CULTURA › ARGENTINA EN LA XX FERIA DEL LIBRO DE BEIJING
Nuestro país es el único hispanohablante que participa de la megaexposición china. Hay una fuerte presencia de sellos universitarios, que buscan penetrar en ese mercado.
› Por Silvina Friera
Avanzar sobre tierras lejanas para conocerlas sin descanso podría ser el lema imaginario de la delegación argentina –el único país hispanohablante– que participa de la XX Feria Internacional del Libro de Beijing (BIBF, según las siglas inglesas), una de las más destacadas del ámbito asiático y del circuito internacional, que se viene realizando en el Centro Internacional de Exhibiciones de China con Arabia Saudita como país invitado de honor. Tal vez no alcance el tiempo para curiosear por los 53 mil metros cuadrados del predio, con zonas dedicadas a las publicaciones digitales, publicación bajo demanda, libros para niños, caricatura y animación y adquisiciones para biblioteca. Más de 2000 editoriales del mundo, procedentes de 76 países, están ahora mismo negociando derechos y tramando asociaciones estratégicas para el intercambio de autores y traducciones. La BIBF, además, comercializa libros, organiza eventos culturales, servicios de consultoría y trabaja en la creación de redes profesionales. El mercado editorial chino –con alrededor de 600 editoriales y unos 900 millones de lectores potenciales– es el primero en volumen y el cuarto en valor de ventas a nivel mundial. Los números pueden resultar literalmente apabullantes. El año pasado, por ejemplo, durante el transcurso de la Feria, se firmaron más de 3000 contratos. El optimismo campea y se espera que en esta edición la cifra sea superada.
No es el debut argentino en la liga china. El año pasado el país también participó de la Feria del Libro de Beijing; durante esa primera aproximación se lograron convenios con sellos universitarios y de formato electrónico. Y la traducción al chino de La pregunta de sus ojos, la novela de Eduardo Sacheri. En esta segunda vuelta, en el stand institucional de Argentina, único país hispanohablante que participa en esta edición de la BIBF, coordinado por la Cancillería y la Fundación Exportar, hay una fuerte presencia de sellos universitarios nucleados en la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN), que buscan establecer puentes para que los libros editados por ese conglomerado universitario tengan acceso al relevante mercado chino. A la avanzada universitaria, hay que sumar la presencia de Jorge Gurbanov, el editor de Ediciones Continente, el único editor argentino por fuera de la red universitaria que está en Beijing. El presidente de la REUN, Carlos Gazzera, subraya que se trata de un mercado “enorme” y que, “teniendo en cuenta que el español es una lengua de una comunidad global, las posibilidades trascienden la frontera de un país”. Gazzera, editor de la cordobesa Eduvim, la Editorial Universitaria Villa María que suele ser llamada “la Eudeba el interior”, advierte, de cara al futuro, que es “un trabajo complejo y a largo plazo, pero sin duda importante a explotar para la Argentina”.
“La idea en estos dos primeros años es conocer el mercado y transitar el camino que permita vender derechos de edición argentinos en China”, plantea Agustina Pere-tti desde la Agencia de Promoción de Exportaciones de Argentina que, además de ampliar su espacio expositivo, este año organizó conferencias académicas y encuentros empresariales bilaterales. Uno de los caballitos de batalla es el Programa Sur de subsidios a las traducciones, creado en 2009 con el objetivo de difundir el pensamiento y la literatura argentina en el exterior. Diego Lorenzo, de la dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, advierte que “a veces un libro no puede ser publicado por el alto costo de la traducción y el objetivo es que eso no sea un obstáculo”. Dos de las propuestas de traducción que lleva el país son El Eternauta, de Héctor Oesterheld, y las obras de Julio Cortázar, en el marco de las celebraciones del 100º aniversario de su nacimiento en 2014, y a cincuenta años de la publicación de Rayuela, novela que ya ha sido traducida al mandarín. “Hay mucho por hacer en el tráfico de traducciones entre una literatura y otra”, dice Lorenzo.
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