RADIO › EL LOCUTOR Y CONDUCTOR OMAR CERASUOLO FALLECIO AYER A LOS 70 AÑOS
Hizo historia radial con El tren fantasma, que ayudó a difundir la cultura rock en la Argentina y fue el primero en sacar oyentes al aire, pero también con sus ciclos sobre folklore y de impronta literaria, como La noche que me quieras.
› Por Karina Micheletto
Locutor, conductor, amante y promotor de la poesía y de la música, creador de programas que marcaron vanguardia en la radio argentina –en cuanto a formato y contenido–, Omar Cerasuolo falleció ayer, a los 70 años. Padecía una enfermedad hepática y estaba internado en una clínica de Río Segundo, en su Córdoba natal. Desde hacía años alternaba sus días en esta provincia con su estadía en Buenos Aires, donde conducía en Radio Nacional Folklórica el programa que históricamente llevaba el nombre de Malambo. Por decisión familiar, sus restos fueron despedidos en una ceremonia íntima, mientras trabajadores de la radio de distintas generaciones lo recordaron al aire, en una despedida marcada por lo que aprendieron de él en su paso por los estudios de diferentes emisoras.
Aunque dedicado en las últimas décadas específicamente al folklore, Cerasuolo fue una marca para el rock en la radio y su programa un icono del desembarco del género en la FM, a través de su también histórico El tren fantasma, que se mantuvo al aire entre 1975 y 1989 en distintas emisoras, desde el comienzo en Rivadavia y hasta el final en Rock & Pop. “La mejor música de rock, inédita en el país. En las trasnoches de fin de semana, arriba a la estación musical de Radio Rivadavia la imaginaria presencia de El tren fantasma”, decía un anuncio del programa de los ‘70, con una moderna imagen en la que se veía un tocadiscos saliendo de una cáscara de nuez. El programa ofrecía música de esa que, efectivamente, era aún inédita en el país, pero en una selección capaz de abarcar un amplio rango de géneros y estilos, sumando además textos bastante delirantes y toda una novedad en radio: los oyentes al aire en vivo.
“Los que crearon la Rock & Pop lo hicieron sobre la base de ese programa. Hay una generación de argentinos que es hija del ciclo, porque no sólo les abrió la bragueta del cerebro, sino porque, además, los inició en una cultura musical”, ubicaba él, sin ocultar su orgullo, el logro del programa. “En esos años pasábamos a los Beatles, los Rolling, Bob Dylan, Los Ramones, The Police, Bruce Springsteen, Bob Marley, Prince, Chick Corea, Kraftwerk, y además salían los oyentes en vivo. No teníamos computadora; todo lo hacíamos con un grabador de cuatro cabezas y lográbamos uniones increíbles: Gardel con Los Beatles; Sandro con Pink Floyd y Elvis. En ese momento se plasmaban hasta las tandas con artística, sistema que, con excepción de la Rock & Pop, hoy ha desaparecido”, rememoraba.
De esos años y esa experiencia, recordaba también: “Luca Prodan venía permanentemente a El tren fantasma; Calamaro y Pipo Cipolatti eran chicos que jugaban. Venía Miguel Abuelo y yo salía con él. Era una cosa extraña, que además sucedía en épocas de la dictadura. En esa época, yo tenía otro programa en FMR, llamado Intercambio. El programa pasaba música argentina y latinoamericana, e iban todos artistas prohibidos: Mercedes Sosa, Soledad Bravo, Chico Buarque. Creo que la radio ha sido innovadora total, de forma semejante a Internet. Era participativa y comunitaria hasta que aparecieron los empresarios para manejar la información. Pero hasta ese momento, la radio pateó el tablero de todo lo que era la prensa. La radio hizo que un fenómeno individual se hiciera multitudinario. Todos estaban interviniendo en lo que iba sucediendo”, analizaba.
La primera formación de Cerasuolo fue la de maestro normal, y su primer trabajo, el de maestro rural. Su tarjeta personal lo presentaba: “maestro rural, locutor y periodista”, y de los tres oficios se enorgullecía, en ese orden. Se formó luego como locutor, egresando del Iser en 1975. Puso su voz y su estilo a una infinidad de publicidades, de modo que, seguramente, aun los que no frecuentan la radio lo han escuchado mucho más de lo que creen.
En radio, sus inicios fueron en Mitre y Rivadavia, y luego fue productor y conductor de diversos ciclos, entre los que se destacan Los intérpretes (Rivadavia, entre 1977 y 1989, junto a Antonio Carrizo), Una mañana para todos (Nacional, entre 1984 y 1995) y La noche que me quieras (Continental, entre 1991 y 1995, con una fuerte impronta literaria). Además de hacer historia con El tren fantasma, la hizo con el programa que actualmente estaba al aire en la segunda mañana de Nacional Folklórica: fue uno de los fundadores, en 1999, de una FM con contenido puramente folklórico, que en un principio funcionó en la frecuencia 99.1, que tenía Nacional.
Publicó también varios libros: Xanaes. Poesías, canciones y otros relatos (Corregidor), La tierra canta (Planeta), Poemas de amor (Corregidor), la recopilación Máximas, aforismos y moralejas, Cartas a la radio y Palabras esenciales, entre otros. Y además dejó una decena de discos de recitados, que recogían el trabajo que hacía en la radio, y que eran toda una marca propia y señal de complicidad con los oyentes. En épocas de soporte físico para la música, esos discos se vendían y pirateaban de manera llamativa. La noche que me quieras, Qué doloroso es amar y Poemas de amor –que llegó a distribuirse con la revista Para Ti, con música de Angel Mahler– fueron los más difundidos.
Entre los motivos de orgullo de su trabajo, Cerasuolo decía, por ejemplo, sobre La noche que me quieras: “Fue un ciclo donde los textos de grandes autores y poetas fueron protagonistas, con un resultado maravilloso: los presos conocieron El hombrecito del azulejo, de Mujica Lainez; los camioneros se interesaron por Casa tomada, de Cortázar, y las insomnes consuetudinarias se enamoraron de El seminarista de los ojos negros. Valía la pena en ese horario nocturno bancarse algún llamado ‘erótico’, porque siempre encontrábamos respuestas magníficas y terminaba recitando a dúo con más de uno, La casada infiel, de García Lorca”.
“Los presos que me escuchan dicen que mi programa los hace libres”, sostenía Cerasuolo como uno de sus máximo motivos de orgullo. “En general, los poetas no saben llegar con su voz a la gente. La función de mi voz es hacer el puente entre el poeta y la gente”, decía también. De ese tipo de logros del oficio, estuvo hecha la carrera de Omar Cerasuolo.
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