CULTURA › LOS PERICOS TOCARON EN BOEDO
Ante una multitud, la banda de Juanchi Baleirón cerró el tramo porteño del Carnaval. Antes, Los Súper Ratones y numerosas murgas les pusieron música y ritmo a las calles de Boedo.
La imagen era inequívoca: una multitud ocupaba tres cuadras a lo largo de la avenida Boedo, con la mirada puesta en el escenario ubicado sobre la calle Humberto 1º. Esa zona emblemática del barrio, tantas veces transitada por realidades y leyendas vinculadas con el tango, comenzó bien temprano a teñirse de colores diferentes. No era sólo el color de las murgas que se sucedieron a través de la tardecita-noche. Era la gente, de todas las edades y condiciones sociales, la que le añadía esa tonalidad que sólo las grandes fiestas son capaces de absorber.
El tramo porteño del Carnaval Federal de la Alegría vivió su singularidad en el marco de un diseño pensado para todo el país. Así como en la jornada del lunes Los Auténticos Decadentes hicieron cantar y bailar a treinta mil personas, anoche eran Los Pericos, al cierre de esta edición, los que desataban la alegría en la multitud. Antes subieron al escenario Los Súper Ratones, que contagiaron al público con su pop-rock.
Poco después de las 23, Juanchi Baleirón y los suyos arrancaron los primeros aplausos del set con el híper clásico “Jamaica reggae”. Una banda afilada, que hace rato dejó de extrañar la presencia de Bahiano, ofreció un set demoledor, algo acotado respecto del que pensaba realizar en un principio, debido a que la fiesta no podía extenderse mucho más allá de la medianoche. Pero los hits se fueron sucediendo ante un público variopinto que, más allá de los gustos –había rockeros, cumbieros, rolingas y muchas familias sin señas musicales identificatorias– tenía incorporadas casi todas estas canciones en su inconsciente. Así, “Complicado y aturdido”, “Párate y mira”, “Home sweet home” (subió Amado Boudou como invitado) y “Casi nunca lo ves”, entre otras, animaron una jornada marcada por la buena onda, más allá de alguna escaramuza menor ocurrida en la calle en determinado momento de la noche.
En otros puntos de la Argentina se registraron postales diferentes, de acuerdo con las particularidades de cada cultura. Pero el espíritu fue el mismo. La ciudad de Buenos Aires recuperó el alma de los viejos carnavales, con nuevos protagonistas. Es de esperar que en las próximas ediciones, los festejos carnavaleros enriquezcan este camino que durante tantos años se vio obstruido por los censores de turno.
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