En otro capítulo de lo que podría describirse, parafraseando a Hannah Arendt, como “la banalidad del mal”, William Hakvaag, historiador noruego, descubrió que Adolf Hitler era un apasionado de los dibujos de Blancanieves y de Pinocho, hasta el punto de que se entretenía haciendo copias de esos dibujitos. Hakvaag, director del Museo de la Guerra de Lofoten, en Noruega, está convencido de haber adquirido cuatro copias de esos comics salidos de la mano del genocida alemán, según informa la edición on line del semanario Der Spiegel. El historiador recordó que el ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels le regaló a Hitler en la Navidad de 1937 doce copias de films del Ratón Mickey.