Mar 05.04.2016
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RADIO › CóMO FUE EL REGRESO DE VíCTOR HUGO MORALES AL MICRóFONO

“Encontré un clima excepcional”

La nueva era de La mañana de Víctor Hugo hizo colapsar el sitio de AM 750 y otras plataformas de escucha online. “Necesitaba el aire para hacer más periodismo”, dijo: el regreso tuvo opinión, informes, entrevistas y varios de sus reconocibles estiletes.

› Por Federico Lisica

Pequeñas sorpresas del aire. En el comienzo de La Mañana de Víctor Hugo (programa que irá de lunes a viernes de 9 a 12 por la AM 750) lo primero que surgió en el dial no fue el inconfundible tono de voz del periodista uruguayo, sino otro tan reconocible como el suyo. En un audio, Alejandro Dolina contrapuso las opciones de las últimas elecciones presidenciales. “No va a haber colas ni perplejidad, tipos cavilosos o indecisos, como esos que tardan media hora para pedir un gusto en una heladería. La gente va a entrar y salir porque es fácil”, dijo entonces. “Tengo debilidad por el Negro y me pareció muy interesante lo que había dicho en ese momento, porque lo que se está viviendo ahora es una carnicería por parte del gobierno neoliberal”, le dice Morales a Página/12 recién salido del estudio Antonio Carrizo con su attaché en mano. “El decía que era fácil elegir entre esa carnicería que tenemos y lo conseguido, con mucho para perfeccionar, pero que mostraba más humanismo: estamos instalados en un triunfo neoliberal que vamos a pagar muy caro.”

Acabó el primer programa. Especial por ser el de largada –el enorme aluvión de oyentes hizo colapsar la web de la radio, la aplicación TuneIn y el sitio RadioCut–, pero uno más en el sentido informativo. La misma dinámica noticiosa, con la revelación de los Panamá Papers, le impuso a esta emisión un tono alejado al del reencuentro o mero festejo. Con la misma matriz que su ciclo anterior, pero marcado claramente por una nueva coyuntura. Vale recordar que Víctor Hugo fue echado de Radio Continental el 11 de enero, cuando la gestión de Macri iniciaba su segundo mes de vida. El contexto actual, por ende, es distinto para el país pero también para la propia mesa y el equipo de producción que lo secunda. El conductor recalcó al aire el trabajo mancomunado entre la “gente de la casa” y “viejos amigos”. En la mesa lo acompañan Gustavo Campana y Victoria Torres (que ya eran parte del staff de la AM 750), fusionándose con voces reconocibles para su audiencia como Gabriel Morini, Adrián Stoppelman (humor) y participaciones especiales de Cynthia García (hizo una salida telefónica analizando el lenguaje de la gestión actual). Por su parte, Eduardo Aliverti –director de la emisora– hará una columna semanal. Lo mismo corre para la producción. La dupla histórica del otro lado de la pecera –Fabiana Segovia y Julián Capasso– se combinará con el equipo de productores estables de la emisora.

“Lo único que van a faltar son horas de programa”, asegura Morales. “Además estamos concentrando el programa en tres horas, creo que es una buena decisión para aprovechar más y mejor lo que tenemos para decir.” Fiel a su estilo, durante el programa hubo lugar para desmantelar informaciones recientes con el recurso del archivo y la opinión, entrevistas e informes. También para sus estiletes orales (“ese inmenso cachafaz de la Justicia de apellido Bonadio”; “mi nuevo libro se llama Mentir a Diario, pero me equivoqué porque mienten por hora, por minuto a minuto”), y la sensación de una bienvenida contraagenda, o como dijo ayer en la entrevista publicada en estas páginas: “Equilibrar la brutal fuerza que hay del otro lado”.

–Si bien está en una nueva emisora, se sintió como un programa más. ¿Lo vivió de esa manera?

–Sé que fue muy reconfortante, ya estaba disfrutando los días previos con el equipo de trabajo. Lo cual me sirvió para darme cuenta que estábamos en una perfecta sintonía de un concepto artístico envolviendo lo periodístico. Y eso me da mucha felicidad. Se lo viste al programa permanentemente. Cortinados, canciones, audios. Todo aquello que permite sumar dentro del eje del discurso; hay un discurso, obviamente, si no esto no tendría sentido. De eso se trata. Poder hacer eso en un ámbito más entrañable, pequeño y querible como es esta radio.

–¿Hay algo que le gustó particularmente de esta vuelta?

–Que no haya sido un fenómeno traumático en su estructura. La gente está en un buen lugar. No hubo rechazos en un momento tan sensible para el medio, cuando tanta gente se ha quedado sin trabajo. Las variantes fueron indoloras. Reacomodamiento sería un mejor término. Y eso genera un clima excepcional que se trasunta al aire. Desde el primer día hubo una onda bárbara con los nuevos compañeros y con los que ya venían conmigo.

–¿Lo ayudó en el inicio que haya sido un día con tanta voracidad informativa?

–No. La dificultad estuvo en elegir el camino. Hubo muchas cosas que después tuvieron que pasar por el embudo de lo posible. La cantidad de temas me tenía un poco nervioso. Así y todo nos quedaron afuera muchísimas cosas, porque el programa está hecho por periodistas que son grandes fogoneadores de ideas. Hay inventiva. No es que nadie se produce lo propio para estar su ratito. Estuvimos mancomunados en cierta forma de hacer periodismo.

–¿Tuvo algún tipo de mariposas en el estómago o en la garganta?

–No (se ríe). La única inquietud era la de completar todo lo que nos habíamos propuesto. Apareció este tema de los Panamá Papers, que es un poco un intruso en lo que teníamos pensado. Para mí no es tan complicado porque no quiero valorar a Macri en términos de esta corrupción que se denuncia. Lo que me interesa, fundamentalmente, es lo que hace a la vida de la sociedad y que son las políticas públicas. Y cuando son corruptas matan a un montón de gente. Y cuando digo matan no lo hago en un término figurado: las políticas neoliberales se lleva puesta a mucha gente. El neoliberalismo es muy cruel con los sueños y con el cuerpo de la gente.

–¿Sintió el acompañamiento del público?

–No lo sé. No quise ni recurrir a los llamados porque todos iban a tener la impronta de “qué suerte que volvió”, “usted es Gardel”, y era recargar demasiado. Necesitaba el aire para hacer más periodismo. Salvo los de Paenza y Zaffaroni, que fueron muy especiales y buscados por el equipo de producción. Lo valoro porque son mimos. En líneas generales estuve muy tranquilo porque tenía algo para decir. El drama es cuando salís a ver qué pasa. Mis programas se caracterizan por eso. Tienen mucho contenido y me angustio si no entra todo. Quiero valorar el tiempo en radio. Es tan extraordinario hacer radio, frente a miles de periodistas que sueñan con tener un programa y no pueden –más en este contexto–, que el vínculo con el oyente es un enorme privilegio y responsabilidad.

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