RADIO › LA DELICADA SITUACION DE VARIAS EMISORAS
América, Rivadavia y Radio Uno son los ejemplos más graves de una situación que combina crisis económica e incremento de costos con problemas de gestión. La sumatoria de conflictos convierte este año en uno de los más difíciles para el medio.
› Por Emanuel Respighi
La pasión por la radio continúa intacta en las ganas que los miles de trabajadores vuelcan a diario en sus trabajos. No hubo –no hay– nada que detenga el amor por un medio que genera una cercanía única con aquellos privilegiados que tienen la suerte de conocerlo desde adentro, de apreciar su espíritu, de disfrutar de sus encantos. Hay talento, hay trabajo, sobran las inquietudes entre quienes deben pensar lo radiofónico en medio de una de las más profundas crisis económicas. Las malas gestiones empresariales, la reasignación de la pauta oficial, la caída de la concentrada pauta privada, el incremento en los costos por la inflación, se confabularon para generar un escenario en el que hubo despidos y contratos no renovados, buena parte de los trabajadores tuvieron problemas para cobrar sus salarios en tiempos y forma, varias empresas omiten hacer los aportes y contribuciones a las obras sociales y a la AFIP, y muchas emisoras se encuentran en un estado de incertidumbre. El caso de mayor gravedad, sin dudas, es el de Radio América, cuyos trabajadores sufrieron las consecuencias del vaciamiento de parte del Grupo 23 y la falta de apoyo del Estado ante un licenciatario que incumple con sus obligaciones mínimas.
Los trabajadores más veteranos del éter no recuerdan haber vivido una situación de tanta incertidumbre y con tantos problemas laborales como en este 2016. Pese a este estado, la radio continúa emocionando, informando, abriendo cabezas, generando carcajadas o reflexiones a cada momento, cada vez que se la sintoniza. Buena parte de que la radio siga viva, continúe presente en la vida cotidiana de los argentinos, tiene que ver con el enorme esfuerzo que desde siempre –y fundamentalmente en estos meses– hacen los trabajadores, en condiciones laborales y económicas que no siempre acompañan su entusiasmo.
Bien saben del amor por la radio los trabajadores de Rivadavia y Radio Uno, que desde hace años vienen padeciendo una realidad cada vez más compleja, laboral y económica, por la gestión de la familia Cetrá. Y que ahora están a la expectativa que genera el arribo como accionistas mayoritarios de los dueños de LT3 de Rosario, los hermanos Guillermo y Fernando Whpei. También lo conocen los trabajadores de Del Plata, que no pueden disfrutar del hecho de ser la segunda emisora más escuchada de la AM, cuando por octavo mes consecutivo no pueden cobrar sus sueldos como corresponde y se acumula el retraso en el pago de quienes facturan.
El mayor conflicto laboral, de cualquier manera, es el de Radio América. Repasar el proceso de lo que ocurrió y sigue ocurriendo en la AM 1190 es elocuente. Sus más de 100 trabajadores no cobran sus salarios desde hace más de 8 meses. Resisten al aire con tres programas diarios transmitiendo por internet y radios abiertas. Fueron parte del vaciamiento del Grupo 23. El 22 de enero, el Grupo 23 de medios anunció que el Grupo M de Luxe (de Mariano Martínez Rojas) había adquirido el 100 por ciento del paquete accionario del diario Tiempo Argentino y Radio América. El Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) desconoció la venta de la frecuencia de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel a Martínez Rojas. Pese a ello, el supuestamente nuevo dueño ingresó junto a dos matones a la planta transmisora de América en Villa Soldati, desalojó al personal y cortó la transmisión. Un hecho grave, teniendo en cuenta que las frecuencias son estatales. El 4 de julio, a la madrugada, una patota de al menos 20 personas ingresó a la redacción de Tiempo Argentino y destrozó las instalaciones del diario y los estudios de la radio. La investigación por “daños y usurpación” pasó al fuero federal y se encuentra en el juzgado N° 8 a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi. Increíblemente, Martínez Rojas denunció a los trabajadores por “usurpación y aprovechamiento”, en una causa que está en la fiscalía N° 4, a cargo de Matías Di Lello. Los trabajadores de ambos medios solicitarán el cierre de la causa por inexistencia de delito. En este contexto, el 18 de julio el Ente Nacional de Comunicación (ENACOM), que encabeza Miguel de Godoy, oficializó una “normalización” de la frecuencia y anunció que llamará a concurso. Durante estos meses, el gobierno le pagó al Grupo 23 millones en pauta oficial. Quienes no cobraron un peso fueron los trabajadores que, estoicamente y con mucha dignidad, mantuvieron la radio al aire mientras pudieron.
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