CULTURA › CARLOS MOLINERO Y SU LIBRO MILITANCIA DE LA CANCION
El trabajo del historiador, poeta y letrista aborda de modo cronológico y sistemático el costado político de la canción folklórica. Su investigación abarca desde 1944 hasta 1975.
› Por Cristian Vitale
Carlos Molinero es un ingeniero civil devenido master en historia. Así dicho, podría tratarse de una insólita parábola vivencial, típica de tipo inquieto. Pero su amor y sumo interés por el folklore argentino ubica en segundo plano la antítesis, y le da un perfil casi unívoco: Molinero es, ante cualquier contingencia posible –o no–, un indagador del folklore de estas tierras a tiempo completo. Como poeta y letrista, así lo prueban creaciones del acervo que compartió con César Isella, Gerardo Macchi, Falú y Francisco Berrios, entre otros, o el disco Leyendas Vivas, que acaba de publicar Utopía mediante. Y como historiador, la sesuda tesis que armó para recibir la Maestría en Historia en la Universidad Torcuato Di Tella en 2010, y que luego transformó en el libro Militancia de la canción (Política en el canto folklórico de la Argentina, 1944-1975), también de reciente edición. “Mis compañeritos universitarios me decían que la política no estaba en el folklore sino en el rock, y me resultaba difícil explicarles que no, por eso me decidí a contarlo así”, introduce él, sobre el libro que presentó, en conferencia magistral, durante el primer encuentro de arte folklórico argentino en Madrid.
–¿Fue el único detonador?
–Más una pregunta base: ¿por qué la política se posicionó mucho más en el folklore que en cualquier otro género musical?
Ambos detonadores definieron entonces los lineamientos centrales de un trabajo de más de cuatrocientas páginas en el que Carlos, “el molinero pregonero” –como se autodenomina– aborda de manera cronológica y sistematizada el canto político en la canción folklórica argentina, y llega a varias conclusiones. Entre ellas, que tal expresión no se agota en la protesta “de izquierda”, y que tampoco puede restringirse solo a la década del setenta. “Mi objeto de estudio, el del folklore como producción cultural, demuestra que siempre hubo política en él: desde la ‘Zamba de Vargas’ con sus dos versiones, la pro santiagueña y la pro vareliana, que marcaron dos líneas de folklore hasta ‘Basta Ya’, el tema de Atahualpa Yupanqui que marca el año en que empiezo mi recorte: 1944”, detalla Molinero, que también es miembro de la Academia del Folklore.
–“Basta ya de que el yanqui mande”, el tema no solo lo retoma sino que lo populariza Quilapayún, en el Chile de fines de los sesenta...
–Claro, mediante Angel Parra. El pide actualizarlo e incorpora a Vietnam, ¿no? “¿Quién ha ganado la guerra, en los montes del Vietnam?, el guerrillero en su tierra y el yanqui en el cinema”. De todas formas, hago mucho hincapié en que el folklore militante no solo fue cosa de izquierda. Hubo varias tendencias, como la variante peronista, que se expresa muy bien en el Cancionero de la Liberación con Marilina Ross, el Chango Farías Gómez y Piero, que empieza silbando la marcha peronista; u obras también radicalizadas como El Inglés, de Juan Carlos Gené, con Pepe Soriano y el Cuarteto Zupay: “La patria se quiere justa, injusta quieren que sea; la patria se quiere libre, esclava quieren que sea, soberana es esta tierra”, el peronismo aquí es clarísimo: justicia social, independencia económica y soberanía política. Y también hubo un sector nacionalista, como el que encaró Rimoldi Fraga ¿no?... en fin, la diversidad ideológica en la canción militante fue más importante de lo que se cree –explica el historiador y poeta.
Molinero también acaba de publicar el disco Leyendas Vivas en el que se mantiene en línea con el folklore, pero desde otro ángulo: la musicalización con texto de mitos y leyendas populares. Del Pombero, el Familiar, la Salamanca, la Difunta Correa, y el Gauchito Gil, entre ellos. “Quería indicar que todas las leyendas son funcionales, pero en un sentido trascendente porque muestran un aspecto importante de la sociedad en que actúan. El Pombero, por ejemplo, que es muy divertido porque justifica cualquier embarazo no planificado... toca a las mujeres y las deja embarazadas, total ‘fue el pomberito’”, se ríe.
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