Parte de lo errado de expresarse acerca de las fotografías como una forma de “inmortalizar” escenas está en que ninguna cámara ha podido hacer inmortal a una parte de ellas: los fotógrafos. Valga el caso de Bob Whitaker, el fotógrafo británico que realizó numerosas sesiones para Los Beatles desde que los conoció, en 1964, y que falleció a los 72 años luego de una larga enfermedad, según se difundió ayer. Entre otras postales, deja aquella de Paul McCartney y George Harrison con los boomerangs, en Australia, o esa otra fallida tapa de álbum con los músicos vestidos de carniceros maniobrando trozos de muñecas, carne y dentaduras.