CULTURA › EL PRIMER FILBA NACIONAL SE REALIZARA EN BAHIA BLANCA
Con la idea de descentralizar el mapa de la literatura argentina, entre el 22 y el 25 de este mes se realizará el encuentro que abrirá Diana Bellessi y del que participarán Luis Gusmán, María Moreno, Martín Kohan y Oliverio Coelho, entre otros.
› Por Silvina Friera
“Bahía Blanca es una ciudad raramente alucinante”, dice el poeta Sergio Raimondi. Y sonríe cuando revela que tiene un himno con una letra “casi surrealista”, donde aparece un “cóndor audaz”. Nadie sabe a ciencia cierta cómo pudo haber llegado a los cielos bahienses un ave rapaz que frecuenta la Cordillera de los Andes. “Entre el mar infinito y la pampa/ vas creciendo, animosa ciudad,/ y en la imagen de luz de tu nombre/ se presiente tu gloria mundial.” La estrofa final del himno, en su afán de hiperbolizar lo que celebra, podría engendrar su propia parodia. La ciudad portuaria marítima más importante de la Argentina será el espacio inaugural de un gran encuentro entre escritores, editores, actores, músicos y artistas plásticos. Diana Bellessi estará a cargo de la apertura del Filba Nacional, el primer festival de literatura nacional que se realizará del 22 al 25 de marzo en siete sedes de Bahía Blanca. Luis Gusmán, María Moreno, Martín Kohan, Oliverio Coelho, Juan Diego Incardona, Fernanda García Lao, Ignacio Molina, Federico Falco, Aníbal Jarkowski, Roberta Iannamico, Miguel Angel Molfino, Pablo Katchadjian, Luis Sagasti, Mario Ortiz, Daniel Santoro y Zambayonny, entre otros invitados, reflexionarán sobre las diversas representaciones del mundo del trabajo en la literatura, el teatro, el cine y la pintura. El itinerario de actividades que propone esta edición, con entrada libre y gratuita, incluye un homenaje al escritor Héctor Libertella, un diálogo con el basquetbolista Juan Ignacio “Pepe” Sánchez, recitales de poesía y una feria del libro con editoriales pequeñas y medianas de todo del país.
¿Por qué no tener un festival de literatura nacional? De la pregunta al hecho hubo un trecho que transitar. Pablo Braun, director del Filba, pronto se movilizó para concretar el proyecto de esta movida itinerante que cada año tendrá una sede diferente. “Nuestro sueño es de acá a veinticuatro años haber completado todo el país. El Filba es un granito de arena para federalizar la literatura”, subraya. Raimondi, director del Instituto Cultural de Bahía Blanca, que ha colaborado estrechamente en la organización y programación, destaca la importancia que tiene el festival para los bahienses. “Privilegiamos la descentralización a la hora de pensar el circuito de la literatura –una descentralización geopolítica del mapa de la literatura–, pero también una descentralización del festival mismo, que durante cuatro días hará un recorrido por distintos espacios de Bahía Blanca, que van a combinar lo académico con espacios comunitarios.” El autor de Poesía civil afirma que el Filba será una oportunidad más para reconsiderar las distintas tradiciones literarias bahienses, tanto la de algunos nombres que aparecen y desaparecen en relación con la literatura nacional, como Roberto J. Payró, Eduardo Mallea, Enrique Banchs, Raúl González Tuñón y Ezequiel Martínez Estrada. Y los nombres “más secretos”, vinculados con la tradición académica, que sostienen un conjunto de percepciones sobre Bahía Blanca, como Vicente Fatone, Jaime Rest o Antonio Camarero Benito.
La producción literaria más reciente estará también en la mira. “Bahía Blanca es una ciudad literariamente muy dinámica desde hace dos décadas. Tiene un enorme circuito de lecturas, de recitales, y está la editorial Vox, que ha publicado buena parte de la poesía argentina contemporánea –recapitula Raimondi–. Nosotros entendemos la literatura como una indagación de un territorio y una sociedad. La literatura permite pensar Bahía Blanca en relación con los distintos territorios que conforman la Nación.” La tercera jornada del Filba coincidirá con el 36° aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976. En una de las sedes del festival, en Ingeniero White, se realizará un recorrido narrativo y poético que apela a la memoria. Gustavo López, editor de Vox, será uno de los que participará de esta actividad titulada “Aguas turbias”, en la que se leerán poemas de Joaquín Areta y Ana María Ponce, entre otros. Raimondi recuerda que López fue uno de los jóvenes bahienses secuestrados durante la dictadura cuando cursaba en una escuela industrial. La Justicia llega tarde, pero llega. El editor de Vox, que pasó por el centro clandestino de detención La Escuelita, participó en las audiencias del primer juicio por delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca, que comenzó a fines de junio del año pasado en la Universidad Nacional del Sur, una de las sedes del Filba Nacional.
Al menos durante cuatro días, la literatura estará en el foco de las discusiones. Las percepciones se expandirán como globos inflados por el viento bahiense. Circulación de voces, de libros, de propuestas como Manteniéndose vivo, teatro documental en un colectivo, a cargo de Angel Romero. Y el plato principal musical con Zambayonny, “el poeta satírico” que juega de local. En el menú del Filba todo ha sido rigurosamente meditado. Otro eje ineludible es el tema del agua, cuestión que habilita a barajar, según Raimondi, la hipótesis de que el río tiene una excesiva primacía en la literatura argentina. “Tal vez este festival sea una posibilidad de pasar del río a la ría, o al mar abierto o al mar austral, y sirva para pensar qué significa escribir en una ciudad puerto, qué significa Bahía Blanca en relación con la Patagonia y el sur, percibidos desde otros puntos del país. Y cuestiones hasta políticas, como la tensión entre lo agrario y lo industrial”, conjetura el poeta.
Raimondi comenta una anécdota sobre Ezequiel Martínez Estrada. Cuando se creó la Universidad Nacional del Sur (UNS), el autor de La cabeza de Goliat estaba en una pequeña estancia en Goyena, un pueblo próximo a Bahía Blanca. “Se exilió en esa estancia a trabajar la tierra, con una especie de psoriasis radical. El peronismo le produjo una reacción fisiológica.” Después del golpe de 1955, el primer interventor de la UNS, Vicente Fatone, convocó al escritor. Martínez Estrada inventó un seminario de “sociología de la pampa”. Pero no usaba las aulas de la universidad porque sentía que eran coercitivas; prefería caminar con sus alumnos por el arroyo Napostá. Entre el mar infinito y la pampa, la ciudad destinada al “progreso inmortal” –como reza su himno– tiene motivos para festejar.
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