Lun 01.09.2008
espectaculos

DANZA › EL 6º MUNDIAL DE BAILE YA TIENE CAMPEONES EN TANGO SALóN

El título se quedó en casa

Daniel Nacucchio y Cristina Sosa, de Buenos Aires, se impusieron en una final marcada por la adrenalina y el nivel parejo de los participantes. Los ganadores pusieron en duda algunas “verdades” del género. Por ejemplo, sólo bailan juntos desde hace nueve meses.

› Por Carlos Bevilacqua

¿Cuánto dura el Campeonato Mundial de Baile de Tango? Para los participantes y sus entrenadores arrancó mucho antes del 25 de agosto, probablemente apenas decidieron competir. Hacia el futuro, los ecos del Mundial se proyectarán en las carreras de los protagonistas y en la memoria de los espectadores que llenaron Estadio Obras. Luego de una competencia muy pareja, mil polémicas sobre el fallo del jurado se iban por Libertador en ambas direcciones mientras en la parada del 29 el ex bailarín de Tango Argentino Carlos Bórquez se jactaba de haber permitido que los campeones trabajasen juntos por primera vez en la casa de cena-show Complejo Tango.

Todo había empezado puntual según el programa de mano entregado esa noche pero exactamente una hora más tarde de lo previsto en todos los anuncios. Sin mayores preámbulos, un sobrio Fernando Bravo dio paso a los 42 finalistas que, agrupados en cuatro tandas, bailaron los tres tangos de rigor. Como en una milonga condensada, fueron demasiadas emociones juntas: la música que caía estimulante de los megaparlantes, las siluetas abrazadas, los colores de las prendas cuidadosamente seleccionadas, los movimientos improvisados en pos de giros y desplazamientos, las esporádicas ovaciones ante alguna destreza especial, las preferencias personales comentadas al oído, el tentador ejercicio de ponerse en la piel de los bailarines... Y después, el suspenso, un período de música en vivo que esta vez no fue tan largo ni incluyó el farragoso desempate que venía estilándose en los últimos años. Sólo un frugal concierto del pianista Atilio Stampone al frente de un quinteto con intervenciones de los cantantes Raúl Lavié y Adriana Varela. El primero, capaz de conmover aun sin la voz de otrora; la segunda, recibida con calidez por buena parte del público pero cada vez más arena y menos garganta, reformulando el verso que Cacho Castaña le escribiera al último Goyeneche. Pero hubo tiempo para levantar la energía con una exhibición de Gloria y Eduardo Arquimbau, que a poco de cumplir con su deber como jurado reeditó algunos de los pasos que lo hicieron famoso.

La ceremonia de premiación tampoco se extendió más allá de lo necesario. Dispuestas simétricamente a lo largo del escenario, las parejas empezaron a ser nombradas del décimo al primer puesto en una cuenta regresiva que sobre el final se transforma en un todo o nada. En parte como descarga de tanta tensión pueden entenderse el abrazo exultante de los venezolanos John Erban y Sofiani Figueroa (terceros), un interminable beso en la boca entre los porteños Neri Piliu y Yanina Quiñones (segundos) y la euforia envuelta en lágrimas de Daniel Nacucchio y Cristina Sosa (primeros). Más allá de los 12.500 pesos del premio formal, los campeones suelen recibir rápidamente posibilidades de trabajo y reconocimientos varios. De hecho, un par de minutos después de coronados, experimentaron un homenaje al bailar rodeados por el talento de una reforzada compañía Corporación Tango, encargada del show final. “No sé ni qué hicimos”, confesaría luego Nacucchio, haciéndose cargo de los nervios, esos mismos que lo habrían llevado a improvisar a último momento unas plantillas con la guía de clases de una revista de tango. “Eran los mismos zapatos de siempre, así que para mí era parte del susto”, opinó Cristina, ya más relajada en camarines.

El tiene 29, es de Villa Pueyrredón (el barrio de la mítica milonga Sin Rumbo, donde dio sus primeros pasos) y trabajó durante 7 años en Japón como bailarín profesional. Ella tiene 25, es de Monte Grande y luego de bailar danzas clásicas durante 9 años se volcó al tango hace 7. Desmintiendo la creencia de que para brillar en Salón hacen falta décadas de pista compartida, contaron que bailan juntos hace sólo 9 meses. “Somos una mezcla de alta combustión”, argumenta Daniel para luego ampliar: “En Japón aprendí a trabajar metódicamente y ella es muy aplicada. Además, consiguió seguirme durante la improvisación a pesar de estar más acostumbrada al baile coreografiado”. Pero ella le devuelve las flores: “El marca muy bien”. La pareja se armó ante la sugerencia de un amigo común, luego de que a Daniel lo abandonaran dos compañeras por sendos compromisos laborales. De manera igualmente impensada fue que llegaron al Mundial. “Algunos amigos nos desafiaban diciéndonos que si éramos realmente buenos nos teníamos que anotar en el Metropolitano.” Luego de ser la primera pareja en ganar ese torneo en tango y milonga, quedaron clasificados para la final del Mundial. Nunca antes habían participado de un campeonato organizado por el Gobierno de la Ciudad ni guardan el vínculo amoroso que, para muchos, potencia la conexión entre los miembros de una pareja. El caso Nacucchio-Sosa también desbarata la idea de que no es necesario entrenarse para una competencia de Salón. No sólo practicaron un promedio de dos horas por día durante un mes, según cuentan, sino que buscaron sugerencias de bailarines amigos y, particularmente, del coreógrafo Mario Morales. “Queríamos estar convencidos de lo que íbamos a mostrar”, justifica ella al referirse a unas formas que él define así: “Tratamos de cultivar el estilo Villa Urquiza, o sea pasos largos, pausas y elegancia, pero dándole una vuelta de rosca más, con cositas nuestras”. Modesto, agregó: “Hoy no tuvimos un baile de técnica deslumbrante, lo nuestro fue más tratar de pararnos bien, yo para ella, ella para mí, corazón y oído”.

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