Sábado, 25 de junio de 2016 | Hoy
CHICOS › LUIS ALBERTO SPINETTA Y MERCEDES SOSA EN LA COLECCION AVENTURER@S
“Te avisamos desde el principio que, para leer esta historia, necesitás una sola cosa: música. Así que preguntale a tu mamá, a los tíos, al abuelo. Discos, casetes, compactos, Youtube, MP3, lo que sea; pero para conocer la historia de Luis Alberto Spinetta tenés que tener a mano sus canciones”. Así comienza el último libro de la Colección Aventurer@s de editorial Sudestada, dedicado a la vida y obra del autor de “Muchacha (ojos de papel)”. Un comienzo que es ya todo un acierto, tratándose de la obra de un músico. La misma invitación a la escucha, más allá de que se conozca o no de antemano la obra, despierta el tomo dedicado a Mercedes Sosa, también de reciente edición. Escritos por Vanesa Jalil e ilustrados por Julio Ibarra, estos libros han vuelto cercanos para los chicos a creadores como Julio Cortázar y María Elena Walsh, y también les han contado la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo. Con un ritmo ágil, recuadros y destacados que los acercan al formato periodístico, un relato que subraya las infancias de los personajes (recordando que ellos también fueron chicos) y gran abundancia de fotos, ilustraciones y caricaturas, los libros resultan un nuevo acercamiento a estas figuras y sus obras, para lectores de todas las edades.
La colección Aventurer@s parte de temáticas y personajes que ya fueron desarrollados, para otro público, en la revista Sudestada, una publicación independiente que está cumpliendo quince años. “Se trata de un primer acercamiento, un modo de bajar del bronce o de lo acartonado de los manuales a personajes extraordinarios de nuestra historia”, destaca su autora. “Después de todo, también Julio Cortázar, Luis Alberto Spinetta y Mercedes Sosa fueron niños y niñas alguna vez, vivían en barrios del conurbano o en pueblitos del interior, jugaban con sus amigos, iban a la escuela... Muchas de sus historias tienen enormes similitudes con la vida cotidiana de nuestros pibes y pibas de hoy en día. Lo que nos interesa es profundizar esa empatía, contarles a los chicos que esos escritores y artistas se parecían mucho a ellos en un montón de aspectos. No eran extraterrestres ni fenómenos, eran niños y niñas lectores o cautivados por la música, aventureros y desafiantes, que cuando crecieron se largaron a la aventura de escribir, componer canciones o pelear por sus derechos”, define.
Jalil es profesora de Historia y trabaja en un bachillerato popular que funciona en la imprenta recuperada Chilavert, además de en varios colegios de la zona sur del conurbano bonaerense. Esa experiencia docente, cuenta, le sirvió para comprender “cómo conjugar una historia interesante con actividades concretas que empujen a los chicos a investigar por su cuenta, a indagar en el pasado, a escuchar a sus familiares”. Desde esta apuesta a la curiosidad de los chicos, y a la puesta en acción de esa curiosidad, la autora trabajó historias complejos de presentar a este público, como la de las Abuelas de Plaza de Mayo: “Después de tanto dolor y tristeza, creí necesario responder a la curiosidad de los chicos construyendo una historia que pudiera resultar accesible a su conocimiento. Porque si no, le dejamos a los grandes medios de comunicación la responsabilidad de informarlos, y está bueno que tengan una perspectiva distinta, desde el punto de vista de personajes como las Abuelas, que forman parte de nuestra historia y que tienen mucho que ver con la construcción de nuestra identidad popular”, explica.
El equipo de trabajo –que incluye a Ibarra, el ilustrador que sabe captar los rasgos de los personajes con el paso del tiempo, sacándolos de ciertas fotos que se volvieron históricas, pero manteniéndolos a la vez reconocibles– ya está pensando en nuevos libros: sus protagonistas serán Atahualpa Yupanqui, José de San Martín y “algunas mujeres anarquistas que, a principios del siglo pasado, rompieron los moldes sociales y se lanzaron a la aventura de defender sus derechos y pelear por la igualdad de la mujer”.
“En muchas escuelas, las docentes utilizan la colección para charlar con los estudiantes. Y sucede en primaria, pero también en secundaria”, advierte Jalil, repasando la amplia franja etárea a la que pueden ir dirigidos estos libros. “Si la colección sirve para despertar la curiosidad y abrir el juego a la charla y la discusión en el aula y en casa, para nosotros sería una enorme satisfacción”, marca además el objetivo. “Lo que sucede con los chicos es que siempre te sorprenden. Me encanta verlos incorporar estos personajes con una rapidez extraordinaria, como si los conocieran desde siempre. Enseguida te pueden mencionar personajes o episodios de la vida, o dibujar en un papel, o contarle a sus familias con mucha sencillez, sin ningún esfuerzo. Y eso siempre es reconfortante”, se alegra.
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