Vie 26.10.2007
espectaculos

DANZA › ANA FRENKEL PRESENTA UN NUEVO ESPECTACULO JUNTO A UN GRUPO DE ALUMNOS

Las postales del (des) encuentro

La creadora de El Descueve plantea una obra creada a partir de los aportes de cada intérprete y que aprovecha sus diferencias. Pura cepa destila fuerza e ironía y las situaciones se encadenan con fluidez, como si fueran parte del sueño de la protagonista.

› Por Carolina Prieto

Una mujer de vestido rojo, con una soga que manipula como un látigo, descarga su furia contra el piso con tanto ímpetu que su mirada pierde firmeza, pestañea y sus ojos se ponen blancos, como extraviados. Otra se lanza a los brazos de un hombre, salta, se le prende una y otra vez más allá de la indiferencia de éste. Una dupla sostiene un peloteo de tenis que los lleva al límite de sus fuerzas; gimen como en éxtasis orgásmico. Un cuarteto masculino se pasa una mujer como si fuera una pelota liviana. Estas son algunas de las escenas de Pura cepa, creación colectiva de danza con aires teatrales y música en vivo a cargo de un grupo de alumnos avanzados de Ana Frenkel, coreógrafa y bailarina de El Descueve.

Durante casi una hora y media, desfilan un puñado de situaciones absurdas y vertiginosas, cargadas de notable vitalidad y desenfreno. Son once mujeres y cuatro hombres con energías bien diferenciadas: mientras ellas van al frente, llevan sus impulsos al extremo y por momentos parecen dispuestas a cazar al hombre cueste lo que cueste; ellos no desesperan, se los ve más equilibrados y entretenidos con otros temas. ¿Un signo de los tiempos? La directora está feliz, tanto como si se tratara de un estreno del grupo que fundó hace más de quince años con Carlos Casella, Mayra Bonard, Gabriela Barbeiro y María Uceda (y que renovó la danza local con una mezcla de lenguajes y una fuerte carga erótica), o de Sucio, la exitosa obra que montó hace poco junto al dramaturgo Mariano Pensotti. Y tanta emoción no es para menos. El espectáculo se disfruta a pleno: destila fuerza e ironía y las situaciones se encadenan con fluidez, como si fueran parte del sueño de la protagonista, esa chica tímida que abre la obra, a la espera del hombre que tarda en llegar y cuya demora la sumerge en una alucinación.

Acaso las escenas siguientes son fruto de su imaginación, y esas mujeres desorbitadas expresan lo que ella no es. “No fue fácil, porque son quince intérpretes muy diferentes entre sí. Pero como trabajo a partir de la investigación personal, desde la creación de cada uno, aprovechamos esas diferencias”, explica Frenkel. “Este grupo toma clases de entrenamiento corporal desde hace muchos años y pudimos profundizamos en mi manera de ver el movimiento, muy cercana a la expresión, a lo teatral, rompiendo un poco con la formalidad de la danza. Hicimos dos muestras de fin de año muy intensas que fortalecieron al grupo y con ellos empecé a dar mis primeras clases de composición coreográfica.”

–¿Hubo alguna idea previa de lo que se quería trabajar?

–Comenzamos de la misma manera en que lo hacemos en El Descueve: el material surge de la búsqueda personal y después lo llevamos al escenario. La creación siempre parte de cada intérprete.

–Sin embargo, las situaciones remiten a distintos aspectos del encuentro entre el hombre y la mujer.

–Es cierto. Aparecen el amor, la atracción, el sometimiento, encuentros de distintos colores entre los sexos. Las relaciones con los demás que, en definitiva, no son más que la relación con uno mismo, con la existencia. Y desde el humor, desde la posibilidad de reírse de uno mismo. También surge lo onírico, desde el momento en que la primera mujer se duerme con una ilusión, y toda la obra puede leerse, en un nivel poético, como lo que ella imagina.

–¿Por qué los personajes femeninos son dominantes, fuertes, obsesivos, mientras que los hombres parecen mucho más tranquilos, como involucrados en otras cuestiones?

–No fue premeditado. Tal vez porque ellas son mayoría, pero sin embargo ellos están ubicados en un plano muy varonil y lúdico, aunque sin la torpeza de las chicas. Pero la energía es siempre fuerte, porque trabajamos con estados emocionales, llevados casi a un extremo a través del cuerpo y el movimiento. El elenco pone afuera situaciones que uno no jugaría nunca en la vida cotidiana y sí en el escenario. Es que el arte permite justamente expresar emociones muy fuertes en un plano de ficción. Por eso todos los personajes son bastante sacados. Además de que mi carácter es fuerte y toda mi familia lo es: mucha energía, mucho entusiasmo, mucha alegría.

De esa intensidad deriva el nombre de la propuesta que, cuando se mostró como work in progress, tenía un título tenístico: 15 iguales. “Pero seguimos trabajando y Pura cepa tiene más que ver con el grupo, con poner toda la carne en el asador.” El sello de El Descueve está más que presente: vértigo, audacia, humor. Para Julia Frenkel, 27 años, hermana de la directora e intérprete de la genial domadora de mirada perdida, tanto frenesí se apacigua con la protagonista. “Ella es la más contenida. Su cara, sus gestos son muy expresivos, muy sutiles, sin caer en el desmadre de las demás.” Otro de los aciertos de esta puesta –despojada desde lo escenográfico y explosiva desde los cuerpos en escena y la música– es la banda sonora. Incluye una voz en off y una variedad de estilos que van desde un reggaetón remixado, canciones románticas, el hit “Fever”, sonidos electrónicos y temas en vivo con batería y guitarra bien rockeros o melódicos. Un abanico de texturas que coincide con la libertad que respira el grupo –y que contagia a la platea– y su alma mater. Es que Ana no se casó con ninguna técnica: se formó en el Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, abrevó en la danza clásica, el kung fu, la acrobacia, el contact y el fly low, ente otras opciones. Hay un recuerdo de infancia que ella rescata como germen del interés por el movimiento: “Un circo sin animales que vi con mi papá. Era una gran banda de gente con muchos números bailados. Me acuerdo que dije: ‘Yo quiero hacer esto’. Por la sensación de alegría y vitalidad que me transmitía el grupo. Y algo parecido siento con éste”.

Pura cepa, jueves a las 21.30 y sábados a las 22.30, en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759, reservas al 4862–1167, entradas desde $15).

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