Sábado, 5 de mayo de 2007 | Hoy
DANZA › LA TEMPORADA 2007 DEL SAN MARTIN
Amor ceniza, de Carlos Trunsky; Playback, de Carlos Casella, y Movimiento perpetuo, de Mauricio Wainrot, abren hoy el año del Ballet Contemporáneo, que celebra sus treinta años de vida.
Por Alina Mazzaferro
Dice la costumbre que en un cumpleaños se deben pedir tres deseos. En el 30 aniversario de la compañía que dirige, Mauricio Wainrot lo hizo. El primero es Amor ceniza, obra de Carlos Trunsky, acompañada en piano por Haydée Schvartz. El segundo: Playback, de Carlos Casella, el primer trabajo del coreógrafo para este cuerpo de baile. El último: Movimiento perpetuo, del mismo Wainrot, pieza festiva que creó en 1994 para la norteamericana Hubbard Street Dance Company y que nunca había estrenado en Argentina, con el objeto de reservarla “para algún evento especial”. Tres deseos cumplidos forman parte del programa que hoy da comienzo a la temporada 2007 del Ballet Contemporáneo del San Martín (habrá funciones los viernes y sábados a las 20.30 y domingos a las 17.30 en el Alvear, Corrientes 1659, hasta el 2 de junio) y que celebran tres décadas de continuidad de la compañía más prestigiosa del país.
“Elegí a estos coreógrafos porque me parecen dos de los más talentosos que hay en nuestro medio”, explica Wainrot. Trunsky ya tiene dos obras creadas para este ballet oficial (Vals en vilo, de 2001, y Que la mar te devuelva, 2004). Si su carrera fuera un entramado de cadenas y sus obras los eslabones, “ésta sería seguramente la última del collar, y vez la primera de una nueva tanda”, indica el coreógrafo. Para él, trabajar con el Ballet del San Martín significa encontrar nuevos pasadizos en el trabajo creativo. En Amargo ceniza, Trunsky se despega de la violencia y el erotismo con los que concibió Incandescente o Voraz (que forman parte de una trilogía que se completará con una obra para la que aguarda un subsidio). Concibió esta pieza “como un díptico: la misma obra está hecha por un elenco masculino más una mujer y por un elenco femenino más un hombre”, explica. De acuerdo con la función que a cada espectador le toque, éste podrá disfrutar de una u otra versión, pero sólo aprehenderá el sentido global “quien tenga el deseo de verla en sus dos formas”.
¿Qué lo llevó a Trunsky a duplicar su trabajo, traduciendo energías masculinas en femeninas y viceversa? “Es una necesidad interna a la obra; musicalmente la obra expresa un contraste entre la comedia y la tragedia, la vida y la muerte, lo femenino y lo masculino, la verdad y la mentira. Trabajando sobre estos polos me di cuenta de que necesitaba conformar dos elencos”. La música es un grupo de obras para piano de Gyorgy Ligeti, un compositor de Europa del Este, creadas en 1963, “pero que aún son muy modernas”, dice. “Algunas de las piezas están ligadas al humor, otras son trágicas, pero todas tienen una médula dramática y de luto. Ese fue el espíritu que retomé.” Para el creador, la danza es más que un compendio de pasos. “La dificultad no está puesta en el movimiento; éste es sólo un medio para transmitir otra cosa. Se trata de tocar la nota exacta”, precisa. Amargo... es, según su autor, una de sus creaciones más arriesgadas. “Quizá su lectura sea difícil, no sabría decir cuán amable va a ser. Yo creo que es netamente amarga”, resume.
La propuesta de Casella es de otro color. Acostumbrado a cruzar lenguajes, el integrante de El Descueve y maestro desde hace tres años de la compañía del San Martín, no temió trabajar a su manera con los miembros de un ballet acostumbrado a utilizar el movimiento como principal medio de expresión. “Se van a sorprender”, anticipa. “Finalmente construí la obra con más elementos de otros lenguajes de lo que me había imaginado”, confiesa. Casella propuso trabajar con objetos, espacios intervenidos, situaciones, paisajes visuales y sonoros y hasta incorporó una escena teatral. Recuperó los climas sugeridos por mundos musicales muy distintos, desde un bolero tropical hipersensual hasta una sufridísima canción mexicana. Construyó momentos dramáticos sin necesidad de “coserlos” con un hilo narrativo. “Eso es lo interesante de la danza –asegura–, permite una teatralidad que puede ser muy contundente pero no necesariamente tiene que contar una historia. Permite trabajar desde la abstracción, la libertad, la fantasía.” De hecho, Playback es un mundo de fragmentos, de recuerdos que atraviesan el espacio. “Estoy muy conforme con el resultado, en la obra se plasmó mi universo personal”, subraya Casella.
Para terminar el festejo a lo grande, el cierre del primer programa estará a cargo del mismo Wainrot. Movimiento perpetuo es un divertimento creado sobre una pieza musical de la Penguin Café Orchestra, un grupo inglés ya desaparecido. Cuando el creador de Carmina Burana lo presentó en 1994 en los EE. UU., recibió el Choo Goh Choreographic Award, un premio que otorga la fundación que lleva el nombre del famoso coreógrafo chino. Wainrot nunca lo trajo a la Argentina, ya sea porque lo consideraba “una excepción” dentro de su repertorio y prefería destinar al ballet del San Martín obras pensadas especialmente para sus bailarines, como Medea o La Tempestad, ya sea porque lo reservaba para una ocasión especial. “Es una obra con un clima lúdico y humor –cuenta–, que yo no suelo trabajar. Aunque tengo mucho humor en mi vida privada, mis obras son más dramáticas, políticas o trágicas.” Celebración mediante, era éste, entonces, el “momento especial” esperado para desempolvar Movimiento perpetuo.
Tres deseos cumplidos y un espectáculo prometedor. ¿Un cuarto? Para esta temporada, la compañía de danza contemporánea oficial tiene en su agenda sólo tres programas, a diferencia de años anteriores en que acostumbraba preparar cuatro. Para julio está prevista la reposición de El mesías, “a pedido del público”, y en noviembre se estrenará, en un programa tripartito, una creación de Ana María Stekelman, otra de Wainrot y, si todo marcha viento en popa, una del francés Angelin Preljocaj. “Es que el San Martín está en refacciones”, se disculpa el director. “Haremos El mesías en la Martín Coronado y ésta se cerrará nuevamente en septiembre. Vamos a compartimos el Alvear con el ballet estable del Colón, por lo que no vamos a poder hacer cuatro programas.”
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