RADIO › RENOVADA OFERTA DE PROGRAMAS DEDICADOS AL PUBLICO INFANTIL
Pororó, Taracatá y Vampiro Negro son algunos de los ciclos que conectan con los chicos desde un lugar alternativo.
› Por Oscar Ranzani
Si algo caracteriza al mundo de la infancia es la facilidad que tienen los chicos para recorrer universos imaginarios. Si a esa premisa que define esta etapa de la vida se le suma el instrumento de la radio –el medio que más invita a la exploración de los sueños–, da como resultado la posibilidad de disfrutar de aventuras fantásticas por el éter. Actualmente, mientras la tecnología impone “sentimientos” a través de mascotas electrónicas y buena parte de los programas televisivos subestiman a los más pequeños con modelos gritonas que hablan con diminutivos, la radio sigue siendo un eficaz vehículo de comunicación destinado a la infancia. Por primera vez en la historia del medio, el aire de las AM tiene tres propuestas para chicos: Pororó (sábados de 12 a 13 por Radio de Las Madres, AM 530) conducido por el fundador del Momusi, Daniel Viola; Taracatá (domingos de 10 a 13 por Radio de la Ciudad), a cargo de Julio Calvo, creador de Los Musiqueros (una banda de música para chicos con 21 años de historia), y Vampiro Negro (sábados de 13.30 a 14.30 por Radio Nacional) cuyo conductor es el cantautor, escritor de literatura infantil y musicoterapeuta Luis María Pescetti.
“Para no llamarlo ‘Pochoclo’ lo llamamos Pororó (un sinónimo que se decía antes), fundamentalmente porque nadie lo come solo sino que es para compartir”, dice Viola, quien aclara que el suyo no es un programa sobre chicos sino para chicos, con música pero no solamente de música. “No se habla sobre los chicos –agrega Viola–. No hay reportajes porque me parece que al chico no le interesa tanto el reportaje con un músico o un escritor sino que si viene el músico, aporte desde su canción, desde el juego y no desde la reflexión sobre la canción o qué piensa del niño”. Pororó es esencialmente un programa temático: cada emisión tiene un eje que puede ser la astronomía, la anatomía fantástica, los pueblos originarios, los sueños, la figura de San Martín o los juegos y las canciones de los bisabuelos, entre otros que ya fueron abordados. Viola es, además, el guionista y el tema elegido “se desarrolla a nivel del lenguaje para niños, desde la experiencia que yo tengo por estar en contacto continuo con los chicos”, sostiene. “Es un tema –argumenta– que quiebra con el sentido común dominante y donde aparece la música que acompaña el tema” y que va desde los clásicos de María Elena Walsh hasta Mozart, pasando por canzonettas italianas. “Queremos ir llevando el programa a una estructura que no sea la tradicional de llamados y de participación sino que el eje fuerte esté en la escucha.” Casi como postulando un principio ético, Viola prefiere el interés del chico “por querer comunicarse verdaderamente”, ya que “no regalamos ni queremos regalar nada”. Pensado como un ciclo cuyo piso etario es de siete años aproximadamente, apunta también a los adultos “que quieren entrar en el lenguaje popular del imaginario infantil”, sostiene Viola, quien establece una reflexión para compartir al finalizar cada emisión.
El nacimiento del programa de Pescetti se remonta a 1994: ese año se emitió en una radio mexicana hasta que en 2002 comenzó en Nacional y se retransmite en diferido por Radio UNAM, de la Universidad Nacional Autónoma de México. “En México hay un dicho que dice que cuando una mujer se casa tiene que ponerse algo azul, algo blanco, algo viejo, algo nuevo, etcétera, etcétera. Y el programa tiene algo de eso: un poco de rock, un poco de pop, un poco de clásico. Básicamente es un programa de autor hecho con el mismo criterio con el que se escribe un cuento o una novela, donde prima lo expresivo y no un contenido programático externo. Es una combinación que tiene mucho juego con mucho contenido expresivo”, define Pescetti. Vampiro Negro consta de cuatro secciones: en la primera se propone un acertijo, con música. En la segunda parte se programan tres canciones en torno de una unidad temática. “La tercera sección –cuenta Pescetti– es un desafío de tipo matemático o de taller literario donde pongo música muy arriba y que usualmente no se pasa en la radio. En el último bloque pongo una canción mucho más íntima que dura cinco minutos (es el momento más largo) o un tema clásico.” Entre chistes y trabalenguas, Pescetti reconoce que hay muchos momentos en que la atención de los chicos oscila. “Yo parto del supuesto –dice– de que la atención de los chicos no siempre es permanente y prefiero esa atención que va y que vuelve pero que me permite poner los contenidos que yo quiero.” A pesar de ello, cuenta que recibió 135 llamados en un solo programa, cifra que da cuenta de la aceptación de la audiencia.
Calvo ganó hace unos días el Premio Pregonero al periodismo radial que otorga la Fundación del Libro por su labor en Taracatá, cuyo título es un juego de palabras que refiere al golpeteo del tambor. “Lo que define al programa como eje fundamental –sostiene Calvo– es la diversidad. Es decir, trato de ofrecer la música más variada posible, la literatura más variada posible, los estímulos más variados posibles. Por eso en mi programa se escucha música en casi todos los idiomas que pueda conseguir, privilegiando los autóctonos. Y también literatura de todos lados. Otra cosa que define mucho al programa es la espontaneidad. Se hace en vivo, tenemos invitados y en muchas emisiones hay pibes.” El conductor radial y músico asegura que la diversidad no se limita exclusivamente a la difusión de música o a la lectura de libros: “En todos los programas enseñamos canciones. Desde el año pasado y periódicamente invitamos al público a que haga con nosotros letras de canciones o cuentos. Además, hemos fabricado instrumentos, una de las cosas a la que también me dedico. En fin, todo el tiempo mi intención es despertar todas las curiosidades habidas y por haber”, comenta Calvo, cuyo programa está compuesto por varias secciones. Una de ellas es “De oreja a oreja” donde se escuchan diferentes versiones de un mismo tema musical. En “Hacete la película”, Calvo propone que los oyentes imaginen alguna película, historia o relato a través de una música especialmente pensada para estimular y, además, lee dos cuentos en cada emisión. Calvo asegura que buscó definir la identidad del ciclo buscando un tono particular: “No tiene un clima altisonante. Yo hablo pausado, tranquilo. En ningún momento hay una cosa así como de empuje. Hablo como si tuviera al pibe al lado y le estuviera hablando directamente a la cara y al oído. Le estoy proponiendo que juegue, que sea cómplice conmigo en compartir músicas, literatura y las cuestiones que se me ocurren”, asegura.
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