Jue 24.01.2008
espectaculos

DANZA › ELEONORA CASSANO, CECILIA FIGAREDO, HERNAN PIQUIN Y LUCAS SEGOVIA

“En ningún lugar se ve lo que pasó aquí en diciembre”

El plan para este año contempla la incorporación de nuevos bailarines, hasta conformar dos compañías que trabajarán simultáneamente. El cuarteto repasa sus sensaciones por la despedida y se entusiasma con lo que vendrá.

› Por Alina Mazzaferro

Ya están secas las lágrimas y es tiempo de aceitar la máquina. Antes de que pase el tiempo suficiente para que el público de Julio Bocca olvide a la troupe que lo rodeaba y que, como él, ha trabajado por hacer del ballet un espectáculo popular, los integrantes del Ballet Argentino están listos para brindar funciones en varias ciudades durante el verano. El programa mixto combinará al superclásico Carmen –que compondrá Eleonora Cassano, acompañada por Hernán Piquín–, coreografías de jazz del espectáculo de Cecilia Figaredo que pudo verse en 2007 en Buenos Aires (una obra de Margarita Fernández con la participación en vivo de la Antigua Jazz Band) y, a modo de estreno, un segmento dedicado al tango interpretado por Cassano y Figaredo, creado especialmente para ellas por Ana María Stekelman. Un combo de ballet para todos los gustos que arrancó el 18 y 19 de enero en el Hotel Conrad de Punta del Este y seguirá el lunes y martes próximos en el Teatro del Lago de Villa Carlos Paz, el 5, 6, 8, 9 y 10 de febrero en el Auditorium de Mar del Plata y, por último, el 16 de febrero en una función al aire libre y gratuita en el Autocine de Villa Gesell.

A la vista ya están los primeros cambios en el Ballet Argentino, que seguirá contando con el sello de Bocca como director: ya se hicieron audiciones para incorporar nuevos bailarines, duplicando el número de la compañía. Por otra parte, los nuevos integrantes comenzarán a trabajar con Cassano y Piquín a la cabeza bajo la dirección de Lidia Segni, mientras que el equipo ya constituido seguirá en 2008 otro camino, con Figaredo y Lucas Segovia como figuras principales. De este modo, el Ballet Argentino estará compuesto por dos compañías que trabajarán simultáneamente, ofreciendo programas disímiles en lugares diferentes, aunque ya hay planes para reunirlas en un espectáculo conjunto en un futuro no muy lejano.

Dos equipos con el sello de Bocca, listos para satisfacer las ansias de esos miles de personas que el 22 de diciembre pasado lloraron, aplaudieron a más no poder, se empujaron para ver, tal vez a medio kilómetro de distancia, una porción de escenario, una pierna extendida, un fragmento del cuerpo del bailarín –aunque fuera en la pantalla– convertido en un mito de la danza argentina. Porque esa noche había que esforzarse para escuchar la música y sólo unos privilegiados pudieron apreciar algo de lo que pasaba en escena; la mayoría escuchaba el bullicio de la calle, la respiración del de al lado y miraba a lo lejos, como buscando el horizonte entre un mar de cabezas. Sin embargo, allí estaban, disfrutando de un espectáculo que era más que ballet; era el espectáculo de la despedida, del último adiós (porque hubo otros 200 a lo largo de 2007 en todo el mundo), con Julio y todo su equipo transpirando emoción. Y luego Julio saludando una y cien veces más, con el torso desnudo; y más tarde levantándose la bata y encendiendo el fervor del público al menear una colita desnuda, y así sucesivas veces, como si esa noche hubiera sido preparada no para brindar una función de danza sino para que el ídolo pudiera, por última o por única vez, tan sólo encontrarse cara a cara con su público, sin la obra de por medio, porque el espectáculo era su mismísima figura y no lo que ésta fuera a representar.

Este fenómeno, por supuesto, trae sus herederos, que son quienes encabezarán este año los nuevos dos elencos del Ballet Argentino: Cassano, tradicional compañera de Julio, Figaredo y Piquín, que ya tienen una sólida trayectoria, y Segovia, que pegó el salto desde el cuerpo de baile a primera figura. Reunidos por Página/12, los intérpretes aún intentan comprender la dimensión del suceso-Bocca, sueñan seguir el mismo camino que su mentor y apuestan a los programas de danza en lugares de veraneo como otra forma de otorgarle al ballet un color popular.

–¿Cómo vivieron la despedida de Julio?

Eleonora Cassano: –Fue un momento muy fuerte, muy emocionante y también muy angustiante. Era un día para el cual todos estábamos preparados, sabíamos que iba a llegar, pero cuando llegó toda esa preparación no sirvió de nada y brotó esa emoción que se vio reflejada en vivo. Fue real.

Hernán Piquín: –Cuando terminó la función de despedida fuimos a festejar porque sabíamos que era algo que Julio quería y que deseaba hace mucho tiempo. Estábamos por un lado tristes porque se iba, porque no lo íbamos a tener más como compañero, como bailarín, pero sabíamos que era una elección que a él lo hacía feliz y por ese lado nos hacía bien.

E. C.: –Porque también lo íbamos a tener un poquito más como amigo. Antes no tenía tiempo para nada, ahora vamos a poder compartir una cena en casa, tenerlo más en lo cotidiano. Va a tener tiempo de sobra.

–Hernán, ¿qué se siente quedar como primera figura masculina del ballet que encabezaba Bocca?

H. P.: –La verdad es que me siento como siempre. Julio siempre me dio el lugar, no es una persona que quiera acapararlo todo. Fue generoso no sólo conmigo sino también con Lucas Segovia y con toda la gente de la compañía. El te da la oportunidad, si te va bien bárbaro y si te va mal está atrás para que te vaya bien. Entonces, el lugar siempre lo tuve. Pero ahora tal vez tenga mayor responsabilidad, porque seguramente vayan a compararme, y no sólo a mí sino a todos los que estemos ahí arriba.

–Es un bailarín muy varonil, muy ágil, con mucha fuerza, al igual que Julio. ¿Se considera un intérprete con características similares?

H. P.: –Yo crecí con Julio. Empecé a bailar a los 10 años, entré a la Escuela del Teatro Colón y a los 18 a la compañía de ese teatro y luego a la de Julio. Uno va copiando las cosas que le gusta del otro. Pero no me veo parecido a él, tengo mi personalidad, aunque sí reconozco que me parezco en algunos detalles. Cuando lo veo a Julio en una función y veo un gesto que me gusta como queda, a veces trato de hacerlo, pero no es copiar exactamente. Nunca va a salir igual.

–Eleonora, usted ha estructurado su carrera al lado de Bocca durante muchos años. ¿Qué siente con esta despedida? ¿Habrá más Eleonora en el Maipo o más Eleonora clásica?

E. C.: –Yo me despegué hace un tiempo de Julio. Si bien volvimos a reencontrarnos para bailar juntos, no me quedé atada a estar todo el tiempo con él, me independicé un poco. Fui probando y haciendo cosas distintas. Ahora quiero aprovechar mis últimos años de carrera con lo que me queda de clásico, porque todavía siento que puedo hacerlo. Si en este momento me ofrecieran hacer otro espectáculo que no fuera tan clásico desaprovecharía la vida útil que tiene una bailarina con respecto al clásico. Más adelante voy a poder seguir bailando otros géneros.

–Con respecto al entrenamiento clásico que es tan estricto, ¿no se pone una fecha límite como lo hizo Bocca?

E. C.: –No me pongo un tope. Me pudre la clase, los ensayos, como les pasa un poco a todos. Si bien la clase tiene algo lindo, que es ir buscando lo que uno va a poner arriba del escenario, lo que más disfrutamos es estar arriba del él, bailando. Si uno se pone a pensar qué pesa más, uno se banca la clase, los ensayos. Nos bancamos todo por estar arriba del escenario y disfrutar lo que uno siente en ese instante.

–¿Tiene ganas de tener una despedida como la de Julio, bien popular?

E. C.: –Popular puede ser, pero no se me cruza por la cabeza una despedida de la magnitud de la de Julio. En ningún lugar del mundo pasa lo que pasó en Argentina el 22 de diciembre. Ni Nureyev ni Baryshnikov causaron esto que causó Julio. Los Rolling Stones pueden reunir a tanta cantidad de gente, pero en ballet nunca nadie lo había logrado.

–¿Por qué creen que pasó eso?

E. C.: –Porque revolucionó la danza. Hace años que está haciendo cambios. Yo también me siento partícipe un poco de ese acercamiento de la danza a la gente. Fue un trabajito de hormiga cuyos responsables fueron Lino Patalano (su representante y productor) y Julio, que cambió y desbloqueó la cabeza de la gente.

Cecilia Figaredo: –El del 22 fue un suceso masivo. Nosotros desde el escenario no veíamos dónde terminaba ese sinfín de cabecitas, y eso que era un escenario muy alto. Las personas que estaban atrás estaban más por dar el presente y apoyar a Julio que para ver algo.

H. P.: –Julio llevó el ballet al pueblo, lo sacó de esa elite. La gente pensaba “cómo vamos a ir al Colón si hay que ir de etiqueta”. Julio salió al barrio, armó un escenario y se puso a bailar. En los comienzos, Julio y Eleonora tiraban un tapete sobre cualquier piso de cemento y ahí bailaban. La función del 22 demostró que la gente le retribuyó a Julio el haber hecho todo eso. “Julio vino a nosotros, entonces ahora nosotros le tenemos que devolver lo mismo”, pensó el público.

–Los turistas en las zonas de veraneo buscan generalmente programas más livianos, entretenidos. ¿Llevar el ballet al balneario es ofrecerlo como un programa popular?

E. C.: –Hace años que venimos haciendo funciones al aire libre en verano y funcionan. Ahora nuestro objetivo es organizar festivales de verano como en Europa. Las compañías de todo el mundo pasan por esos festivales. Nosotros hemos bailado casi pisando el mar. Esa es la idea de hacer el festival en Villa Gesell. Queremos acostumbrar a la gente a asistir a un festival de ballet en una ciudad de la costa, cada verano.

C. F.: –La idea es que en los próximos años no sólo se presente el Ballet Argentino sino que si uno va a Gesell en enero sepa que todos los viernes, por ejemplo, va a poder disfrutar de una compañía diferente.

–¿Qué otros planes hay para este año?

C. F.: –Cuando terminemos las funciones de verano una parte del Ballet Argentino trabajará en una obra llamada Felicitas. Me toca a mí interpretar el rol de Felicitas Guerrero, esa mujer argentina tan notable del Buenos Aires del 1800, junto a Lucas Segovia y el mismo equipo que hizo El hombre de la corbata roja y Adiós hermano cruel.

–¿Es la primera vez que trabajan como pareja artística con Segovia?

C. F.: –No, ahora en el verano la parte de jazz que me toca interpretar a mí la bailo con Lucas y Benjamín Parada; es un espectáculo que ya hicimos varias veces.

–Lucas, ¿qué se siente acompañar a Cecilia como primera figura?

Lucas Segovia: –Es una responsabilidad enorme, pero es maravilloso poder trabajar con ella y estar al lado de Hernán, Eleonora y todo este ballet. Es una gran oportunidad trabajar en una obra como Felicitas, en un papel tan importante como el del enamorado de la protagonista.

–¿Y cuáles son los planes para la segunda compañía del Ballet Argentino?

E. C.: –Con la compañía nueva que se integra al ballet vamos a hacer un espectáculo mixto compuesto por una suite de Don Quijote y unos tangos. Lo presentaremos durante el año en varias provincias y la intención es llevarlo afuera.

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