Lunes, 12 de noviembre de 2012 | Hoy
CULTURA › LA MUESTRA SPINETTA. LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA EN LA BN
El fin de semana hubo música y palabras en la exposición. El Mono Fontana y Claudio Cardone interpretaron canciones del Flaco. Y Juan Carlos Diez y Rodolfo García charlaron a propósito del libro Martopria, que incluye jugosas reflexiones de Spinetta.
Por Cristian Vitale
El Flaco habla del cosmos y la explanada de la Biblioteca Nacional, un poco más cerca del cielo que del llano, está poblada de gente que lo extraña. La demanda popular de la muestra-homenaje –que ya superó el mes de actividades y culmina el 12 de diciembre– obligó a los organizadores a colocar una pantalla gigante, con escenario incluido, sobre la entrada principal y la puesta, feliz, opera como un dique de poesía, música y melancolía vital, para los spinetteanos que se acercan cada día, pero llegan tarde y no pueden ingresar donde todo ocurre: el primer piso. El sábado –tardecita soleada– el marco proporcionaba el clima ideal para escuchar, ver, palpar las estelas del primus inter pares de la música de rock argentina con todos los sentidos. Sentados, parados, acostados, de a uno, de a dos o en grupos, están ahí quienes lo añoran. “Pensar que nos ha regalado tantas primaveras maravillosas”, se escucha decir a un barbón que no debe superar los 40. El adentro explica el asentamiento humano del afuera: mucha gente que recorre la muestra con fotografías, dibujos, bocetos de letras y tapas de discos que hablan de su vida; mucha, también, que pugna por una entrada para ingresar al auditorio y asistir in situ a la conferencia o, más tarde, al concierto.
El concierto, esta vez, tiene que ver con un dueto de tecladistas ensoñados que acompañaron al vate de Arribeños por años: el Mono Fontana y Claudio Cardone. Un cúmulo de versiones instrumentales, finas, inspiradas, que harán fantasear con su voz. La conferencia, con Juan Carlos Diez, un periodista-escritor que dejó como legado Martopria, un libro de conversaciones con el Flaco y con Rodolfo García, el baterista que estuvo ahí, cuando todo empezó: Almendra. Y Spinetta habla de Hendrix, Zawinul, Pastorious, Leonardo, Dalí. Y del cosmos. “Son tipos cósmicos. Hendrix era un poeta cósmico ¿no?, tiene un sinnúmero de visiones, como esas poesías que escribió hacia el final de su vida que hablaban de ángeles que iban a descender a la tierra con guitarras eléctricas... ¡Ojalá estuviera en la razón, eso! O Dalí, cuando hace esa moleculización de los cuadros, o el jazz..., hay discos que son puro cosmos, para escuchar una noche estrellada en la que realmente se te abran los sentidos... ponerlos en algún lugar en donde puedas ver el cielo, alejarte un poco de toda la mugre, y escucharlos: ¡se te vuela la capota!”, se le oye decir dentro y fuera de la Biblioteca.
La palabra real de Spinetta, que Diez amplifica para todos a través de uno de los tantos cassettes que quemó durante largas entrevistas personales, alude al último capítulo del libro (“Un lejano telón”) y se centra en la visión cósmica del artista. “Alguien que escribe los planetas giran sin saberlo / así como tu recuerdo vive en ellos / sin que puedas volver a allí” (“Encadenado al ánima”, Durazno Sangrando, 1975) o “y hoy por fin, la inmensidad fue el bien” (“En una lejana playa de animus”, ídem), bueno, si éstas no son imágenes cósmicas... yo no sé si Luis era el padre del rock argentino, o su tío político, o lo que sea. Lo que les puedo decir es que era la quintaesencia del rock argentino”, dijo Diez.
A García le toca contar, claro, sobre las épocas de Almendra. “Nos nutría todo. Cuando nos conocimos, él tenía 13 años y la mayor información que tenía provenía de la música juvenil, de Modart en la noche. Pero también escuchábamos jazz, los Huanca Huá, el nuevo cancionero de Hamlet Lima Quintana y Armando Tejada Gómez, Piazzolla, mucho rock y algo de eso implementábamos en los ensayos, que eran intensivos: nos juntábamos casi todos los días a las cuatro de la tarde, y la mayoría de las veces terminábamos cuando algún vecino nos golpeaba la persiana (risas). Salían muchas canciones, incluso, que nunca fueron registradas. No aparecen ni en los dos discos, ni en los simples.” El baterista de los pelos bucleados y canosos se refiere a “Mosca muerta”, “Chocolate”, “Vine al planeta”, “Hombre de luz”, temas que Amadeo Alvarez, cantante de Los In, registró en un grabador doméstico de cinta abierta, durante el segundo concierto de Almendra en Buenos Aires (Teatro del Globo, abril de 1969), y que Página/12 editó 40 años después.
El baterista también cuenta sobre la génesis de “Barro tal vez”, que corrió la misma suerte de aquéllos, hasta su grabación en Kamikaze. “Lo compuso cuando tenía 15 años y tiene influencias de esas músicas que escuchábamos, ¿no?... me refiero a ‘Zamba para no morir’, por ejemplo. En ese momento consideramos que ‘Barro tal vez’ no entraba en la propuesta del grupo, pero decíamos, ya en ese momento, que era un tema para que grabara Mercedes Sosa. Por supuesto no teníamos ningún tipo de vínculo personal con ella, aún no había llegado el momento de la fusión entre folkloristas, tangueros y rockeros, y lo paradójico es que, finalmente, el tema fue grabado por Mercedes cuarenta años después, e incluido en su último disco, Cantora...; fue increíble eso”, rememora García y motiva uno de los aplausos más sentidos de la tarde.
Una parte de la charla relajada entre Diez y García refiere a Artaud, otro de los discos del Flaco en los que participó García, y figuró casi como un regreso parcial de Almendra por la intervención de Emilio del Guercio. “Los dos estuvimos en dos temas –‘Superchería’ y ‘Las habladurías del mundo’– y formamos un trío que prácticamente ensayó en el estudio. Era un momento de ruptura para el Flaco, porque se había desmembrado Pescado Rabioso y Artaud, uno de sus mejores discos, expresa bien sus giros y su apertura: cuando se piensa en ese disco, lo primero que te viene es ‘Cantata de puentes amarillos’ pero, por ejemplo, ‘Las habladurías...’ no tiene nada que ver con ‘Cantata...’; en cada obra de Spinetta hay estéticas distintas que conviven en un todo y eso es lo que lo ha distinguido siempre”, refiere García, en otro esbozo del amplio universo spinetteano, un largo capítulo que sigue mañana martes a las 19 mediante una charla que darán diversos guitarristas que tocaron con Spinetta (Bocón Frascino, Lito Epumer y Baltasar Comotto, entre ellos) bajo la coordinación de otro de sus incondicionales: Ricardo Mollo.
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