CULTURA › COMIENZAN LAS JORNADAS DE ARTE Y GéNERO EN EL ESPACIO CULTURAL NUESTROS HIJOS
Los coordinadores Marcelo Pelissier y Carla Llopis cuentan cómo nació la iniciativa que ocupa desde hoy el espacio de Libertador 8465, pensada como reflexión a través del arte sobre el lugar de la mujer en una sociedad a la que le cuesta desprenderse del machismo.
Marcelo Pelissier y Carla Llopis son los coordinadores de las Jornadas de Arte y Género que comienzan hoy en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (Avenida del Libertador 8465). Cada cual se dedicó a reclutar artistas de su ámbito: él es artista plástico y ella, bailarina y coreógrafa. A muestras y espectáculos hechos por mujeres se sumarán mesas de debate –con entrada gratuita–, en un encuentro que tiene para rato: culminará el 18 de diciembre. La intención, cuentan ambos, es “introducir el problema del arte y el género en el ECuNHi”, espacio que, implícitamente, establece esa relación. “Al ser de las Madres, es matriarcal. La mujer está tematizada en el laburo, en el quehacer”, puntualiza Llopis.
“¿Puede un hombre heterosexual ser feminista?” Con este interrogante se topó Pelissier cuando leía a la escritora Rosa Olivares. Hacía poco, una artista le había reclamado mayor presencia femenina en una muestra que estaba organizando. “Me parecía absurdo poner un cupo femenino, pero eso me quedó dando vueltas”, recuerda. Para resarcirse de lo que percibió como “acusación”, quien coordina el área de Artes Visuales del ECuNHi programó una exposición compuesta sólo por obras de mujeres. Le pareció poco y contactó a Llopis (también directora y actriz). Ambos se ocupan de aclararlo al inicio de la charla con Página/12: que no es un encuentro feminista, que ellos tampoco lo son. “Me declaro bastante ignorante al respecto –admite Pelissier–. La pregunta de Olivares es la excusa para armar esto y encontrar una respuesta. No sé si la voy a obtener.”
Todo comenzará hoy a las 15, con la inauguración de una muestra visual, titulada Igual-Diferente, que aborda diversos lenguajes: pinturas, fotografías, videos y objetos. La lista incluye a más de veinte artistas, entre ellas Claudia Aira, Carolina Antoniadis, Marta Ares, Jasmine Bakalarz, Mujeres Públicas y Luján Funes. En la apertura habrá dos performances: abrirá Maison Trash (a las 16), a cargo de Mirtha Bermegui, “un desfile de modas con ropa reciclada”, seguida por Ministerio de Cultura, de Alicia Riero. En cuanto a la danza –que se hará presente todos los sábados desde el 13 de noviembre– el propósito es romper con la convención. Las bailarinas irrumpirán en distintos puntos del espacio, sorprendiendo y dialogando con las propuestas visuales. ¿Qué se verá? Entre otras propuestas, la de Laura Feijoó, titulada Nervio, y la del Grupo Castadiva, que promete una atractiva versión del “Bolero de Ravel”, con dirección de Mónica Fracchia y la participación de veinte intérpretes. Las mesas de debate completan el encuentro: Teresa Parodi, Patricia Zangaro, Claudia Piñeiro y Mariana Carbajal están entre las disertantes. Se conversará sobre literatura, teatro, política, educación en cárceles y medios (la programación completa se puede consultar en www.nuestroshijos.org.ar).
Si se consideran el interrogante que desató el encuentro y experiencias como la de Varones por la Equidad –un grupo de hombres que lucha por una sociedad más igualitaria– llama la atención que no participen hombres. Pelissier advierte que no se trató de una exclusión deliberada. “Es anecdótico”, desliza. “Este es un espacio para pensar a la mujer –define Llopis–. Mostramos lo que ya se sabe: la opresión que existe desde hace muchísimos años y cómo repercute en las mujeres. Pero con un discurso que no pretende la igualdad ni marca la diferencia.”
–¿Y cuál fue el criterio de selección de obras y espectáculos?
Carla Llopis: –Son todos de danza contemporánea. Las coreógrafas que invité trabajan desde el universo femenino y con intérpretes femeninas. La danza pasa por una crisis narrativa: no conceptualiza ni narra. Por eso, la esencia de las intervenciones es el cuerpo femenino, su energía y apoyo particulares. Tematizan eso: el flujo vivencial de las mujeres. Feijoó muestra un estudio neto del movimiento. Todo lo que hace (Laura) Roatta tiene que ver con cómo la mujer se posiciona en el mundo. Y cuando Fracchia propuso el bolero, pensé: veinte mujeres bailando en el ECuNHi cambiaban la historia.
Marcelo Pelissier: –Privilegié la diversidad. Así como hay imágenes muy hogareñas, aparece la violencia contra la mujer. Traté de que no fuera un discurso feminista y sí abierto. Busqué obras en las que se notara que habían sido producidas por una mujer, cosa que muchas veces no pasa en la pintura. Es más fácil descubrir a una mujer en un objeto. Tal vez porque el género está atravesado por un discurso masculino: la historia de la pintura es la de los hombres pintores. En cambio, desde principios del siglo XX hay muchas mujeres haciendo arte objetual.
–Diana Dowek dijo que la mujer siempre ha sido representada en el arte como objeto de deseo, prostituta o madre, y no como trabajadora. ¿Creen que pasa eso en sus disciplinas?
M. P.: –Entiendo que esa frase está generada a partir de su última producción: ella tomó imágenes en las fábricas para hacer pinturas.
C. L.: –Hay estudios de mujeres trabajadoras en la literatura, la política y la historia desde hace quince años. En términos históricos es poco. En cuanto al teatro, la actriz antes tenía una connotación de mujer de vida ligera. No ocurre en nuestro contexto. Habiendo comenzado como un ámbito masculino, la danza fue luego altamente copada por las mujeres. Hoy es al revés: a un varón le cuesta más ir a tomar una clase.
–¿Y cómo se las ingenia la danza para correr a la mujer del lugar de objeto de deseo? ¿Consigue que eso se diluya?
C. L.: –No sé si se diluye del todo. Trata de no exhibir partes del cuerpo como producto, que es lo que hace Tinelli. En el teatro los roles femeninos y masculinos hoy están menos pautados: se puede hacer una Bernarda Alba con seis varones. Si desexualizamos un poco vamos a poder hablar de sexo en serio. Por ejemplo, en Maneries, de Luis Garay, la intérprete se desnuda sin ninguna razón para hacerlo, tampoco para volver a vestirse. Esa verdad corporal es más erótica e interesante que poner a una chica en tanga a bailar lambada... Hay espectáculos que son consumidos por el circo, no por el cuerpo. Nadie paga para ver un culo. Paga para ver “el culo de...”, que es distinto, porque lo importante es lo que está detrás.
Entrevista: María Daniela Yaccar.
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