Dom 22.11.2009
espectaculos

INTERNET › UN RECORRIDO POR BLOGS QUE CALIENTAN PANTALLAS

Nuevos aires del erotismo web

En tiempos de fácil acceso a imágenes y videos pornográficos, al cabo no resulta tan extraño que los sitios que se dedican a narrar encuentren una legión de seguidores. La argentina Chanelle Noir y la española Susana Moo dan cuenta del fenómeno.

› Por Facundo García

Chanelle Noir tiene puesta una estola rosada, y sobre su escritorio hay una partitura de Bach y una notebook:

–Qué estimulante que alguien tenga una vida sexual tan activa y además le quede energía para estudiar música vocal...

–Pero vos solamente leíste mis textos, ¿qué sabés de mi vida sexual?

Touché. La chica pertenece a un grupo de escritores que mantiene vivo un juego donde fantasías y coqueteo con la identidad van de la mano. Empezó blogueando, aunque después de haberle levantado la temperatura a muchos se convirtió en modelo gráfica y ahora manda crónicas para dos revistas: las fumancheras van a THC y las más hot a Maxim. En Diario de una princesa (diariodeunap.blogspot.com) sigue usando la red para sacudir corrientes profundas del deseo o simplemente para revelar la trastienda de una sociedad que se empeña en esconder ciertas actividades. Y no todo lo que encuentra es glamoroso, porque quien se aventura más allá de determinadas fronteras –periodísticas, literarias, estéticas– tiene que lidiar con personajes más surrealistas que sexies. En un chat, por ejemplo:

A: –¿Sos strippers?

Chanelle: –No, ¿por?

A: –Ah, porque yo soy strippers.

Chanelle: –No sos “strippers”, sos “stripper”, sin “s”. Un stripper, dos strippers.

A: –¿Por qué dos strippers?

Chanelle: –Porque “strippers” es el plural.

A: –¿Te cuento cómo empecé hacer strippers?

(Chanelle ha cerrado sesión y puede que no conteste.)

La entrevistada tiene gracia. Cita puntillosamente a Lovecraft, a Bukowski y a Capote, pero a la vez deja brotar un desparpajo que la hace decir “sogán” en lugar de “pito”, o contesta con expresiones del tipo “¡pero si a ésa le gusta más la poronga que las vacaciones!”. “Es que la hipocresía está por todas partes. Por eso yo juego mucho con los significados. Especialmente con lo que genera la palabra ‘puta’. En los foros de putas que hay en Internet hay nabos que se creen que es más respetuoso decirles ‘escort’. Entonces ponen ‘el cuerpo de esa escort era una botella de San Felipe’, como si ahí no hubiera agresión.”

Nadie da puntada sin hilo en el mundillo de los blogueros hot. ¿Qué los motiva? En el caso de Chanelle, al menos, la explicación arranca con el recuerdo de una vocación temprana y sigue con un cambio físico que tiene mucho de revancha. “A los ocho ya escribía por placer, y en el secundario inventé la historia de una banda que no existía”, recapitula. Luego saca de una caja fotos de su adolescencia. “Adiviná cuál era yo”, propone. En el grupito del viaje de egresados no hay ni una sola pista que permita identificarla. “Era ésta”, indica ella, y su dedo se posa sobre la más gorda del grupo. “Como verás, tengo necesidad de reivindicarme”, confiesa.

En 2007 Chanelle leyó una nota sobre una blogger que había conseguido llevar sus posts al formato libro. Era Lola Copacabana (justlola.blogspot.com), la pluma detrás de Buena Leche (Sudamericana). “Sentí que yo podía probar una cosa así –revela– y me puse a investigar.” El paso siguiente fue chusmear el blog de un hombre. “No voy a decir quién era. Pero el tipo se vanagloriaba de supuestos levantes y no la ponía nunca. Como de algo hay que vivir, muchas veces pagaba por sexo –se ríe Chanelle–. Esos relatos en los que el tipo se iba de putas me resultaron sumamente interesantes, y se me ocurrió que sería genial hacer ficción con ese `otro lado de la sexualidad’.” Su primer intento se llamó Lulú in love (luluinlove. blogspot.com), y la misma autora se encarga de recuperar en cinco líneas un caso real que le sirvió de inspiración en aquella primera época: “Sábado a la noche. Ella está esperando al flaco. Es una circunstancia supuestamente romántica, pero lo primero que hace el pibe cuando sube al departamento es pedir el baño. Se echa un terrible garco, y cuando sale le dice a la chica: ‘Discúlpame, lo nuestro se terminó’. Ahí nomás se va, dejando a la piba sola y vestida para matar. Imaginate, la gente se cagaba de risa cuando leía eso”.

Diario de una princesa –que en sus inicios se titulaba Diario de una puta– fue consecuencia directa de aquellos experimentos y sentó las bases de una novela que se publicará en marzo. Como estrategia para promocionarlo, Chanelle ha vuelto a Facebook, donde una vez le borraron la cuenta “por mostrar una teta”. “Hagan la prueba y díganme si no hay hipocresía –desafía–. Pongan en Facebook una foto de ustedes con un cartel que diga ‘viva Jorge Rafael Videla’ y a continuación pongan otra en la que muestren una teta. Van a ver que los dan de baja por la segunda.” De cualquier forma, la rubia asegura que tampoco se trata de exponerse porque sí. “Sin- ceramente, yo podría haber salido en la tele sacándole la peluca a Zulma Lobato, y no me interesó. Quiero ser famosa, pero no como sea”, comenta. Sus gatos Fidel y Mao la miran, confiados.

Cachondillos

Se opinó mucho sobre la relación entre Internet y el sexo. Que favorece los encuentros, que fomenta la pornografía, que presenta riesgos, que reemplaza la masturbación. La web se usa, incluso, para ofrecer servicios de sadomasoquismo a domicilio o para formar clubes de zoofilia (se empieza clickeando el ratón...). No obstante, es llamativo que llegado este nivel de abundancia y explicitud todavía queden quienes simple y llanamente cuentan. Pasado el furor del video amateur han cobrado auge otras opciones más “narrativas”, y la gallega Susana Moo, responsable de Erotómana (www.susanamoo.com) las está testeando una por una. Aparte de haber publicado Fantasías eróticas para paspallás (ojo, el paspallás es un ave), está avanzando con Crisol púbico, una nouvelle online donde invita a que los lectores envíen imágenes para ilustrar cada capítulo. Ha incursionado en el microrrelato, y en ocasiones los convierte en audio gracias a la actriz Lipa Benet. Esta dama que sólo muestra los pies despliega, en suma, una constelación creativa que se extiende en castellano y en gallego; a través de redes sociales, editoriales, diarios y revistas.

Como muchos de su cofradía, Susana juega al striptease del anonimato. “Me interesa conservar el anonimato por muchas razones, pero la más importante es que no quiero autocensurarme. Si me leyeran mis familiares y amigos me daría vergüenza escribir como escribo”, asume. Y continúa: “Algunos –y algunas– me quieren follar, pero la mayoría se conforman con leer. Me hace ilusión que aspiren a poseer mi cuerpo porque no saben cómo es”. Exceptuando los famosos pies, su seducción es puramente literaria. “Y eso me chifla”, añade ella en su español almodovariano.

Lo que ha ido decantando es un personaje cálido y amable, que coordina a una comunidad de fans que propone contenidos permanentemente. Da la impresión de que tanta interactividad debe ser agotadora. “No lo vivo como una explotación. Es un juego creativo que me satisface mucho. Me resulta gozoso saber, a tiempo real, que tanta gente lee mis fantasías y el efecto que produce en ella. Es un lujo que tenemos los escritores modernos, un lujazo”, aclara Moo. La responsable de tantos sudores fríos suelta párrafos como éste: “Sus sueños han sido tan escandalosos que conforman el más oscuro de sus secretos. El primer orgasmo vino de la mano de un león, un león macho que la forzaba a disfrutar de su lengua poderosa de carnívoro hambriento...”

–Dígame: ¿de dónde sale la inspiración para escenas así?

–Pues concretamente, la del león es real.

–¡...!

–Es decir, procede de un sueño antiguo, verdadero, pero normalmente son una mezcla entre lo vivido, lo imaginado o lo leído. Tengo la suerte de que mucha gente me confía sus fantasías. Ya si me pongo romántica te digo que me inspira Afrodita, mi diosa querida.

Rampolla under

A veces, claro, las cosas no salen tan prolijas. “Decime Agustina”, pide una dramaturga y actriz que no quiere dar su nombre real para no echar más leña al fuego. Es la condición para repasar el torbellino de anécdotas que vivió durante la corta vida del hoy desactivado y en su momento explosivo blog Porno y fugaz. “Acababa de separarme y empecé a salir con dos chabones –recapitula–. Quería pensar todo el día en sexo, y supuse que mis amigas no tenían por qué bancarme en ésa. Aparte, tampoco quería quemarle la cabeza a Mr. F.” (N. de la R.: se refiere al amante que aparecía mencionado más veces en sus posts.)

Se empezó a correr la voz de que existía un rincón del ciberespacio donde una joven ponía lo que jamás se había oído en boca de mujer. “Nadie sabía que era yo. De pronto se generó una ola de personas que se juntaban a leerme, pedían consejos o los daban. Y lo que había empezado como una forma de expresarme casi en privado se transformó en una manía y en el centro de mi vida –resume Agustina–. Lo loco es que yo no tenía la intención de calentar a nadie. Era una exploración descriptiva de lo que me pasaba, y necesitaba hacerlo en un lugar en el que no se hiciera un juicio. Hasta hubo lectores que sospecharon que yo no era mujer, así funciona el prejuicio sobre lo que una mina es capaz o no de decir.”

Las mayores trampas, confirma la pornoliterata desde su exilio, son las que tiende el propio ego. “Empecé a tener contacto con otros bloggers, y se enteraban de cosas de mi intimidad que mis amigos no sabían. Para colmo se había formado una imagen tergiversada de mí. Esperaban que fuera una especie de payaso sexual”, repasa. A medida que aquel anonimato se iba rompiendo, todo se complicó. “Tanto, que una de las personas que yo `caracterizaba` en el blog se enteró y me hizo un planteo moral, argumentando que la intimidad de dos personas no puede ser unilateralmente divulgada por una. Ahí terminó. Es una lástima que él no haya sabido ver el amor que yo ponía en eso.”

–Al final usted es una romántica...

–Un poco, sí.

–Ponerle tanta garra a narraciones sobre sexo, ¿no le bajaba un poco la libido?

–Para nada. Lo que había era una mezcla. Por ahí estaba en pleno sexo y ya iba prefigurando cómo iba a elaborar verbalmente la situación. Era intenso redactar con la misma bombacha, desde el locutorio que estaba frente a la casa de Mr. F, muy al estilo de una cronista de guerra. Hasta llegué a tener ganas de postear mientras estuviéramos garchando...

Tras cerrar Porno y fugaz, Agustina mantuvo una suerte de consultorio por e-mail con lectoras que la habían tomado de referencia. Como Rampolla, pero under. “Me han convocado para escribir, pero siempre pretenden censurarme. Si no me dejás poner `guascazo`, no voy a hablar sobre sexo. Me da risa que se use ‘miembro’ y ese tipo de expresiones”, se queja. En eso, se da vuelta y ve que la ventana de su casa –que da al patio interno de un edificio– está abierta de par en par. “¡Uy! Qué van a decir los vecinos...”, susurra, y la cierra entre risas.

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