Mar 22.11.2011
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CULTURA › LA BALANDRA, UNA NUEVA REVISTA LITERARIA

La trastienda de la creación

Dirigida por la escritora Alejandra Laurencich, la flamante publicación da a conocer parte de la producción literaria que está afuera del mercado. “El objetivo es difundir el oficio de la escritura y divulgarlo entre la gente que empieza a escribir.”

› Por Silvina Friera

La otra narrativa –nuevos escritores inéditos, autores poco divulgados o desconocidos– desafía la invisibilidad. La balandra, nueva revista literaria que dirige la escritora Alejandra Laurencich (agotó la tirada de 2700 ejemplares y se acaba de reimprimir), difunde no sólo a quienes comienzan a dar sus primeros pasos. Los lectores curiosos que disfrutan de la lectura –sin aspiraciones ni fantasías de ejercer, alguna vez, el oficio– podrán descubrir por primera vez las bambalinas de la creación literaria, el día a día del escritor, las primeras tentativas, los interrogantes y dilemas que enfrenta en el trabajo cotidiano; cuestiones que suelen ser escamoteadas o poco compartidas. En el primer número, Guillermo Martínez reconstruye el itinerario de sus primeros relatos para un “certamen literario de entrecasa”, organizado por su padre -–también escritor–. Y además ofrece un cuento inédito que escribió a los 13 años, con un dossier que incluye las variantes entre el texto manuscrito en un cuaderno y la versión mecanografiada por el padre de Martínez.

“La revista se iba a llamar NN, por nueva narrativa, la que no se conoce, la que no se publica”, cuenta Laurencich, coordinadora de talleres literarios. “NN tiene un eco que me gustaba, como algo que sale a la luz. Pero a la vez cuando lo decía generaba, casi siempre, el mismo comentario: ‘¿no es muy fuerte?, ¿lo pensaste bien?’ –recuerda la escritora en la entrevista con Página/12–. Yo veía la parte positiva, pero el resto se refería a la connotación más oscura. La que me decidió fue Elsa Drucaroff, que me dijo que a veces poner nombres con ciertas resonancias terminan siendo proféticos. Y yo, que soy recabulera, pensé: ‘No voy a terminar siendo una NN, no quisiera que me rozara esa posibilidad’”. A pesar del berretín con esa sigla, no vaciló en cambiar el nombre. Quizá estaba leyendo un cuento cuando sucumbió a la musicalidad de una palabra: balandra, que remite a una embarcación pequeña, de vela, con un solo palo. “Esa nave humilde enseguida la asocié con la nueva narrativa”, subraya la autora de Coronadas de Gloria, Historia de mujeres oscuras y Vete de mí.

Laurencich se deja llevar por el torrente de paisajes inexplorados que atraviesan las páginas de La balandra, que se publicará cuatro veces al año. En el primer número hay relatos de la joven escritora y artista plástica ecuatoriana Julia Rendón y de los narradores argentinos Fernando Zúñiga, que actualmente está terminando su primer volumen de cuentos, y Carlos Costa. También hay espacio para la narrativa extranjera consagrada en otras partes del mundo, pero todavía no editada por estos pagos, como los narradores eslovenos Maruša Krese, Polona Glavan y Andrej Blatnik. “Lo que muestro en la revista son cuentos o fragmentos de novelas que me gustan por la apuesta o la potencia que tienen –explica–. ¿Por qué no mostrar lo que te conmueve en vez de lo que ‘está bien’ o lo que ‘habría que mostrar’? Hay muchos escritores y escritoras que están laburando hace años y todavía no han publicado; hay que dar a conocer lo que están haciendo”. El contacto con los coordinadores de talleres literarios es una de las piezas clave para nutrir esta sección de la revista. “Aunque sé que puede haber una avalancha de textos, la idea sería recibir un conjunto de cuentos –no sólo uno– o fragmentos de novelas donde se perciba una perspectiva madura. No porque te salga un cuento, lo mandás. Y listo. Tengo una cantidad de lectores y escritores calificados que filtrarían los textos para publicar en la revista y en la web”, plantea la escritora.

Una de las secciones de La balandra se titula “Nociones de oficio”. “Clases muy básicas, que es lo primero que le transmito a la gente que asiste a mis talleres”, resume Laurencich. En el primer número el tema es la estructura narrativa del cuento y de la novela. Para el número dos, que se lanzaría antes de Navidad, será el turno de abordar el narrador; “cuestiones que cuando se escribe se manejan, pero el que empieza no tiene mucha idea”. El plato principal del próximo número –anticipa la directora– es hasta cuándo se corrige un texto. “Esta es una pregunta básica que le quita el sueño a más de uno. Al principio, cuando no tenés tanto oficio, es un gran dilema”, subraya Laurencich.

–¿Cómo definiría la línea editorial de La balandra?

–El objetivo es difundir el oficio de la escritura y divulgarlo entre la gente que empieza a escribir. Estoy acostumbrada a escuchar permanentemente las inquietudes de los que traen sus primeros textos a mis talleres. Pero también me acuerdo de lo que yo tenía en la cabeza cuando comencé, cuando escuchaba un nombre y me preguntaba quién sería. ¿Por qué no hacer una revista que sea difusora de lo que nosotros sabemos, pero el que comienza no sabe? Si muestro el compromiso con la escritura, no es solamente para ayudar al que arranca, sino también para dejar afuera al que cree que escribir es una pavada. Me interesa que se vea el compromiso vital y poner el foco en la trastienda de la escritura. Por otro lado, quiero mostrar también a los editores y el camino a emprender cuando alguien termina un libro y se tiene que mover para publicarlo. Con el testimonio de todos los escritores y editores, el que lea la revista se va a enterar de que hay un mundo desconocido para él.

–¿Por qué ese “mundo” es tan poco conocido para quien no pertenece al ambiente literario?

–Es un mundo idealizado: lo que llega al que no está participando de alguna actividad literaria es que firmó autógrafos la autora de Harry Potter. Y dicen: “¡Qué suerte: le bajó la inspiración, escribió un libro y se llenó de plata!” (risas). Esto es lo que alimenta el imaginario. O los grandes autores del boom, como (Mario) Vargas Llosa, que son vistos como elegidos. Hay que desterrar la idea de que los escritores son personas tocadas por los dioses; para desmitificar lo que es el laburo del escritor está bueno que se sepa cuál es ese laburo. Ningún autor espera la inspiración porque entonces no escribiría nunca (risas).

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