El mito respira y escribe en una danza endiabladamente bella, cuerpo a cuerpo, con las palabras. “Las cosas mueren cuando no las ves”, dice Iris Scaccheri, más viva y hermosa que nunca, en Idilios (Leviatán), primera parte de sus cuadernillos con “anotaciones” apasionadas, versátiles y rítmicas de esta venerada bailarina y coreógrafa, leona de indómita cabellera colorada, creadora inclasificable y vanguardista, exponente de la generación del ’60 y el Instituto Di Tella, discípula de la alemana Dore Hoyer, hace tiempo retirada de los escenarios y recluida en un silencio que no hace más que agigantar ese modo de estar y de ser que eligió. Aunque para muchos sea una decisión incomprensible y sólo alimente la incógnita, el enigma Iris. “Quién sabe qué sucede con mi alma/ que va por lugares deconocidos/ al volver a los lugares conocidos/ no reconoce nada./ Saber perdonar mis locuras de pensamientos,/ son brisas que llegan/ a las tormentas/ retornan a mí/ como tormentos”, se lee en el cuarto capítulo de esta auténtica joyita, que se presenta hoy a las 19 en la Fundación OSDE, con la poeta Irene Gruss y las actrices Ingrid Pelicori y Cristina Banegas, que leerán poemas del libro.

¿Qué es poesía?

“Esperar a alguien” y estar con ese alguien. Hay libros cuya intensidad provoca en sus lectoras una sed de subrayar y citar casi todo. Estos apuntes de Idilios son, como se advierte en la contratapa, “poemas con sed de espacio que incluyen reflexiones agudísimas y expresivas percepciones acerca de la naturaleza y existencia”. Para quienes la vieron dar esos saltos imposibles, este libro es un modo de volver a estar con Sca-ccheri (La Plata, 1949). Del Teatro Argentino saltó al Instituto Di Tella. Del Di Tella –donde debutó con la obra Oye Humanidad–, al mundo. Entre sus numerosas creaciones se destacan Extranjeros I y II, una singular y delirante Carmina Burana, Los locos idilios de una mujer en un palco dorado, La muñeca, Las primaveras de Nijinsky, entre otras. Iris fue pintada por Antonio Berni, por Guillermo Roux y por Nicolás García Uriburu. Fue esculpida por Antonio Pujía, fotografiada por Sara Facio y Susana Thénon, y participó en varias películas de la directora sueca Susana Osten. Como figura “puente” con otros creadores y con otros tiempos, supo que muchas veces se paga un precio alto por adelantarse. “Esta es una época de puente. Algunos esperan, otros repiten cosas. Otros, muy pocos, que saben que nadie se va a enterar, intentan la transición. Desgraciadamente yo soy una de esas personas... siempre es maravilloso ser mediador entre cosas, pero el mediador después queda aparte”, ha dicho Iris.

En una carta de agradecimiento, Luisa Futoransky, a cargo de la edición de este primer volumen de poemas de Scaccheri, subraya la seducción que ejercieron en ella estos textos. “No hacés nada con guantes ni en sordina. Cortás por lo sano y por lo enfermo. Inventás y ocupás todo el espacio. Grito y arañazo incluido. La imagen que hoy me despierta es la de la sirena hecha bailarina de un cuento indeleble: para que amor la viera, para que amor se subyugara, baila encima de clavos, espadas y vidrios. Con los Idilios vas más allá, decís cómo bailás. Tensás y trenzás palabra y gesto. Muchas veces susurrás el espacio del amor y el abandono. Pero tenés en la cabeza y en el sistema nervioso un metrónomo, para que el ritmo siempre esté presente. A veces intercalado por un calderón, que es el silencio. Indispensable. Anticonvencional sin dejar de ser virtuosa. Desde lejos, Iris, no valoro cuánto pudo haberte costado la decisión de tomar distancia de la luz, de los carteles, de los proyectores que ya no te persiguen pero sí. El mejor homenaje a estos Idilios lo realizás vos, de manera contundente, cuando insistís: Yo escribo como bailo. Agrego: Bailás como escribís; por gracia y necesidad.”

* Idilios se presentará en Suipacha 658, 1º piso, a las 19.