RADIO › QUIQUE PESOA Y SU FLAMANTE PROGRAMA FAMILIA PESOA
El conductor concibe su ciclo semanal de los sábados en Radio Del Plata como una revista interesante y variada, con “la dosis de espectáculo imprescindible para vencer la lejanía física y todas las barreras tecnológicas”.
› Por Emanuel Respighi
Cuando uno escucha hablar a Quique Pesoa no puede sentir otra cosa que envidia. Su relato sobre su nueva vida en San Marcos Sierras, Córdoba, genera irremediablemente deseo de ser Quique Pesoa. Por eso es entendible que a comienzos de año haya rechazado la propuesta de Radio Del Plata de hacer un programa diario. Basta escuchar lo que debía ceder para comprender las razones que lo llevaron sólo a aceptar encabezar Familia Pesoa, el programa que cada sábado, de 9 a 13, conduce con maestría campechana por Del Plata (AM 1030). “No estaba dispuesto a volver a San Marcos Sierra sólo los fines de semana. Allí está nuestra hostería, La Merced, mi galpón con banco de carpintero y un montón de cosas viejas esperándome para que las ponga en valor, como dicen los arquitectos. Un Ford A 1929 en reparación, mi estudio, mi familia, caballos, sierras bajas, amaneceres, mateadas..., imposible dejar tanta belleza. Todos los años hago mi propio vino, el Flor de Peludo; la semana pasada organizamos una carneada de una chancha de 250 kilos y un ternero de otro tanto. Chorizos, salamines, leverwurst, sobrasada mallorquí, queso de chancho, bondiolas, lomitos salados... ¿Cómo iba a abandonar todo esto para volver a Buenos Aires?”, pregunta con razonamiento sencillo.
Locutor, periodista, músico y amante de la buena vida, Pesoa regresó a la radiofonía masiva luego de varios años despabilando al pueblito cordobés de cuatro mil habitantes en el que se refugió, donde lo aman y lo odian con igual pasión por el solo hecho de difundir problemáticas locales y opinar sobre lo que pasa allí donde nadie lo hacía. Ahora, en Familia Pesoa, Quique diseñó un programa ideal para comenzar el fin de semana con una sonrisa. “Es –explica– como hojear una revista interesante por su variedad. Siempre cito a la sinusoide, esa especie de reptil que va desplazándose sobre un eje horizontal. A veces está hacia arriba y otras veces hacia abajo. Así es la vida misma, nunca siempre felices, nunca siempre tristes. Por eso trato, en lo posible, de ir alternando cuestiones..., como la vida misma.”
Familia Pesoa cuenta con la participación en vivo de la guitarra de Juanjo Domínguez, quien le pone música y candidez a cada uno de los segmentos del programa y a las ocurrencias del conductor. “Juanjo es –dice– uno de los mejores guitarreros que conozco. Digo guitarrero y no guitarrista a sabiendas de que se trata de dos especialidades diferentes. A Juanjo le gusta tocar sin red, se le anima a todo, improvisa, se suelta, inventa y usa el humor.” La otra particularidad es que se trata de un ciclo nómade, que recorre diferentes bares y lugares de la ciudad de Buenos Aires con público presente. “La idea del público nació de la claustrofobia”, admite Pesoa. “Electroingeniería le compra la radio a Marcelo Tinelli pero le sigue alquilando el piso en Ideas del Sur. No quise ir a ese sitio. Inventé rápidamente un sistema para no ir. No es con Tinelli con quien no me quiero relacionar. Es con lo que él representa. A pesar del éxito que esta sociedad le atribuye, creo que representa todos los fracasos juntos. En lugar de tirar de la audiencia para arriba, la acompaña patéticamente en su caída”, analiza.
–Una decisión ideológica que va a contramano de la idea extendida de conservación de la magia radiofónica.
–Nunca me gustó atribuirle magia a la comunicación por radio. Debo confesar que luego me gustó de que el público le diera al ciclo el toque de espectáculo que toda comunicación necesita, para “aceitar” el canal que lleva los contenidos. Los que ven la tapita en la galera que oculta la paloma, en el programa, son sólo un puñado que está presente. Hago radio para todos los oyentes y no para los que están en el teatro.
–Familia Pesoa entiende a la radio con sentido de espectáculo.
–Toda la radio lo es. En pequeña escala, casi imperceptible. La dosis de espectáculo es imprescindible para vencer la lejanía física y todas las barreras tecnológicas que se interponen en el vínculo con el oyente.
–O, tal vez, puede pensarse que la radio se adaptó a una sociedad que necesita la fuerza de la imagen...
–La radio sobrevive gracias a su sencillez. Edison inventó la lamparita hace años. Y hoy se sigue haciendo de la misma manera. Ampolla de vacío, filamento de tungsteno, corriente eléctrica poniéndolo incandescente. Es todo. Allí está su verdadera genialidad. En su maravillosa simpleza. A la radio le pasa lo mismo. Con poca tecnología, te comunicás. Las imágenes corren por cuenta de quien expone y de quien escucha. Otro elemento que salvó siempre a la radio es su pobreza. Nunca fue un gigantesco negocio y eso la puso a salvaguarda de las habituales dentelladas empresariales.
–¿Qué cree que le hace falta a la radio actual?
–Contenidos de verdad. La palabra contenido se ha vaciado, justamente, de eso mismo. Ahora les llaman contenidos a las minas en pelotas que te venden para que aparezcan en tu celular. Me refiero a los aspectos formativos que una sociedad necesita sí o sí ante la caída irremediable de los procesos educativos. Si lo sistemático está como está en materia de educación, es obligación de los medios recoger ese guante y hacerse cargo, aunque no sea su actividad específica. Entender que esta profesión, más allá del entretenimiento, es formadora de estructuras mentales. Educa, siempre, transforma. Nadie es el mismo después de hacer y escuchar radio. En nuestro país es la Iglesia Católica la que tiene el poder sobre la educación. Así estamos, generaciones enteras, no sabiendo pensarse a sí mismas. Sólo enciclopedismo y, encima, cada vez menos. Se construyen escuelas nuevas, pero los contenidos no se tocan desde hace doscientos años. Lo que hacemos radio tenemos la responsabilidad de llenar ese vacío. Sería bueno poder generar pensamiento independiente. Recuperar el sentido perdido de la percepción. ¿Cómo es posible que ahora percibimos mediante terceros? Alguien por la pantalla nos dice lo hermoso que es pisar el pasto fresco en verano..., pero estamos con los zapatos puestos, solos, frente a una pantalla de colores. Realidades virtuales que van terminando con los pocos instintos que nos quedan. Raciocinios desbocados que matan al pibe intuitivo que alguna vez nos habitó.
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