Dom 19.08.2012
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CULTURA › EL MUNDO DEL ARTE ES EL QUE MáS RECURRE A LAS PáGINAS DE CROWDFUNDING

Una “vaquita” de la era digital

Cada vez son más los artistas que recurren a plataformas en las cuales el público adelanta los fondos para realizar la obra. De cada trece categorías que tienen estas webs, doce son de proyectos artísticos en busca de financiamiento colectivo.

› Por María Daniela Yaccar

Las páginas de crowdfunding (financiamiento colectivo) son supermercados de sueños. Allí hay de todo: desde el que quiere lanzar una línea de lentes hasta el filántropo que anhela iluminar por vez primera una comunidad con tecnología solar. Pero, a un año de la aparición de este fenómeno en la Argentina, surgieron algunas conclusiones. “Hay una fuerte tendencia del mundo del arte a usar estas plataformas”, afirma a Página/12 Pía Giudice, representante de Idea.me. “De quince categorías que promovemos en estos sitios, doce son culturales”, coincide Javier La Banca, de Banana Cash. Incluso, a medida que el público va acostumbrándose al rol de productor, algunos artistas instauran otras modalidades dentro de la misma lógica. Flopa Lestani y Ariel Minimal, por ejemplo, editaron un disco bancados por sus seguidores, sin ninguna empresa como intermediaria. Daniel Melero y Richard Coleman apostaron a una jugada similar, aunque a través del sello Ultrapop.

La cosa, imitada de Estados Unidos, funciona así: una banda –o un escritor o un grupo de teatro o un director– tiene una idea, pero no fondos para concretarla. Entonces, acude a una de estas plataformas (Idea.me, Banana Cash, Panal de Ideas, tumecenas.com, proyectanos.com y groofi.com son las que funcionan en la Argentina) y detalla de qué se trata su proyecto. Los miembros del sitio deciden si es viable o no. Si lo es, la iniciativa se difunde con un video y se establece un plazo para juntar el dinero necesario. Los colaboradores obtienen una recompensa que varía de acuerdo con su aporte. “Por ejemplo, si se trata de un disco, puede consistir en un agradecimiento en Facebook, el link para descargarlo, el disco autografiado o entradas para la presentación”, ejemplifica el equipo de Panal de Ideas, un sitio nuevo que dice apostar a la cultura independiente y que, a diferencia del resto, no cobra comisión del 5 por ciento a los creadores. Si la vaquita fracasa, la plata es devuelta a la gente.

Lejos estuvo de correr ese riesgo la propuesta de Alfredo Casero, quien, al promocionar la ansiadísima vuelta de Cha Cha Cha pero al cine, contribuyó a la fama de este nuevo modo de comerciar arte (al fin y al cabo, de eso se trata antes que nada). “Cha3Dmubi es la contestación a todas las personas que me dicen constantemente: ‘Casero, Casero, ¿cuándo vas a hacer un programa de televisión?’ No puedo, la TV no me quiere”, dice el actor en el video de presentación de su proyecto que es, dentro de Idea.me, el que mayor recaudación y productores acumuló: en 55 días, 703 “vaporesianos” aportaron a la causa 26.430 dólares. “Este sistema es bueno porque solamente los interesados pagan por ir a verte. Además, si es gratis no van”, le dijo Casero a esta cronista. “Las campañas exitosas son las que tienen una comunidad muy grande de seguidores o son promovidas en diversos espacios”, sugiere La Banca.

“Las características principales en la relación entre el crowdfunding y el arte son cuatro”, teoriza Giudice. “La causa central es la falta de financiamiento para proyectos. Es complicado acceder a los subsidios que da el Estado. En segundo lugar está la difusión que se produce por medio de los sitios. En tercer lugar, notamos que cuesta mucho vender un proyecto propio, por más bueno que sea. Finalmente, las plataformas eliminan los intermediarios al poner el producto directamente en contacto con el consumidor. Funcionan muy bien para testear si tu arte gusta”, concluye. El maridaje arte-financiamiento colectivo es tan importado como el método. En Estados Unidos, con Kickstarter e Indiegogo a la cabeza, también es este sector al que más le ha servido el crowdfunding. Otras categorías exitosas en la Argentina son la tecnología y las movidas sociales.

El teatro sabe más de vaquitas y de pasar la gorra, pero “es el cine el que tiene más casos de éxitos fuertes” a través de este sistema, apunta La Banca. Lo piensa como fenómeno general y a nivel mundial. Por estos pagos, el de Casero es un gran ejemplo. Otro es La educación prohibida, un documental que adquirió financiación a través de Banana Cash, dirigido por Germán Doin Campos, que ya se puede ver a través de Internet. Propone un recorrido por ocho países de Iberoamérica –en todos ya se estrenó– y 45 experiencias educativas no convencionales. La financiaron 704 productores. Otro caso interesante es el de Durazno, coproducción argentino-boliviana, con dirección de Yashira Jordán, que desarrolló un financiamiento por etapas en diferentes páginas. “Se puede elaborar un proyecto para el trailer, otro para el film y otro para editar”, dice La Banca.

También se puede diseñar uno que no se exhiba en estas vidrieras, como lo hicieron Flopa y Minimal con La piedra en el aire. Cinco días de información en las redes sociales les bastaron para hacerse de los fondos necesarios para fabricarlo. “No esperábamos que fuese tan rápido”, cuenta Minimal por mail. Ellos, que pedían 100 pesos de colaboración, recompensaron a los seguidores con un show privado en el que recolectaron los fondos. “Fue un encuentro cara a cara en el que pudimos manguear de frente y explicar la movida. Fue una noche especial, de amor en el aire. Y no porque nuestros fans nos hayan dado su dinero, sino por la confianza y el cariño que demostraron”, se explaya el guitarrista de Pez. Sobre por qué no eligieron una página conocida para su objetivo, Minimal explica: “¡Somos punks y hippies! No necesitamos intermediarios, nuestra colecta era pequeña. ¡La gente nos dio el dinero en mano!” Uno de los antecedentes conocidos del crowdfunding en la Argentina se dio, justamente, en esta disciplina: los Músicos Independientes Asociados (MIA) vendían sus discos de manera anticipada a mediados de los ’70.

Melero y Coleman ofrecieron sus trabajos también con este mecanismo, pero amparados por Ultrapop. La colecta para Coleman –quien lanzó A song is a song– ya terminó, pero sigue abierta la que invita a colaborar con Melero. Por 250 o 200 pesos, según se haga en persona o por correo, se enviará a los “productores” la caja de cuatro CD titulada Cuadro y fotos inéditas; además, se promete la aparición del nombre del colaborador en los créditos.

¿Necesidad financiera o cuestión política? ¿O ambas? ¿Qué vincula al arte y al crowdfunding? El tema sale en la conversación con Pecho, de Las Manos de Filippi. “Político es hasta ir a comprar el pan”, reta el trompetista. A la banda no le fue bien con su primera experiencia de este tipo: se les venció el plazo de la vaquita en Panal de Ideas para viajar a México. Pero Pecho no se deprime. “El video (de presentación del proyecto, en el que secuestran a Quico, el personaje de El Chavo, para poder conocer su país) nos salió guita. Pero bueno, fuimos los primeros en hacer algo tan ambicioso. Estuvo bueno regar la idea”, dice. La banda precisaba 75 mil pesos para arribar a un país al que nunca fue, a propósito de su cumpleaños número 20, y contaba con 60 días para conseguir el dinero. “La nuestra es una empresa de arte independiente. Cuando es así, buscás lo que tenés alrededor para subsistir”, explica Pecho. “El público nos viene bancando hace veinte años. Pero si el Estado nos pagara el viaje lo aceptaríamos, así como Chávez una vez nos invitó a Venezuela. Si somos autogestivos es porque nadie nos edita: no voy contra el mundo, voy a Coto y le compro la Barbie a mi hija”, define. “Generamos las cuestiones ideológicas en otro lugar. Este es otro modo de hacer un negocio para que nuestro trabajo llegue.” Las Manos ya están probando de nuevo: en Panal de Ideas aguarda colaboraciones el disco Cuerpo, en homenaje a Mariano Ferreyra, del que participan Vicentico, Acorazado Potemkin, Gabo Ferro, Pablo Lescano, Las Pastillas del Abuelo y otros músicos.

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