“Vení, dame una mano que esto es pesado”, pide Martín Canale. Hay que sacar un embalaje de telgopor de una caja de casi un metro de alto y luego llevar con mucho cuidado cada pieza de la escultura al área donde van a fotografiarlo. En total, con la base, el escudo pavés y todos los chiches, esa suerte de Hulk gladiador pesará unos seis o siete kilos. Esa es una de las piezas que el escultor argentino todavía no mostró en ningún evento nacional y que desde hoy (y hasta el domingo) podrá apreciarse en Argentina ComicCon, en el Centro Costa Salguero (Salguero y Costanera) junto con otros trabajos que realizó para la empresa norteamericana Sideshow Collectibles. En el evento de cultura pop, Canale compartirá cartel junto a los actores Edward James Olmos y Laurie Holden, el ilustrador Ciruelo Cabral, Maitena, Quique Alcatena y otros.

Canale es un abonado a casi todos los eventos de historieta o de cultura pop de la Argentina. Expuso en cada festival grande de los últimos tres años, incluyendo Crack Bang Boom y Comicópolis. Sus figuras sorprenden no sólo por el tamaño, sino también por la cantidad de detalles. Y desde luego, porque tocan personajes archiconocidos por los fanáticos. Además de Hulk, Canale trabajó a Batman, Superman, mutantes del universo Marvel y muchos más. Eso sin contar su colaboración en producciones locales, como el aporte de diseños en exposiciones como “Huellas de una invasión”, que se presentó en Tecnópolis el año pasado y que abordaba el universo de El Eternauta de modo realista.

“Empecé en esto con mucha suerte, porque me gustaba, pero no tenía moldes ni nada, así que hacía cosas que tomaba de revistas, muy libres”, recuerda Canale. El primer indicio de que podía vivir de modelar sus personajes favoritos le llegó cuando consiguió dejar algunas muestras en una comiquería y comenzaron a venderse. “Mientras hacía eso, creo que trabajaba en una casa de deportes, luego ya me presentaron a alguien que hacía efectos especiales y prometió enseñarme a hacer moldes, aunque luego la cosa se estiró y me desvié con otras cosas.” Al final, aprendió eso por su cuenta y logró obtener algunos encargos de Joc SA para “cosas chiquitas como alcancías o tazas” de las licencias que tenía esa compañía.

El segundo salto importante, revela, fue ir a la ComicCon que es madre de todas las demás, la de San Diego. “Carlos Meglia me dijo que fuera porque quería presentarme a Humberto Ramos, el dibujante mexicano; le había mostrado mis figuras y habían gustado mucho, así que le pedí plata a todo el mundo y fui con mi carpeta y algunas muestras.” Un año después comenzaron los encargos de una pequeña empresa norteamericana. “No creábamos el personaje porque ya está inventado, pero sí jugábamos con el diseño, porque en el comic tenés la ventaja de que un personaje pasó por muchísimos dibujantes y, salvo que te lo pidan específicamente, no tenés necesidad de copiar un estilo particular; también podés poner cosas tuyas para generar más interés”, explica. Desde luego, la empresa –ahora es Sideshow– se hace cargo de las licencias y del contacto con los dueños de los derechos, que tienen la aprobación final de cada figura.

Desde los comienzos hasta hoy cambió mucho el modo de trabajo. Ya no hay más armazones de alambre ni bodoques de epoxy. “Hoy estoy trabajando ciento por ciento digital”, señala. Su taller está impecable, pero las dos computadoras bufan procesando datos. “Antes, una vez que el epoxy había curado, si querías hacer modificaciones necesitabas sierra y torno, y algo para cubrirte la nariz y no quedar intoxicado”, comenta. “Si el licenciatario quería achicar la cabeza, tenías que reducirla por proceso; si quería agrandarla, moldearla... En digital la mostrás y lo que te piden lo arreglás mucho más rápido y sin problemas.” Pero como el diablo está en los detalles –o eso dicen–, de ese modelo virtual se pasa por una impresora 3D y se completan las últimas capaz, ahora sí, en epoxy.

¿Y la figura original? En este tipo de escultura los “originales” son los moldes, pero ésos ya quedan fuera del alcance del propio escultor. Cosas de la vida digital. “Del matrizado y las copias se encargan allá, lo mismo que del pintado, una vez que está hecho me mandan una copia, que son las que yo expongo en las convenciones.”

Mucha gente, reconoce, ni siquiera sabe que su trabajo existe. No sorprende: según estima el propio Canale, apenas media docena de personas de todo el país trabaja en lo suyo. “Aunque sí hay coleccionistas”, cuenta y entiende que no es imposible llegar a su lugar. “La posibilidad existe, pero hay que darle duro.” En las convenciones sus obras llaman mucho la atención. “Es muy visual y a los pibes les vuela la cabeza. Bueno, a los no tan pibes también.”

¿Y personajes propios? “No tengo mucho tiempo para hacer otra cosa, pero Sideshow también está sacando una línea de diseños propios y a partir de una idea del director de arte sí diseño lo mío”, dice. Aquí, cada tanto sale algo, revela, tanto en publicidad, en series como Cumbia Ninja (donde aportó un dragón digital) o en proyectos como la versión de Lucrecia Martel de El Eternauta, que luego quedó en la nada. “La onda que ella le estaba dando no les iba a gustar a los fanáticos del comic”, considera Canale. “Se corría estéticamente del original porque estaba aggiornada.” Esa experiencia, sin embargo, lo llevó a hacer varios diseños para la muestra Huellas de una invasión, aunque luego el resto del trabajo lo hizo otro equipo. “No fue un laburo de producción, pero sí tuve la oportunidad de agregar un toquecito personal a una obra icónica”, se enorgullece.