CHICOS › ACTIVIDADES EN EL MUSEO ETNOGRáFICO
› Por Daniela Rovina
Lejos de sumar diversión chatarra al receso escolar, el Museo Etnográfico Juan B. Ambrose-tti reinventa la ecuación educación-entretenimiento con atractivas alternativas para aquellos curiosos que pretendan calzarse el traje de Indiana Jones por una tarde. Se trata de un repertorio de actividades que invitan a los más chicos a ponerse en la piel de las primeras civilizaciones, a través de juegos, talleres, exposiciones y narraciones con el acento más en la intervención práctica que en el clásico “prohibido tocar” de los museos. “Se cuida el aspecto educativo con actividades que apuntan a la resolución de problemas y en las que se pondera la riqueza cultural del hombre”, sostiene Myriam Tarragó, antropóloga y directora de la institución ubicada en Moreno 350, en el barrio porteño de Montserrat.
De jueves a domingo, entre las 15.30 y las 19, se ofrecen desde talleres interactivos sobre la pintura corporal de pueblos de Tierra del Fuego hasta una clase de juegos creados por sociedades originarias de distintos puntos del país. También, proyecciones de cortometrajes sobre pueblos foráneos, narraciones orales de mitos, leyendas y relatos ancestrales, y un taller de armado artesanal de herramientas que emulan las de los antiguos cazadores. En cada caso, se intenta no sólo arrimar a los pibes a una parte de la historia a veces ignorada, sino también presentar una contrapropuesta a las tradicionales visitas de vacaciones de invierno. “Es fundamental –remarca Tarragó– que los chicos lleven a la práctica cosas que ven en los libros. Les abre la cabeza, les da un panorama de la historia argentina en su conjunto, fuera de las raíces europeas y en contra de los prejuicios étnicos y de color de piel.” El efecto, dice Tarragó, es extraordinario.
El museo, fundado hace más de cien años y dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, exhibe material de comunidades originarias locales y extranjeras. Es una invitación a “redescubrir los museos” en plena “era digital”: en el Etnográfico los jóvenes pueden “tocar” las piezas, cual arqueólogos. “Lo atractivo es que las cosas están al alcance de la mano. Se ven los objetos, su materialidad, que son auténticos y no réplicas o proyecciones”, distingue la antropóloga.
Fuera del rubro infantil, el museo es además sede de muestras que abordan los más de cuatro mil años de historia en el noroeste argentino, brindan un panorama de la vida más allá de la frontera estigmatizada por intelectuales del progreso del siglo XIX o recolectan piezas de exóticas procedencias. Todo eso, a cambio de un modesto bono contribución que queda a voluntad (o conciencia) de los visitantes.
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