DANZA › ENTREVISTA A BRENDA ANGIEL
La bailarina y coreógrafa presenta desde hoy Air Condition, su último espectáculo.
Ponderado por el New York Times como “una verdadera experiencia festiva”, Air Condition –Condición aérea–, el último espectáculo de Brenda Angiel, subirá a escena hoy en la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). Se trata de una revisión y ampliación del mismo trabajo estrenado el año pasado en el American Dance Festival, también visto en el City Center de Nueva York, en La Haya, Holanda, y en Austria. Formada en el campo de la danza contemporánea, la bailarina y coreógrafa singularizó su carrera desde 1994, cuando se puso a investigar un lenguaje de expresión que dio en bautizar con el nombre de danza aérea. Un trabajo que actualmente se ha ido complejizando en función del aporte de nuevas propuestas técnicas, ya que Angiel no sólo presenta coreografías en piso y aire, sino que busca cruzarlas con proyecciones en video. Así, contra la pared de fondo de las salas donde presenta sus creaciones, la directora compone un efecto de calidoscopio y genera imágenes abstractas que se sobreimprimen al movimiento de los cuerpos de los intérpretes. De tres bailarinas que eran en un comienzo, la compañía fue ampliándose con el correr del tiempo: ahora son ocho, más tres músicos que tocan en vivo y tres escaladores que se mueven en las sombras, posibilitando el desarrollo del espectáculo.
La metodología codificada por Angiel se fue afianzando a modo de laboratorio, esto es, a fuerza de prueba y error. En los primeros ’90, en la época en que La Organización Negra se había colgado y descolgado del Obelisco, cuando el Nuevo Circo estaba utilizando arneses y sogas elásticas en sus números, la bailarina no vivía en el país. Sin embargo, en Nueva York vio algunas experiencias aéreas que, si bien no llegaron a interesarle, de algún modo le despertaron un imaginario posible de volcar a la danza contemporánea. Fue entonces que se conectó con gente que vendía indumentaria y elementos de escalada para después trabajar junto a un especialista. “Probé diferentes instancias y entendí que existía todo un lenguaje para explorar –cuenta Angiel en una entrevista con Página/12–, una técnica que me brindaba posibilidades y restricciones diferentes a las que el piso le plantea a un bailarín.” Años después de coordinar los primeros talleres en el Rojas, hace tres que tiene su propio estudio: allí se forman sus intérpretes y da clases para niños, adolescentes y adultos que desean probar una actividad vinculada con el placer y el juego.
–¿Cuáles son las posibilidades y restricciones de la danza aérea?
–Los arneses y las sogas me posibilitaron encontrar otros planos fuera de lo convencional, romper con el espacio a la italiana y trabajar con la suspensión, en contra de la gravedad. Y propiciar un intercambio de energía entre los bailarines, totalmente diferente. Las restricciones que este trabajo presenta tienen que ver con el artificio en sí mismo. El largo de la soga que uno utiliza brinda unas posibilidades determinadas, por otra parte, no es colgarse y moverse así nomás, sino que hay que encontrar una coordinación de movimientos y, fundamentalmente, la manera de manejar el tiempo.
–¿Manejar el tiempo?
–Sí, porque el intérprete no puede estar colgado una hora seguida... se le corta la circulación. La soga es un artificio tal como lo es la zapatilla de punta para un bailarín clásico. Pero no se puede hacer una obra completa con los bailarines colgados. Hay que fragmentar las situaciones y eso uno lo adquiere con entrenamiento y experiencia. Hay límites, es verdad, pero también lo aéreo da más posibilidades que el piso.
–En este espectáculo se bailan géneros definidos...
–Sí, hay un tango, que es la parte que más éxito ha tenido afuera, pero la relación entre los bailarines es diferente, si bien nunca dejan de ser una pareja: juegan a descomponer las figuras y a cambiar las perspectivas. También se baila un hip hop pero sin nada acrobático, sólo aprovechando todas las posibilidades de recorrer la pared de fondo y cambiar todos los planos posibles.
–¿Se siente vinculada con el Nuevo Circo?
–Para mí, lo que yo hago son espectáculos de danza. Pero como lo aéreo “salta”, literalmente, de la danza convencional, creo que mi propuesta va para otro lado. Por eso creo que hoy podemos abarcar a un público que no es estrictamente el de la danza. Pero no tiene que ver con el circo, al menos yo no me siento emparentada con ese género, aunque sé que sus límites son mucho más amplios que antes. Lo que yo hago tiene un fundamento coreográfico, no es colgarse y moverse. Uno puede estar trabajando varios años hasta encontrarle al artificio todas sus posibilidades. Después se combina: los bailarines están en el piso y, a la vez, pueden aprovechar la suspensión y la retención de estar colgados de una soga elástica.
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