CHICOS › LO QUE DEJARON LAS VACACIONES DE INVIERNO Y LO QUE QUEDARA PARA DESPUES
Chicos contentos y grandes exhaustos. Cada salida fue una inversión, en todos los sentidos: más allá de Topa y de Disney, se destacó la cantidad de actividades culturales gratuitas en Tecnópolis y en el C. C. Kirchner, entre otros espacios. Muchos espectáculos continúan.
› Por Karina Micheletto
Tras dos semanas de intensa e inaudita convivencia en el núcleo familiar, las vacaciones de infierno llegan hoy a su fin, dejando tras de sí una estela de niños y niñas con altas dosis de estímulos y glucosa en sangre, mamis y papis exhaustos después de tanto plan, rutinas cambiadas y paciencias agotadas. Lo que deja también este antidemocrático receso de mitad de año –porque le toca sólo a una parte de la ciudadanía, mientras que a la otra le llega el momento de trabajar más que nunca– es un abanico de opciones de espectáculos, salidas y esparcimiento, de las gratuitas y de las pagas, más grande que nunca en la ciudad de Buenos Aires y en los grandes centros urbanos. Por estos pagos, la sección Chicos relevó lo que hubo y lo que faltó en estos movidos días de invierno. Y con sus últimas fuerzas, mientras añora alguna salida o al menos una conversación exclusivamente de adultos, investigó también qué es lo que queda para el resto del año en materia de espectáculos para chicos, después de tanto despliegue en vacaciones. Eso sí: de ahora en adelante, que los lleve el tío copado.
En cuanto a las opciones gratuitas, a la originalidad de un megaespacio de probada convocatoria como Tecnópolis –que en estos días de vacaciones ya recibió un nuevo millón de visitantes– se sumó este año otro espacio gratuito original, bien pensado en su propuesta para los chicos y las familias, también con un perfil masivo y popular, el del Centro Cultural Kirchner. La primera opción, en Villa Martelli (Gral. Paz y Constituyentes), esta vez bajo el lema “Futuro para siempre”, volvió a mostrar una marca muy especial que logra unir la ciencia, la educación y el esparcimiento, siempre con opciones participativas. “La mayor muestra de arte, ciencia y tecnología de América latina”, tal como es presentada, incorporó este año –el quinto en el que se realiza– atractivos frente a los que se formaron las colas más largas: la “experiencia Arsat-1”, una réplica interactiva del primer satélite de telecomunicaciones criollo, una gran pista para patinar sobre hielo y una rampa de nieve. Se sumaron a otros hits como el de los dinosaurios a escala, con movimiento y sonido, el musical de Zamba (que ahora se hace al aire libre) o el impresionante acuario con paredes de acrílico, túneles y recovecos para recorrer, entre otros muchos y diversos. Hoy estará abierto de 12 a 20. Luego, Tecnópolis se toma una semana de vacaciones, y a partir del 5 de agosto vuelve, de miércoles a domingos, hasta noviembre (la sección Chicos recomienda una escapada fuera de vacaciones de invierno, cuando hay menos gente, el tiempo de sol se extiende y el clima permite disfrutar del aire libre).
En pleno centro de Buenos Aires (Alem y Sarmiento), el Centro Cultural Kirchner apareció en estas vacaciones como otro espacio “para ir a pasar el día”, por su variedad de propuestas en continuado. Hubo numerosos espectáculos programados en las salas, entre los que se destacó el excepcional Zamba sinfónico, donde las canciones de la popular serie del canal Pakapaka sonaron a cargo de ciento diez chicos y jóvenes de la Orquesta Infantil del Bicentenario y el Coro Infantil del Bicentenario. Para muchos de los chicos y jóvenes que llegaron como público a las cuatro presentaciones en la Ballena Azul, se trató probablemente de una primera experiencia sinfónica que quedó marcada: experiencia que reclama de algún modo su continuidad, aun no confirmada. Pero tal vez lo más interesante y diferencial de la propuesta del Kirchner (el festival “La Ballena Azul”) estuvo por fuera de las salas: una cantidad de talleres, bien pensados y desarrollados –desde origami o circo hasta construcción de instrumentos, marionetas o juguetes, con el preciosista arte en madera del artesano Hernán Lira–, propiciaron escenas no tan habituales por estos días, las de padres e hijos con tiempo y ganas de concentrarse en hacer algo juntos, como parte del esparcimiento. Otras actividades, desde la sencillez de pintar en un atril, jugar con plastilina o armar figuras con imanes –la más creativa, la sala de Pakapaka en la que los chicos podían jugar con obras de grandes pintores argentinos–, mostraron cómo es posible combinar la masividad y la individualidad de cada chico, invitado a poner manos a la obra. Hasta hoy a las 20 sigue este festival de vacaciones en el Kirchner. Luego, se sucederán propuestas de espectáculos en las salas, con otros hitos que ya se anuncian, como el encuentro de la Orquesta Sudamericana y los niños que integran el programa La Colmenita del Sur, para el día del niño, el 16 de agosto.
Desde ese respeto por la infancia se plantearon también muchas de las actividades que se sucedieron en el Espacio Memoria, donde alguna vez funcionó la ESMA, en tres de sus edificios: el Museo Malvinas, el Centro Cultural Haroldo Conti y el Espacio Cultural Nuestros Hijos. También en estos casos, las actividades para chicos suelen extenderse en fechas especiales, más allá de los programas educativos que cada una de estas instituciones ofrece. La oferta fue variada y amplia, con talleres, espectáculos y artistas callejeros, siempre con la dimensión especial que adquiere todo lo que se hace en ese espacio relacionado con la memoria. Lo que faltó, en esa amplitud, fue una mayor coordinación para evitar que se superpusieran las actividades, y para que el público –que fue numeroso, aun en un día de lluvia como el del jueves pasado– pudiera disfrutar de una mayor cantidad de propuestas.
A estos grandes espacios con propuestas propias y geográficamente distantes, hay que sumar los tantos que cada municipio, entidad u organismo pensó, desde diferentes lugares, en forma de “festivales”, “jornadas” o “encuentros” para convocar en vacaciones a un público tan especial como es el que conforman las familias (o los niños, con alguien que se cope a llevarlos). En la ciudad de Buenos Aires llama la atención, en este sentido, la escasa oferta oficial de carácter gratuito que se propuso. Salvo excepciones como las que se han destacado oportunamente en estas páginas (las funciones de El carnaval de los animales, de Oscar Araiz, en el Parque Centenario –la última de las cuales tendrá lugar hoy a las 15–, la muestra de Isol en el San Martín, que continúa hasta el 9 de agosto, el muy bien planteado ciclo en La Usina del Arte de La Boca, que hoy culmina), lo gratuito en la ciudad parece reducirse a expresiones del estilo “vení que te cuento un cuento”. En el repaso por la flaca gacetilla de actividades de vacaciones del Ministerio de Cultura porteño parece prevalecer la consigna de que hay que pagar “aunque sea un poco” por lo que se va a ver. Todo un error de cálculo, sobre todo en tiempos de elecciones.
A la salvedad anterior hay que agregar el apoyo que siempre tiene la Feria del Libro por parte del gobierno porteño. Y hay que destacar, también, que por segundo año consecutivo la versión “Infantil y Juvenil” de esta feria se realiza con entrada gratuita, y con dos sedes: una este año en el sur de la ciudad, en Polo Circo (Av. Garay 2051); la otra, en Tecnópolis. La feria lució este año en Polo Circo bastante más pequeña, con varias editoriales que decidieron no participar con stand propio en ese nuevo espacio. Hasta las 20, hoy es el último día de feria en ambas sedes, con la oportunidad no sólo del encuentro con los libros y los autores, sino también con una cantidad de espectáculos gratuitos.
Más de lo gratuito y relacionado con los libros y la lectura se pudo ver en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) y a la vuelta, por Las Heras, en el Museo del Libro y de la Lengua: las instituciones albergaron con buen tino en la programación expresiones de cine, teatro, música, y una muestra participativa sobre la obra de Ayax Barnes y Beatriz Doumerc –Tal para cual– que se puede seguir visitando durante agosto, de martes a domingo de 14 a 19.
El mainstream llegó este año, como era en un principio, con cara de Disney, y en puestas que van desembarcando en las principales capitales de la Argentina y la región. Disney on ice es el fenómeno que se repite en cada vacación de invierno, sumando o restando cuadros pero siempre con el mismo formato de espectacularidad y destreza física de los patinadores. Hay allí una pequeña inversión para hacer por parte de los asistentes, que no ha sido incluida en el plan Ahora 12. En el caso del Luna Park –donde hoy restan tres funciones–, desde los 140 pesos para verlo allá chiquito, hasta los 5 mil que sale un palco vip para cuatro personas. A eso hay que sumarle los cargos del servicio de compra (750 pesos en el caso del palco) y lo que inevitablemente se compra en el entreacto, todo con licencia oficial (60 pesitos el pochoclito más mini de Minnie).
Otro gran convocante también es de marca Disney, pero nacional y popular: Topa en Junior Express, que sigue con una abultadísima cantidad de funciones en Buenos Aires y de gira por aquí y por allá. En cuanto a superproducciones, otro que llenó sus funciones fue Shrek, el musical, destacado por su nutrido elenco y despliegue escenográfico (sigue hasta el 9 de agosto en el teatro Maipo). Por último, y para los –y sobre todo las– que ya están entrando en esa hermosa etapa que es –ay– la pre adolescencia, se propuso otro éxito de la tele llevado al teatro y fogoneado hasta por Santo Biasati –ay–, Esperanza mía. A tono con los tiempos, en el argumento de la obra “el coro del convento tiene la dicha de poder cantar ante el mismísimo papa Francisco en el Vaticano”. ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma de esa monjita buscona y de ese cura que es de madera pero también de pocos votos?
En la ciudad de Buenos Aires y alrededores, la explosión de espectáculos y propuestas en vacaciones quedó evidenciada en la cantidad de ciclos, con diferentes nombres y formatos, que muchos teatros y centros culturales plantearon con una programación diaria (no ya solo de fin de semana), exclusivamente pensada para los chicos (y sus familias). Ya es un clásico el que propone, con nombre de festival, Ciudad Cultural Konex, en el barrio del Abasto (Sarmiento 3131), con propuestas bien variadas como las que continúan hoy: El lago de los cisnes y las princesas encantadas (danza para chicos), Quiroga y la selva iluminada (teatro ciego), Hormigópolis (un musical), Club Artístico los Siempre (teatro y música), Travelling (circo por la compañía La Arena, de Gerardo Hochman).
Timbre 4 (México 3554) fue uno de los teatros que este año inauguraron su ciclo de vacaciones, en este caso con el fuerte en propuestas de payasos y clowns, además de teatro (Toto Botero de la Compañía Cuentos de la Buena Pipa, El mundo es mío y el clown de Anganga! El aviador son las propuestas para hoy). En Olivos, el teatro York (J. B. Alberdi 895) también tuvo su ciclo (Miniaturas en el York, que programó quince espectáculos en quince días, hoy con la música de Fiesta de Pueblos). También hubo movida en el Auditorio Cendas, en Palermo (Bulnes 1350), en El Tinglado (Mario Bravo 948, que hoy alberga un festival de cuentacuentos), en Casa Matienzo, en Colegiales (B Matienzo 3136), en el Taller del Angel (Mario Bravo 1239), con su muy especial ciclo de teatro para bebés, entre otros que se destacaron. Así fue como, desde bebés hasta preadolescentes, gratis o con entrada vip, para contemplar o para meter las manos en la plastilina, hubo mucho y variado, y hay bastante que continúa. Los nenes y las nenas, felices. Los papis y las mamis, exhaustos.
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