CULTURA › OPINION
› Por Estela de Carlotto
Para recordar hechos gratos e ingratos fijamos fechas en el calendario para no olvidarlos. En el caso del Día Internacional de la Mujer es para traer a la memoria un doloroso acontecimiento que a pesar de las muertes generó acciones mundiales a favor del reconocimiento al “sexo femenino”. Mucho se ha avanzado en estos 84 años que me tocó vivir entrelazando una educación de sumisión a los roles impuestos: ama de casa, traer hijos al mundo, esperar al marido coqueta y sin someterlo a quejas hogareñas. Nuestra generación desafió –desafiamos– esas premisas porque la mayoría trabajamos con vocación y aportamos al sustento familiar.
Cuando la dictadura cívico-militar (1976-1983) nos hirió en lo más sagrado cercenando los sueños y la vida de nuestros hijos, además de robarnos a los nietitos, esa rebeldía hizo presencia en las calles para buscarlos y generar así condiciones nacionales e internacionales de reconocimiento al rol de la mujer herida que deja de lado los miedos, la soledad social, la ignorancia del camino emprendido y consecuente a ello no abandona jamás la lucha. Mi deseo es transmitir a todas mis congéneres de todas las edades que con amor, en paz y decisión contribuimos todas a un mundo mejor. ¡Felicidades, amigas!
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