CULTURA › LOS AUTéNTICOS DECADENTES CERRARON EL CORSO DE SAN JUAN Y BOEDO
En la penúltima jornada del Carnaval hubo celebraciones en diversos barrios. Además de la fiesta de los Decadentes, la murga-teatro Los Descontrolados de Barracas copó las calles porteñas para presentar GPS Barrial (Turismo Humano).
La habitualmente tanguera esquina de San Juan y Boedo adquirió ayer una fisonomía diferente. Miles de vecinos de distintos barrios se acercaron a ese emblema geográfico y cultural de la porteñidad para festejar la penúltima jornada del Carnaval. Y qué mejor que Los Auténticos Decadentes para cerrar el corso, después de horas de desfiles de murgas. “Que esto sea una fiesta, que el Carnaval vuelva a los barrios como siempre”, arengó el cantante Cucho Parisi desde arriba del escenario, ante más de treinta mil personas, y frente a una primera fila de lujo, integrada por las murgas más emblemáticas: Resaca Murguera de San Cristóbal, Los Amantes de La Boca, Los Mimosos de La Paternal, La Gloriosa de Boedo, entre muchas otras.
“Pendeviejo”, “Los piratas” y “Diosa” fueron algunos de los primeros hits desplegados por los Decadentes en la fiesta que fue impulsada por Presidencia de la Nación y organizada por la Secretaría de Cultura, conjuntamente con las murgas porteñas. El de anoche fue el momento culminante de un festejo carnavalero que se extendió por Almagro, Colegiales, Villa Urquiza, San Telmo, La Boca, Liniers, Flores y Villa Crespo, entre otros barrios. Centenares de murgas y agrupaciones les pusieron ritmo y color a las calles de Buenos Aires.
“Nunca nos van a sacar el arte del barrio”, fue el grito que quedó rebotando en la cabeza de los vecinos de Monte Castro y Parque Avellaneda, que empezaban a salir de sus casas para vivir el Carnaval, ése que recuperó dos días de vida por un DNU que le puso fin a la decisión de Martínez de Hoz de borrarlos del calendario. La frase, que propone la permanencia en el tiempo, formó parte de la presentación de la obra GPS Barrial (Turismo Humano) de la murga-teatro Los Descontrolados de Barracas, que regaló en el inicio del corso una interesante puesta con una gran dosis de ironía, baile y cuplés. “Haber logrado tener nuevamente la fiesta del Carnaval es una conquista del pueblo. Nosotros hace ya quince años que salimos en todos los carnavales y consideramos que es un lugar de encuentro y de transgresión. Porque aprovechamos para transmitir problemáticas de nuestro barrio”, le dice a Página/12 Ricardo Talento, director general del proyecto artístico comunitario Circuito Cultural Barracas, espacio que cobija a la murga-teatro.
Es que de eso se trata el Carnaval: es la posibilidad de reconocerse, de construir lazos, de conocer al vecino que se enfrenta a diario con los mismos problemas, y de encontrar soluciones de manera colectiva. Por ese lado va la propuesta de Los Decontrolados... y de tantas murgas barriales que se reparten por la ciudad. Así, vestidos con trajes que combinan naranja, azul y amarillo, los murgueros le dieron paso a la formalidad y se presentaron: “Somos del pueblo viejo de Barracas, barrio lindo, y venimos a traer felicidad”.
La obra imagina cómo sería “la última comunidad del mundo en donde la gente se relaciona como seres humanos, manteniendo vínculos afectivos y de convivencia, difíciles de encontrar en el mundo civilizado”. La historia presenta a un grupo de turistas que llegan en un “bondi” al barrio de Barracas para conocer esa última muestra de humanidad. Durante el recorrido, los curiosos se topan con escenarios nunca antes vistos: “¿Eso qué es?”, se sorprende uno con acento alemán cuando descubre un bache gigante. “Es un yacimiento arqueológico urbano”, ironizan a coro los “habitantes de la comunidad” de Barracas. Los turistas (representados con sombreros y mochilas casi tan grandes como su cuerpo) parecen convencidos y siguen la visita hasta que llegan a un basural. “Eso es una fuente de conocimiento: si se detienen a mirar sabrán qué comió cada vecino del barrio”, explican con humor los lugareños. Entre las escenas, los murgueros se lucen con cuplés y bailes acompañados con un ritmo frenético que sale de los tambores. “Como decía León Tolstoi: ‘Habla de tu aldea y serás universal’. Si hacemos este espectáculo en donde hablamos de cómo hemos perdido las relaciones humanas y nos hemos ido encerrando, es un poco porque pasa en la ciudad de Buenos Aires y en muchos lados. Entonces, para nosotros el Carnaval es una oportunidad para poder contar cosas de nuestro lugar y compartirlo con otros vecinos”, reflexiona Talento, una vez finalizada la presentación de la murga que en abril cumplirá 15 años buscando una “transformación social a través del arte”.
En otro de los pasajes de la pieza, Los Descontrolados... abren el juego y proponen el debate sobre una cuestión difundida hasta el hartazgo y tergiversada por algunos medios de comunicación: la inseguridad. “¡Un asalto! ¡Qué horror! ¡Un policía pronto!”, grita desesperado uno de los turistas cuando ve que le roban a una anciana. “No es un asalto –aclaran con ironía los vecinos– es una señora compartiendo a una persona en situación de riesgo.” Para Talento, hay una única forma de combatir el discurso mediático del miedo: “Si la comunidad vuelve a tomar la vereda o una plaza como su espacio, ese es un hecho de seguridad. No necesitamos más policía en las calles para tener más seguridad, necesitamos estar más en relación con el otro. Porque si no conocemos quién es el vecino que vive al lado nuestro, ¿quién nos va a cuidar?”.
Casi al final, con la calle copada por los vecinos, se dio el mejor segmento festivo: las manos estallaron contra los parches y bailarines de todas las edades (desde niños hasta un hombre de 70 años) se unieron en un baile colectivo que contagió a todos. “Nos dividieron en edades para dominarnos. Si yo no me junto con un joven o viceversa, ¿cómo nos retransmitimos saberes? Cuando construimos juntos nos damos cuenta de que podemos convivir alegremente. Además, queremos que el vecino vuelva a desarrollar su creatividad. Porque nos han vendido que el arte es patrimonio de los artistas y no es así: la creatividad es patrimonio del ser humano. Entonces, también hay que volver a recuperar la creación como un derecho de todos y como un hecho colectivo”, defiende Talento.
El Carnaval Federal de la Alegría cumplió ayer su tercera jornada en más de sesenta y cinco municipios de todo el país. El objetivo de la iniciativa es recuperar los espacios públicos como puntos de encuentro, así como rescatar el sentido pluralista de las celebraciones populares. Por otra parte, el festejo aprovecha los recientemente instituidos feriados carnavaleros, que habían sido derogados por la última dictadura militar y que están de vuelta en un intento por dar mayores bríos a la tradición del Rey Momo.
En la ciudad de Corrientes, la velada cobró fuerza luego de un típico atardecer de verano. Con la competencia entre comparsas en la recta final, la participación masiva demostró que soplan aires nuevos a orillas del Paraná. Decenas de agrupaciones y miles de personas se hicieron escuchar y danzaron en familia, cerrando otro capítulo en la serie de bailes que se repiten varias veces por semana desde principios de febrero.
En otros puntos del territorio se registraron postales similares. El Carnaval Federal de la Alegría se enmarca en la campaña “Argentina con vos siempre”, que consta de actividades educativas y sanitarias en centros turísticos durante la temporada estival. En este caso, el cronograma –impulsado por la Presidencia de la Nación y ejecutado por el Ministerio de Turismo y la Secretaría de Cultura de la Nación– arrancó el 5 de marzo y terminará esta noche, tras haber generado un importante movimiento en rutas y hospedajes.
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