DANZA › GINA PICCIRILLI Y EL ESTRENO DE EL DRAGON DE FUEGO, DE ROMA MAHIEU
La directora regresó de España, donde vivió más de dos décadas, y abrió El Damero en el barrio de San Cristóbal. Allí acaba de estrenar una versión de la obra de Mahieu, diferente de la que había montado en 2000. “Habla de una situación de supervivencia”, afirma.
› Por Cecilia Hopkins
“Sólo en el límite surge la verdadera naturaleza del ser humano”, escribía la dramaturga Roma Mahieu sobre su obra El dragón de fuego, editada en 1993. Argentina de origen polaco y desde 1978 residente en España, la autora agrega: “Ese límite tiene su excepción en esos seres que se encuentran entre el cielo y el infierno, sin que ninguno los llegue a tocar”. Habitando ese limbo, la autora de la premiada Juegos a la hora de la siesta concibió a Eva y Angel, dos hermanos que imaginan diversas tácticas de supervivencia en “el trastero de un puticlub”, como define con Página/12 la directora Gina Piccirilli, a poco del estreno de esta misma pieza. Nacida y formada en Buenos Aires, pero ya en los ’80 radicada en España, Piccirilli está de vuelta en su ciudad y, tal como en su momento había hecho en Madrid, acaba de abrir en el barrio de San Cristóbal una sala para dar clases y mostrar sus espectáculos. En El Damero se presentó la bailaora Carmen Mesa en Yo me lo guiso, yo me lo como, de Erika Halvorsen y, a partir de esta semana, harán lo propio los españoles Pilar Vilaplana y Pedro Lozano, en la nueva puesta de El dragón..., de la misma Piccirilli. Porque, en 2000, ella ya había estrenado esta pieza bajo otra concepción estética: lejos de la sordidez que plantea el original, el espacio se ofrecía al espectador bajo la apariencia de una cajita de música, con la intención de embellecer el cuadro de desamparo que protagonizan los hermanos.
“En esta ocasión –adelanta la directora–, El Damero se convertirá en el depósito de un club de alterne de carretera donde viven y trabajan Eva y Angel, uno de esos lugares por los que pasamos a más de cien kilómetros por hora y casi preferimos no mirar para no imaginar lo que allí dentro se cuece”, reflexiona. Dice, además, que el lugar tendrá un verismo cinematográfico: “Fue como sacar un retazo de la realidad y ponerlo en escena”. De los personajes resume: “El tiene un retraso mental y ella querría ser una estrella del music hall, pero debe prostituirse; es una historia atemporal porque es una realidad que se repite”, explica.
–¿Cómo fue su experiencia en España?
–Adoro Buenos Aires por su nivel cultural. Pero aunque estaba haciendo teatro (Cenizas, de Janusz Glowacky, bajo la dirección de Lizardo Laphitz), me fui decepcionada por el episodio de las Pascuas con Alfonsín. Y aunque tenía familia en Italia, elegí España para vivir, a pesar de no tener casi contactos en Madrid. Fui camarera, vendí libros y, dos años después de llegada, conseguí poner mi propio estudio y dar clases de teatro. Trabajar en lo que a uno le gusta es como dejar de trabajar para siempre.
–¿Qué es lo que rescata del tiempo de su formación teatral?
–Todo lo que me dio Agustín Alezzo, mi maestro. Porque me enseñó cosas que son necesarias para el teatro y también para la vida. Aprender a analizar y comprender a un personaje sin criticarlo, haga lo que haga, eso te va enseñando a vivir de un modo más generoso.
–¿Por qué realizó dos versiones de El dragón de fuego?
–Es una obra muy atractiva, muy especialmente para los actores, aunque los personajes van más allá del estereotipo del minusválido y la prostituta. Muestra una relación especial de estos hermanos que se aman y, por momentos, también se odian. Habla de una situación de supervivencia: los dos comparten sueños que son de cambio, de superación de un medio hostil. Muestra lo difícil que es ser diferente a una sociedad que, en mi opinión, no está preparada para vivir sin discriminar a los que no tienen dinero y hacen lo que pueden para no ser marginados.
–¿Por qué su sala se llama El Damero?
–El nombre rescata el valor del juego en esta profesión. Porque para mí el teatro es jugar, buscando la verdad.
* El dragón de fuego puede verse en El Damero (Deán Funes 506), los viernes 15 y 22 y los sábados 9, 16, y 23 de agosto, a las 21.
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