RADIO › ENTREVISTA A EDUARDO ALIVERTI
Mañana se entregan los Premios ETER 2006. El periodista analiza la actualidad del medio.
› Por E. R.
Por segundo año consecutivo, la radio volverá a tener su propia fiesta. Una ceremonia de premiación en la que el medio no será un invitado secundario, ingresando por la puerta de atrás como tantas veces, sino que se constituirá en el merecido protagonista de la noche. Es que mañana, a las 22, se llevará a cabo la segunda edición de los Premios ETER 2006; los hombres y mujeres de la radio premian al medio de más de 85 años de historia. Se autopremian, entonces, como debe ser. Organizado por la Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos (ETER), la ceremonia se realizará en el Teatro Regio, con transmisión en vivo y en directo de Canal 7 y radio ETER por Internet (www.radioeter.com.ar). Una inmejorable oportunidad para que los oyentes puedan descubrir muchos de los rostros de las voces con las que se informan, se divierten y reflexionan durante buena parte del día.
Con la votación de los oyentes, un jurado integrado por dos miembros de cada emisora y los alumnos y docentes de ETER, los protagonistas y ciclos más destacados de la AM y FM tendrán su reconocimiento a lo largo de 25 rubros. “Aunque el año próximo buscaremos federalizar el premio y atender las radios alternativas, lo más importante no es sólo que se vuelven a entregar, sino que en esta segunda edición la radio toda apoya la ceremonia”, le explica a Página/12 Eduardo Aliverti, director de ETER. “Si bien el año pasado también recibimos el apoyo de las emisoras AM y FM, esta vez el compromiso con el premio y la votación se dio naturalmente entre todas las radios. No hubo ni un pero ni una objeción, lo que da cuenta de la seriedad y transparencia que el premio posee entre los que hacemos la radio. Esa es la mayor satisfacción”, destaca el conductor de Marca de radio, el programa que en 2007 ya tiene confirmada una nueva temporada en las mañanas de La Red.
–Es una pena, sin embargo, que la única radio que no participa de la ceremonia sea Radio 10.
–Es lamentable. Se la invitó a participar, al igual que el año pasado y como a todas las emisoras, y ni siquiera contestaron para informar de su rechazo al premio. Ese tipo de actitudes son las que no le hacen bien al medio, ya que por más diferencias ideológicas que se tengan, se trata de un premio que reconoce la labor de todos los que hacen la radio. Si, incluso, hay candidatos que son de Radio 10, como Chiche Gelblung, por ejemplo. Además, todas las emisoras participaron, independientemente de sus líneas editoriales. Creo que Radio 10 se negó a participar porque yo alguna vez critiqué a González Oro por su despectiva y xenófoba manera con que se dirigió a la comunidad boliviana.
–¿Cómo percibe la actualidad del medio radiofónico?
–Por ser la hermanita menor de la televisión y el último orejón del tarro de los conglomerados multimediáticos, la radio es en la actualidad el medio de mayor libertad para decir cosas. Al estar menos “controlada”, la libertad de decir y opinar es mayor que la que existe en la televisión e, incluso, o al menos casi tanto, como los medios gráficos.
–Sin embargo, en materia de actualidad muchos ciclos matutinos parecieran funcionar como medio de resonancia de la gráfica, que marca la agenda informativa.
–Es cierto. Es paradójico que en la era de la tecnología, cuando los recursos tecnológicos desbordan por todos lados, en la radio cada vez haya menos ficción. Falta imaginación y creación artística, aun cuando las piezas o las cortinas de los ciclos son muy buenas y se han desarrollado. Debe ser parte de las consecuencias negativas del proceso de pobreza que inundó al medio luego de la crisis. Lo mismo ocurre con la investigación periodística en radio, que es casi inexistente por costos y por la premura mediatizada de que lo único que importa es llegar primero a la noticia.
–¿Cómo cree que afectarán a la radio el proceso de digitalización y las nuevas tecnologías?
–Las políticas comunicacionales de Argentina atrasan, por lo menos, unos veinte o treinta años. No se entiende, por ejemplo, cómo no se debate qué es lo que pasará con la expansión de frecuencias que trae aparejada la digitalización del medio. No se debate ni entre los dirigentes políticos ni en la organizaciones no gubernamentales. ¿En manos de quién van a quedar los nuevos espacios que permite la digitalización? Porque en donde hoy entran cinco emisoras entrarán, por lo menos, quince. ¿Cómo se licitarán esas frecuencias, si es que así se distribuirán, y bajo qué criterio y requisito? No sería muy lógico que los nuevos espacios se “entreguen” a quienes ya poseen emisoras y con meros fines de lucro. La comunicación es parte de un debate de los más importantes que se debe la democracia. Que esté vigente la ley 22.285 dictada por la dictadura es elocuente al respecto.
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