Efecto: un pequeño tumulto erosiona el paisaje natural de Triunvirato y Roosevelt, cualquier sábado a la tarde. Causa: una cantidad más o menos proporcional de celulares, máquinas fotográficas y personas, a su vez causa de tal tumulto, pugna por acceder a sacarse una foto al lado de una figura inmóvil, levemente sonriente. De una escultura que recién se acaba de descubrir y tiene una guitarra rojiblanca colgada al hombro, lentes púrpura transparentes, mirada zen y melena al hombro. De espaldas, algunos músicos tratan de recordarla en vida. Belén Ice, a través de hermosas canciones como “Ella también” o “Esta es la sombra”, o el joven cantautor Ignacio Arigós, con un mix que va de “Entonces es como dar amor”, de Spinetta Jade, hasta “El Marcapiel”, en clave unplugged, y desemboca en una nítida versión de “Cuando el arte ataque”. Ambos, apenas acompañados por una guitarra, le ponen el sonido preciso a la situación. Transforman al ínfimo escenario en una especie de fogón urbano, a la luz del sol y rodeado de curiosos.

Secuencias, al cabo, del emplazamiento de una escultura de Luis Alberto Spinetta, ahí, cerquita de su barrio, que el Gobierno de la Ciudad decidió descubrir ayer, a las tres de la tarde. “Me parece interesante que se hagan estas cosas con los músicos, está bueno que las estatuas no sean siempre de los generales sino también de los artistas geniales como el Flaco, un ser luminoso”, dice Bernardo Baraj, uno de los “curiosos” que aceptó el convite. Otro, Emilio del Guercio, también elabora una reflexión al paso, en medio de personas que también quieren un retrato a su lado: “Está bien, porque hay una persona que hizo un trabajo artístico para otro artista, entonces es como una especie de caja china en la que un artista estimula la creación de otro artista”, señaló el ex bajista, compositor y cantante de Almendra a Página/12, en medio de un paisaje sonoro que, tras los artistas, reproducía al Flaco por el Flaco, mediante canciones del disco Spinettalandia y sus amigos.

La alusión de Del Guercio va dirigida a Fernando Pugliese, el artista que fue armando la escultura del Flaco a base de caucho, resina epoxi, arcilla y yeso, entre otros materiales. “Se eligió a Spinetta, porque fue uno de los músicos que generó el rock nacional y, sobre todo, porque fue quien le dio una característica muy personal al género. Por eso el homenaje es de esas figuras que como Gardel, Sandro, Olmedo o Fangio, nos representan a todos”, sostuvo el artista, que también fue el responsable de las esculturas participativas de Olmedo y Portales, y de Sandro, entre otras.

La escultura, que da la espalda a las vías del tren, reproduce al primus inter pares del rock argentino, dentro de una caja que hace las veces de miniteatro, con cortinas y bambalinas incluidas. La idea es que la caja se cierre por las noches ‘para evitar el vandalismo’, según sus impulsores. La estructura total del objeto artístico es de dos metros y medio de alto por tres de ancho, y tiene el sesgo realista que el escultor les imprimió a sus obras que, además de Sandro y el dúo Portales-Olmedo, incluyen las de la Carabela del Quinto Centenario, la transformación de Cariló con Grünwald y la Galería de las Victorias, y las figuras del Parque Temático Tierra Santa.

El emplazamiento de la escultura de Spinetta en Villa Urquiza, entretanto, se suma a un año que, como el resto de los venideros, mantendrá vigente su inmenso paso por este mundo. Por caso, el jueves 8 de octubre –en un nuevo aniversario de la tragedia que sufrieron los chicos del colegio ECOS, en la provincia de Santa Fe– cuando el festival Mañana es Mejor, en obvia referencia a una de las ideas más fuertes de Spinetta, convoque a unos cien artistas de variadas disciplinas, que manifestarán su amor al Flaco mediante puestas relacionadas con las artes plásticas, escénicas y, claro, conciertos musicales, en diversos espacios de la ciudad.