A modo de actividad paralela a Oski, un monje enloquecido, la notable muestra que reúne más de 80 dibujos de Oscar Esteban Conti en el Museo Nacional de Bellas Artes (con entrada gratuita hasta el 25 de noviembre), su “cuidador” Miguel Rep brindó el viernes en la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes una charla a propósito de la vida y la obra del homenajeado. En poco más de una hora de exposición e intercambio con el público, Rep de-sanduvo con fascinación el estilo, las influencias, sus trabajos en las revistas Cascabel y Rico Tipo, y unas cuantas anécdotas sobre un artista “popular y ajeno a las modas”.

Susana Smulevici, “amiga” e historiadora del arte, señaló que uno de los temas de Oski es la historia, en alusión primordial a Vera Historia de Indias. Rep elegiría arrancar más atrás para llegar a su trabajo con textos “solemnes y áridos”, como el del cronista alemán Ulrico Schmidl. “La palabra que más le cabe es humorista. Oski tenía una mirada erudita y con humor, que no es lo que ocurre con los ilustradores, casi siempre al servicio del capricho, del narcisismo o lo que ilustran. El humor de Oski no es el chiste, sino mostrar exageradamente lo ridículo del texto tomando al pie de la letra cada encarnación textual, dibujando todo. En Comentarios a las tablas médicas de Salerno pasa eso: es un ilustrador literal y obsesivo”, observó Rep.

Recordó un reportaje que le hizo al chileno Miguel Rojas Mix, amigo y editor de Oski, en el que lo definió como un hombre que “nunca fue viejo, pero tampoco joven”. El dibujante que publica a diario en Página/12 coincidió: “Típico de clásico. No podés decir que es un dibujante de los ’40. No podés situarlo. Y eso que empezó en Cascabel y en Rico Tipo, que vendía 350 mil ejemplares semanales y estaba lleno de dibujantes de moda de ese momento, como Divito, Toño Gallo y Pedro Seguí”. De ahí que para la muestra fuera difícil “datar sus dibujos”. “Había que adivinar según sus intereses: en los ’40, su línea es más ingenua; en los ’50 va hacia su estilo definitivo, que aparece desde el ’65 hasta su muerte, en el ’79.”

Después se zambulló en las influencias de este maestro de maestros. “Landrú tiene una influencia enorme del segundo Oski, el que se asocia a César Bruto. Caloi también: Clemente sale de los pajaritos que pueden verse en la muestra. Lo mismo Los pollos no tienen sillas, de Copi. Es que Oski sigue la línea de Saúl Steinberg y todos los que no elegimos la línea Disney somos hijos de Steinberg. El cambió el humorismo. Es el autor del libro Todo en líneas, que editó acá Abril en 1945, una obra capital para cambiar la línea de dibujo rioplatense”, subrayó. Y bastó que mencionara una vez más a César Bruto, seudónimo del periodista y afilado humorista Carlos Warnes, para que desde la popular irrumpiera una voz que se identificaba como la mujer de quien escribió el prefacio de Rayuela, de Julio Cortázar. “No hay Oski sin César Bruto. Juntos se potencian”, elogió Rep e invitó a la mujer al escenario.

Sin decir su nombre, ella aportó: “Oski y Carlos tenían un sistema. Trabajaron más de 20 años juntos. Oski siempre andaba viajando por el mundo. Le mandaba un dibujo a Carlos, que escribía el texto y él lo enviaba para la publicación”. La doña y Rep armaron un ping pong que colaboró para armar la personalidad del aludido. Ella contó que Warnes y Oski eran amigos. “El decía que me quería mucho. Carlos se ponía un poco celoso. Macanudísimo tipo. Lo hemos visto con distintas mujeres, con una botella de champagne para sus viajes.” Rep tiró que “Oski era hosco, bravo” y que “Carlos era más sociable”. Prosiguió: “Una vez estaba comiendo con editores catalanes en Barcelona y les dijo: ‘Ustedes, con ese idioma de mierda que cortan las palabras, que no dicen la última letra’. Era un deslenguado y el suyo es un trabajo rebelde”. Smulevici reencauzó hacia los influidos por el autor de Ars Amandi. “Quino lo adora, como dibujante y como tipo. Se la pasa dialogando con él. En la inauguración, su recuerdo fue emocionante”, dijo Rep. La historiadora lo instó a hablar de la línea de Oski. “Es tan pura que no hay sombras ni volumen. Es como si un flashazo le pegara a la escena. No respeta la perspectiva tradicional, la renacentista. Oski también tiene obra plástica, unos óleos, pero el Oski poderoso es el de la obra gráfica.”

Llegaron las preguntas de la audiencia. Un hombre inquirió por la relación entre Oski y León Ferrari, a propósito del film La verdadera historia de la Primera Fundación de Buenos Aires, de Fernando Birri. Otro, por su cercanía para con el universo de los escritores, a lo que Rep respondió que habría que anotar a Pablo Neruda. Un señor consultó si Oski había vivido de su obra y Rep respondió que a duras penas. Un joven, sobre el compromiso político del autor, un “anarquista” comprometido con la Revolución Cubana y el gobierno de Allende. “¿Y qué representa Oski en tu trabajo, en el que lo veo tanto?”, largó su duda una mujer. “Es raro. Yo tendría doce años –contó Rep–. Salían unos cuadernos de líneas de la revista Crisis. Uno era de Oski. No sé por qué lo compré, no me gustaba porque no era el humor de chiste. Pero algo me quedó. Lo considero un abuelo como a Quino un padre. No puedo decir que sea un tipo que haya tomado como referencia. Hubo otros y lejanos, pero su influencia me habrá llegado por ósmosis, como a buena parte del humor gráfico argentino.”