Todo padre con voluntad y tiempo para dedicar al ocio de sus hijos pudo comprobarlo: la cartelera infantil de Buenos Aires mete miedo. En estas dos semanas, la ciudad fue una jungla de propuestas de toda clase, calidad y precio. Pero los padres de niños menores de tres años descubrieron también que, aun entre tanta oferta, la cosa no era tan fácil. La experiencia de un niño tan pequeño ante el teatro, el cine o la música tiene sus bemoles, y no son tantos los espectáculos que –más allá de productos de consumo masivo como Barney o Jay Jay– contemplan las sutilezas de dirigirse específicamente a los más bajitos de los bajitos. A la complicación de un petardo de dos años dando vueltas por la casa, los progenitores debieron sumar la dificultad de encontrar obras que lo engancharan más allá del impacto inicial.

Por eso resulta tan valiosa la propuesta de dos grupos que contemplan específicamente ese target difícil, y lo hacen con altura y buen gusto. En el auditorio Cendas, el Proyecto Upa hace honor a su nombre e invita a que los chiquitos inicien su camino de espectadores en brazos: el teatro negro y los títeres de Soluciones para ir a dormir S.A. sirven como vehículo para historias con las que el usuario de pañales puede conectar de inmediato, enganchados tanto con el buen manejo de muñecos como con un lenguaje accesible sin llegar a la tontería. Y si de lenguaje se trata, lo del Grupo de Teatro Buenos Aires es aún más meritorio: en el Auditorio UPB, un quinteto de actores pone el cuerpo –en todo sentido– para Chiches, una apuesta tan riesgosa como bien cumplida. Nada más difícil que reflejar el mundo de los Sub-3 sin caer en el tonito estúpido, la media lengua al dope o la idiocia hecha y derecha. Y sin embargo, texto, dirección y actores se conjugan para una puesta que magnetiza al chico, lo refleja fielmente pero sin condescendencia y, sobre todo, lo divierte. Al cabo, un milagrito agradecido por padres que apenas pueden contener la náusea frente al avioncito o el dinosaurio fucsia.