Sáb 08.12.2012
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CULTURA › @CORRECTOROK Y @DELCORRECTOR, LOS SANTOS DE LA PLUMA EN TWITTER

“El objetivo sólo es ayudar”

Su intención no es ser maestros ciruela, sino combatir ciertas degeneraciones del lenguaje en la web. De a poco se convirtieron en un suceso de la red social, al punto que acaban de lanzar el manual de consulta ¡Ay!, ahí hay un error.

› Por Leonardo Ferri

¿Cuándo fue la última vez que usted, señor lector, utilizó el diccionario como medio de consulta, y cuándo se sacó una duda ortográfica o de puntuación con Google? Cada uno podrá hacerse la misma pregunta, sólo a efectos de empezar a reflexionar y comprobar (o no) qué tanta influencia tiene el imperialismo digital en su vida cotidiana. Si bien es sabido que ningún buscador o web reemplaza al mataburros, también es cierto que hoy es mucho más fácil encontrar a mano una computadora o un celular con conexión a Internet que un diccionario actualizado. Los tiempos se achicaron, el acceso a la información es cada vez más amplio y la inmediatez con que muchas veces se necesita la información hace que se priorice la rapidez por sobre la calidad. Cumpliendo esa regla tácita que indica que primero aparecen los usos y luego las reglas que los expliquen, las redes sociales y los SMS siguen introduciendo cambios en un lenguaje que nunca deja de actualizarse. Dos personajes –porque eso son, personajes de ficción que prefieren mantener a su Clark Kent o Bruce Wayne en el anonimato– aprovecharon esa transición analógico-digital para hacerse de un lugar virtual, un espacio remoto que sirve de aula. @CorrectorOK y @DelCorrector –ellos son– dedican parte de su tiempo libre a enseñar a escribir de la manera correcta, ya sea en un mail para el jefe o en un mensajito para la novia. ¡Ay!, ahí hay un error (Dos Tintas) no sólo es el primer libro en ser firmado por dos usuarios de Twitter sino que es, también, un manual de consulta esencial para sacarse algunas dudas de manera práctica y sencilla.

Ni @CorrectorOK ni @DelCorrector son diplomados en el uso o enseñanza del lenguaje; tampoco cuentan con una experiencia de vida que los haya llevado a conocer los recovecos más ocultos de la lengua castellana. Ambos tienen menos de 30 años y una vida por fuera de sus seudónimos de Twitter, aunque sus profesiones tengan contacto en algún punto con sus alter ego. “Soy corrector para varios medios gráficos y digitales”, dirá uno, y “trabajo mucho con Word y Excel”, dirá el otro, con una reserva a prueba de repreguntas indiscretas. La verdadera razón para no dar sus nombres es la misma que responden cada vez que alguien intenta ahondar en esa cuestión: “Lo que hacemos va más allá de que se conozcan nuestros nombres o de cómo somos”, explica @CorrectorOK. “El objetivo es ayudar y responder dudas; que nos conozcan físicamente no es lo importante. Como siempre dice Delco: mejor que hablen nuestros tuits y no nuestras fotos”, cierra.

¡Ay!, ahí hay un error está armado con la misma lógica del lenguaje web: inmediato, concreto, sintético y práctico. El libro –con prólogo de Diego Ripoll– está dividido en diferentes capítulos según temáticas: confusiones y dudas frecuentes, puntuación, abreviaturas y símbolos, prefijos, tildes, dequeísmos y queísmos, monosílabos, curiosidades e interjecciones, entre otras tantas categorías. “A diferencia de los libros específicos de ortografía, como los de la RAE, el nuestro se enfoca en las dudas más comunes y en una explicación más sencilla, menos técnica, con más ejemplos y tips como para recordar las reglas”, explica @CorrectorOK. Pero para no caer en uno de los principales defectos que tiene Internet –esto es, la generalización de la web como fuente de información, y no la particularización–, el primer capítulo está dedicado a las actualizaciones y recomendaciones que la Real Academia Española dio a conocer en 2010, que todavía hoy generan resistencias entre aquellos acostumbrados a escribir tal como aprendieron en el colegio. “No queremos rigidizar la lengua porque no creemos que se pueda escribir sólo de una manera”, agrega @DelCorrector.

El contenido de cada capítulo no es caprichoso, o al menos no fue decidido en base al criterio único de los autores. @CorrectorOK explica que el libro se fue armando “a medida que se nos ocurrían los tuits. Muchos de estos consejos nacieron por preguntas de los usuarios y muchos se nos fueron ocurriendo al ver los errores más comunes que se cometían, además de los que siempre estuvieron instalados”. Una de las razones de su éxito en Twitter (entre ambos suman más de 200 mil seguidores) es la simpleza con que bajan cada concepto: “La idea es que cualquiera que tenga la necesidad de escribir pueda sacarse las dudas lo más rápido posible, sin palabras raras que la gente no conozca. Algunos de esos elementos están presentes como para que no se piense que sacamos las cosas de cualquier lado, pero explicamos las construcciones de la manera más sencilla posible”, finaliza @DelCorrector.

Como suelen pasar con las buenas historias, los caminos de estos “santos de la pluma” se cruzaron por casualidad. “Empecé y unos meses después, de casualidad, arrancó @CorrectorOK. Comenzamos a hablarnos en privado y a ambos nos pasó que no dábamos abasto con las correcciones y consultas que nos hacían. Ahí fue cuando empezamos con el blog El santo de la pluma, y luego apareció la oportunidad de hacer el libro”, recuerda Delco, que también aclara que todo el trabajo lo hacen en equipo, sobre todo las oportunidades que surgieron gracias a su estrellato 2.0. “Surgió la oportunidad de corregir alguna revista, y a mí particularmente me ofrecieron un trabajo fijo como corrector, pero no tuve ganas porque es algo muy demandante y cansador”, agrega.

Cualquier usuario de redes sociales sabrá que tanto Twitter como Facebook son grandes maneras de perder el tiempo. ¿Cómo es que convirtieron ese espacio en algo verdaderamente útil? Según @CorrectorOK, “surgió un poco por aburrimiento. Después, al ver el buen impacto que tuvo, le fui dando continuidad. Por suerte, las correcciones casi siempre tuvieron una respuesta positiva; muy pocos se enojaron”. Para @DelCorrector fue fundamental la manera de dirigirse hacia los otros usuarios: “Empecé en Twitter corrigiendo a los famosos, pero sin el ‘buen día’ o el ‘hasta luego’ algunas cosas molestaban, y me gané unos cuantos bloqueos. Cuando me empezaron a hacer preguntas, me di cuenta de que podía ser algo más interesante”, confiesa. Ambos ya dejaron de leer tweet tras tweet en búsqueda de errores, y ya se enfocan sólo en responder consultas y poner tips a diario; aun así, la dependencia es grande. “Recibimos muchas preguntas, y la verdad es que se complica bastante compatibilizar esto con el resto de nuestra vida”, asume @DelCorrector. “Yo estoy a mil todo el tiempo, y pensé en dedicarme por un tiempo a mi casa y a mis cosas y dejar Twitter, pero no pude. A partir de los 80 mil seguidores empecé a asustarme un poco, a preguntarme hasta dónde llegaría. Si tuviera que dedicarme a esto lo haría mucho mejor, pero no sé si quiero ni si tengo el tiempo para hacerlo”, finaliza, como si no lo hiciera.

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