CULTURA › MURIO ANDRES CASCIOLI, CREADOR DE LA REVISTA HUMOR
El nombre del genial dibujante quedará asociado al de su criatura más exitosa, emblema de la sátira política, desde la cual se atrevió a desafiar a la dictadura.
El editor, dibujante y artista plástico Andrés Cascioli, figura clave del humor gráfico en la Argentina, murió ayer por la madrugada, a los 72 años, víctima de un cáncer. Su nombre quedará asociado al de su criatura más exitosa, la revista Humor, y al de otras publicaciones como Satiricón y Fierro, reeditada actualmente por este diario. Dejó su marca en el humor político, a través del trazo inconfundible de sus caricaturas, con las que apuntó mediante el humor a los personajes de la política local de los últimos treinta años.
Cascioli logró, entre otras cosas, algo que hoy suena a utopía lejana: que en la Argentina una revista cultural vendiera 330 mil ejemplares. Lo hizo en medio de una dictadura militar, con tapas que caricaturizaban a los generales de turno. Usó el humor como arma para decir lo que nadie creía posible que toleraría la censura. Aquel semillero que fue la revista Humor incluyó firmas como las de Osvaldo Soriano, Juan Sasturain, Alejandro Dolina y Aída Bortnik, entre muchos otros. Y las de guionistas y dibujantes como Tomás Sanz, Grondona White, Meiji, Tabaré, Trillo, Altuna, Ceo, Crist o Aquiles Fabregat. El orden en que Cascioli los presentaba era estrictamente el inverso: “Los primeros que pusimos la cara, los que nos jugamos el cuero, fuimos los dibujantes”, aclaraba en un reportaje publicado en este diario. “Fabre era el único que no era dibujante, pero estaba de nuestro lado, era guionista. Después se sumaron los periodistas. Yo les abrí las puertas un poco a pedido de la gente, porque las cartas de lectores insistían en que les diéramos un espacio a los que tenían que denunciar cosas. Primero fueron los lectores los que escribían, y después los periodistas. Ese fue el orden.”
Nacido en Avellaneda en 1936, Cascioli comenzó su carrera en el diseño publicitario y el dibujo de historietas, se desempeñó como director de arte en agencias de publicidad, hasta que en 1972 fundó junto a Oskar Blotta la revista de humor político Satiricón, que fue censurada y cerró durante el gobierno de Isabel Perón. En 1978 creó Humor Registrado y más tarde Ediciones de la Urraca, el sello con el que editó más de una decena de revistas, entre ellas El Péndulo, El Periodista de Buenos Aires, Humi y Fierro, y libros de autores como Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina y Maitena. Entre los numerosos premios que recibió Humor, en 1982 fue nombrada en Italia como “Mejor Revista Satírica del Mundo”. Dos años antes, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos había adquirido cuatro originales de las caricaturas con que Cascioli ilustró aquellas tapas geniales.
En el prólogo de la antología La revista Humor y la dictadura, publicada en 2005, Cascioli recontruye la historia del nacimiento de su revista: “Humor tenía un antecedente inmediato en Chaupinela, revista parida en 1975, en una redacción prestada, un verdadero cuchitril donde empezó a germinar la idea de lo que sería tres años después una publicación más madura”, contaba. “Ese precalentamiento, durante el gobierno peronista piloteado por Isabelita, sería muy valioso. López Rega y sus secuaces de la Triple A perseguían por esos días a periodistas, actores e intelectuales que tuvieran tufillo a zurdo. Y se daba entonces una paradoja: mientras para los militares éramos ‘comunistas’ (de acuerdo con las enseñanzas adquiridas en escuela de Panamá), para el gobierno de Isabelita y López Rega éramos ‘gorilas’. Años después –ya en plena restauración democrática–, la acusación cambió: se nos empezó a tildar de ‘radicales’.”
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