Sábado, 22 de enero de 2011 | Hoy
CULTURA › LEANDRO DONOZO, ARCHIVISTA Y DUEñO DE GOURMET MUSICAL EDICIONES
Lo que nació como un sitio web con información detallada sobre música latinoamericana terminó convirtiéndose en una editorial que publica más libros cada año. Así, la pasión de su artífice por la música y el archivo encontraron una utilidad extra.
Por Karina Micheletto
Una investigación sobre Mercedes Sosa guía los pasos de esta cronista hasta la casa de Leandro Donozo, el hombre detrás del archivo más completo de revistas de música de la Argentina. El trabajo requiere la búsqueda de material de un momento muy puntual: los conciertos que la tucumana dio en Buenos Aires a su regreso del exilio, en febrero de 1982, todavía en dictadura. El material existente es escaso, pero Donozo hace gala de su archivo a partir de un par de clicks a un inventario que revela horas de trabajo hormiga en la minucia del detalle de fechas, autores, temas. “¿El programa te interesa?”, tira de pronto Donozo como al pasar. Con otro par de aperturas certeras de cajas y estantes, aparecerán no sólo una cantidad importante de revistas atinadas, también el mismísimo programa del concierto que es objeto de la investigación.
La anécdota personal es ilustrativa del valor de Donozo, o más exactamente de su trabajo. Su pasión por la música y el archivo –lo suyo no es coleccionismo, aclarará en la entrevista– ha dado frutos en cerca de una década: lo que comenzó a fines de los ’90 como un sitio de Internet que ofrecía una detallada base de datos sobre música latinoamericana, junto con la venta y distribución de producciones independientes, terminó dando forma a Gourmet Musical Ediciones, una editorial dedicada exclusivamente a la música. Una cantidad de títulos ya editados (biografías como las de Leopoldo Federico y Tito Francia, Estudios sobre la obra compositiva de Astor Piazzolla, Estudios sobre los estilos compositivos del tango, Música y modernidad en Buenos Aires (1920-1940), Xul Solar, un músico visual, Proust, músico, la reedición de Cómo vino la mano. Orígenes del rock argentino, de Miguel Grinberg), se sumaron a la primera de las ediciones, aquella con la que este musicólogo dio forma a la editorial, a falta de otras que aceptaran publicar este material. En su Diccionario bibliográfico de la música en la Argentina, Donozo reunió los principales libros argentinos y extranjeros sobre el tema, con la información organizada por palabras claves y temas, nombres de compositores, intérpretes, investigadores, periodistas, productores, géneros musicales, instrumentos, lugares, obras teatrales y cinematográficas. También mencionó allí las principales bibliotecas donde es posible encontrar esas obras, e información sobre lugares y fechas de obras y músicos.
Un segundo trabajo, su Guía de revistas de música de la Argentina, completó el material de referencia indispensable para investigadores (y para quienes se entusiasmen con el tema, aunque no lo investiguen), con la reseña de más de 450 revistas musicales editadas en el país entre 1829 y 2007, más una selección de títulos extranjeros de interés local. La guía que incluye revistas gratuitas y de venta en kioscos, boletines institucionales, cancioneros y fanzines se presenta, claro, con la misma minucia que el diccionario bibliográfico. Otra cantidad de títulos ya en proceso multiplicarán el catálogo a lo largo de este año: Discografía básica del tango, de Omar García Brunelli, un libro con CD a punto de entrar en las librerías, La obra musical de Carlos Guastavino, Lévi- Strauss músico, compilaciones como El tango en la música clásica argentina, Música y prensa periódica en Buenos Aires, Estudios sobre la obra de Carlos Vega, o la reunión de las críticas publicadas por Miguel Grinberg en el diario La Opinión durante los ’70. Como las anteriores, se trata de ediciones que tienen mucho de artesanal, y que buscan que el rigor y la minucia del trabajo académico puedan ser accesibles a un público más amplio.
El año pasado, una gran muestra en la Biblioteca Nacional, realizada junto al Area de Crítica de Artes del IUNA y la Secretaría de Cultura de la Nación, expuso al público el archivo de Donozo. A lo largo de este año, un programa en la radio Nacional Clásica (La música de los libros de música, los domingos a las 23, a partir de marzo), reunirá ese material sonoro que describe el título del programa, y difundirá, de paso, ese bien escaso que son los libros de música. “Hay poca gente a la que le interesa la musicología, pero muchísima a la que le interesa la música”, advierte el editor. “Mi obsesión siempre fue pensar qué le aporta un libro sobre música a un tipo que escucha música. En el ámbito de la musicología hay mucha producción que nunca sale del circuito académico, porque permanece como un mundo separado al de la divulgación. Mi apuesta es por los muchos que sí se interesarían por este material, si estuviera a su alcance”, describe Donozo, que cursó la carrera de Artes con orientación en Música en la Facultad de Filosofía y Letras.
–¿Hasta dónde llega su obsesión de coleccionista? ¿Qué cosas ha hecho para conseguir una revista?
–No, lo mío no va por ese lado. No me gusta llamarme coleccionista, lo que tengo es un archivo. Son herramientas de trabajo, materiales recolectados con un fin específico, o con muchos fines, pero no con la idea de guardarlos para mí. De hecho, hoy mi colección de revistas funciona como archivo semipúblico que consulta todo el que lo necesite. Es un poco la idea contraria del coleccionista: para mí estas revistas (y también los libros, los discos, los programas de los conciertos) son materiales de trabajo, fuentes, no objetos preciosos que busco atesorar.
–¿Hasta qué punto es sustentable una editorial exclusivamente dedicada a la música?
–¡La gran pregunta (risas)! A veces, en broma digo que si ésta es la primera editorial con orientación musicológica en la Argentina, ahora sé por qué no hubo otras antes. Pero lo miro desde otra perspectiva: la editorial todavía existe, lo cual para mí es en sí una señal de éxito. Buena parte de lo que entra se reinvierte, lo cual quiere decir que avanzamos. Cuando arranqué sabía que este proyecto tenía una alta dosis de improbabilidad, y sin embargo, cada año que pasa sacamos más títulos que el anterior. Con los primeros libros que iba a proponer editar a los autores, tenía que explicar cada cosa porque parecía una rareza. Hoy empiezan a aparecer propuestas para editar, es al revés. La editorial avanza, a pesar de las dificultades, que son muchas.
–¿Cuáles, por ejemplo?
–Es muy complicada la distribución en el interior: me resulta más fácil hacer llegar mis libros a España que a Tucumán. Y trabajar a pedido, con el Correo Argentino, es una fatalidad. Además, soy uno solo cubriendo todo, y el esfuerzo se reparte entre mantener la red de distribución, imaginar nuevos circuitos, editar nuevos títulos, promocionar los que ya existen, buscar subsidios para sostener todo esto...
–¿Cuál considera que es su mayor logro?
–Haber armado esta editorial, que todavía exista y que además tenga posibilidades de seguir creciendo, me parece de por sí bastante significativo. Esta editorial combina muchos gustos o intereses personales: por la música, por los libros y las revistas, por la investigación. Y también me permite combinar el trabajo académico con otros ámbitos de circulación, porque siempre sentí el peso de una idea conflictiva al respecto: pienso que el trabajo académico, de investigación, tiene que servir para algo. Para que los alumnos aprendan, para que les interese a los músicos, a la gente que escucha música, como entretenimiento, algo. Si sirve solamente para que el investigador consigne que lo hizo en un formulario, no tiene mucho sentido. Tampoco es que todo lo que se produce tenga que salir en la tapa de los diarios, pero un balance entre la exposición de los medios y el aislamiento de la academia sería interesante.
–En cuanto al escaso interés que siempre existió por la conservación de los objetos de la cultura, lo que pasa con las revistas de música, ¿entra dentro de las generales de la ley o es de alguna manera especial?
–Hubo el mismo interés por la conservación, casi nulo, que en otros campos. Con la diferencia que a veces estos objetos estuvieron sujetos a los vaivenes de las valoraciones, que van cambiando con el tiempo. Por ejemplo, es más fácil que en una biblioteca hayan guardado revistas de música clásica que de música popular, ¡aunque no encontré una sola colección completa de la revista Clásica en ninguna biblioteca de Buenos Aires! Las revistas son materiales que no siempre son tan valorados: nadie tira un libro sin culpa, en cambio parece lógico tirar las revistas. Y está muy bien, no pretendo que todos las guarden y que destinen el espacio de su casa a eso, como hago yo (risas). Lo que sí digo es que alguien debería guardarlas.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.