La Feria Internacional del Libro está cocinando a fuego lento sus platos principales. Esta fiesta otoñal –se sabe– es pasión de multitudes. Los comensales pueden ir agendando el menú más apto para sus paladares. La estrella en el firmamento de la 37ª edición –que se realizará del 20 de abril al 9 de mayo bajo el lema “Una ciudad abierta al mundo de los libros”– será el último Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. El escritor peruano presentará su flamante novela, El sueño del celta. La grata sorpresa será la presencia del escritor británico de origen japonés, Kazuo Ishiguro, considerado uno de los mejores novelistas británicos junto con Martin Amis, Ian McEwan y Salman Rushdie. Un puñado de lectores devotos tiene Ishiguro por estos pagos. Probablemente más de uno lanzará una exclamación de incredulidad al leer estas líneas. Pero más allá del asombro, si ningún factor imponderable de último momento pone palos en el camino que lo conducirá hasta el predio de la Rural, la visita del autor de Los restos del día, Cuando fuimos huérfanos y Nunca me abandones, entre otros títulos, estaría garantizada.

Algunos escritores españoles podrían ser nombrados “ciudadano ilustre de la feria”, como Juan José Millás, que vendrá con su nueva novela bajo el brazo, Lo que sé de los hombrecillos; Rosa Montero y Antonio Muñoz Molina. El último nombre del menú confirmado: el sociólogo francés François Dubet. Más allá del impacto sonoro de algunas de las visitas, la Fundación El Libro, entidad a cargo de la organización de la Feria, acaba de renovar sus autoridades. Gustavo Canevaro, gerente de la editorial Albatros, es el nuevo presidente. Recién asume, con la 37ª edición de la feria en marcha. Mientras tantea el terreno y se prueba el traje de presidente, plantea algunas cuestiones inmediatas, de “corto plazo”, en torno de su gestión. “Estamos trabajando con toda la gente del sector editorial para ratificar el liderazgo de la feria; pero también queremos reflejar los cambios tecnológicos que estamos viviendo y reforzar la participación del libro digital en el predio”, anticipa Canevaro a Página/12. “La masividad del público la vamos a defender a rajatabla, pero también apuntamos a profundizar la excelencia profesional”, aclara el presidente de la Fundación El Libro. Por primera vez habrá una muestra permanente dedicada a los libros digitales, donde se exhibirá un dispositivo de origen español, el Papyrus, de un tamaño muy manejable que ha sido pensado para la lectura de e-books.

La industria editorial, advierte Canevaro, hace rato que no puede ni debe ningunear los nuevos soportes. Ciertamente está por verse la velocidad con la que se aplicarán y adoptarán las nuevas tecnologías. El millón de personas que patea los pabellones de la Rural no comprará automáticamente e-books, como cuando aprovecha alguna que otra oferta o descuento. Imaginar mochilas y carteras repletas de dispositivos es un mero ejercicio para la imaginación. Ese escenario, según con el cristal con que se lo mire, estará más o menos cercano. Pero sin duda se despliega, despacio, en el horizonte. “Aunque el libro impreso sigue siendo el que manda, hay que tener la cabeza abierta a los cambios en los consumos culturales en una sociedad que se está comunicando de otra manera.” La producción de libros digitales es un bien que escasea a lo largo y ancho del territorio argentino. “De los 22 mil títulos que se publican en un año, lo orientado a lo digital no supera los 500 títulos –subraya el presidente de la Fundación El Libro–. La realidad es que estamos con índices de producción muy bajos, pero que crecen geométricamente.”

La dirección de la feria –por ahora– está vacante. Después de 38 años de frenética labor, en septiembre del año pasado, la entonces directora de la feria, Marta Díaz, decidió alejarse y descansar de tanto trajín. “La próxima semana habrá novedades”, promete Canevaro. Pero no suelta el nombre del futuro director o directora. Tampoco dice quién será el escritor/a argentino/a que hablará durante la apertura de la 37ª edición, que coincidirá con el nombramiento de Buenos Aires como capital mundial del libro. Alguna vez se intentó que la inaugurara Carlos Fuentes. Pero no pudo ser. ¿Vargas Llosa?, pregunta Página/12. Unos segundos de silencio. Unos cuantos. Si es cierto que el que calla otorga, tal vez Canevaro tenga en mente al escritor peruano. “Todavía falta mucho...”, dice.