísimo José Cuis Mandoni y sus secuaces se quieren robar toda la música del mundo. ¿Para qué? Para que sólo suene, noche y día, la única y aburrida Marcha del Cuis. Así que Piñón y el bicherío deberán salvar el cancionero, que está guardado en... un pen drive, donde hoy por hoy suele guardarse la música querida, buscada, por descubrir, la que importa.

Para contar su historia, Piñón Fijo y la magia de la música acude a una técnica múltiple en la que se entrelazan fondos filmados en estudio, fotos reales de las sierras cordobesas y animaciones digitales en tres dimensiones, todo un entramado que revela calidad de producción y también una inversión importante. Merece ser destacado en este aspecto técnico el trabajo del director de arte, Mauricio Martínez, la producción de animación de Encuadre y la post producción de imagen de Edgar Allan Post. Para filmar las escenas de Piñón –un actor solo sobre un fondo verde haciendo una cantidad de movimientos y piruetas, al que luego se le agregaría todo el resto de los personajes en animación– se construyeron maquetas con elementos naturales, con circulación de agua y cielos pintados en cicloramas. Algunas de estas maquetas llegaban a medir casi treinta metros cuadrados, otras se trabajaron a escala reducida.

Además del grillo Cri Cri, la troupe de personajes animados incluye a la valiente Anita la araña, a El Sapo, jefecito de la laguna, Paca Paquita, una hormiga de lo más torpe, y una galería de personajes como las Vaquitas de San Antonio, las mariposas, los gusanos cantores, una vieja y sorda lechuza. Y están también los seguidores del Cuis: Quir y Quincho, dos torpes y obsecuentes quirquinchos, Lucha, una gusana que se camufla como mariposa o como libélula para espiar y contar al malo lo que vio. Bien ensamblados con la historia, van a apareciendo los hits de Piñón: “La mochila”, “Corazonciton ton”, “Paca paquita” y el imbatible “Chuchua”. El mensaje es simpático: que la música ayuda a ser felices, que los buenos siempre terminan construyendo un mundo mejor que el de los malos. La peli se estrenó el jueves pasado en todo el país y es una buena opción para refugiarse del verano urbano, al amparo de un refrigerado cine, sin tener que sufrir su contenido.