CULTURA › RECORRIDA POR EL FLAMANTE CENTRO CULTURAL KIRCHNER
El nuevo espacio cuenta con 40 salas de exposición y seis auditorios multimedia. Además de joyas arquitectónicas como La Ballena Azul y La Cúpula. La programación será multidisciplinaria. El ministro De Vido sostuvo que el destinatario del CCK será “el pueblo”.
› Por María Daniela Yaccar
“Imagino que todos ustedes deben tener un celular en el bolsillo”, sospecha Federico Baggio, uno de los guías que conducirá la recorrida de la prensa por el flamante Centro Cultural Kirchner, inaugurado el jueves por la presidenta Cristina Fernández. Se oye, apenas, una respuesta negativa. “Las funciones que se centralizaban en este edificio hoy las tenemos en el bolsillo”, concluye el joven. En el CCK, el emprendimiento de infraestructura cultural más relevante de América latina, a la altura de otros gigantes del mundo, se mezclan el pasado y el presente. Se procuró restaurarlo manteniendo viva su historia: hasta 2002 en este lugar funcionó el Palacio de Correos y Telecomunicaciones, más conocido como Correo Central.
La visita guiada –servicio con el que ya cuenta el público general y que es gratuito, como todo lo que ocurrirá dentro del centro cultural– comienza en el Hall de los Buzones, donde se despachaban cartas urgentes. Los antiguos buzones de bronce conviven con modernos ascensores hidráulicos. El hall, al cual se ingresa por la entrada de Sarmiento 151, pertenece al área noble del edificio, la parte histórica: es la que fue restaurada con un criterio de mínima intervención, con vidrio y aluminio, con el fin de conservar las particularidades de un edificio que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997. En tanto, es en el área industrial donde se han incorporado nuevos elementos arquitectónicos, entre los que se destacan, por ejemplo, la Gran Sala de Conciertos, con capacidad para más de 1700 espectadores, y La Cúpula, cuyas tejas fueron reemplazadas con vidrio facetado y que ha sido restaurada con luces de leds para los festejos del Bicentenario de la Patria.
En el edificio de nueve pisos todavía hay obreros trabajando. No obstante, ya está abierto al público y para junio hay una programación variada, que abarca teatro, artes visuales y música. “Faltan detalles importantes de obra. Se está terminando”, informó el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, en una conferencia de prensa, acompañado por Teresa Parodi, su par de Cultura. Ambos funcionarios coincidieron en afirmar que el destinatario del CCK será “el pueblo”. Lo definieron como un espacio “coral” desde el punto de vista artístico e “inclusivo” en relación con el público. Algunas de sus salas, realmente imponentes, activan la imaginación de lo que puede llegar a pasar allí. Un ensayo de la Orquesta Sinfónica Nacional en la Gran Sala –también denominada La Ballena Azul–, que refleja la excelente acústica del espacio, funciona como vaticinio.
Las huellas del pasado están por todos lados. Por ejemplo, en el área de atención al público mostradores y pupitres de madera brillan, restaurados. En una de las paredes hay dos murales de Amadeo Dell’Acqua. Las comunicaciones modernas, se llama la obra, y refleja la comunicación entre dos mundos: en una de las pinturas hay hombres de los pueblos de América y, sobre ellos, el continente. En la otra están los pueblos del Viejo Mundo. Dell’Acqua era pintor, grabador, ilustrador y escenógrafo, y fue jefe de Propaganda del Correo. Esta obra corresponde a una época en la que ferrocarriles y comunicaciones eran pilares del progreso.
Hacia 1880, cuando la ciudad comenzaba a modernizarse, el director de Correos y Telégrafos de entonces, Ramón Cárcano, solicitó a Miguel Juárez Celman la construcción de un palacio de correos que estuviera a la altura del servicio que se prestaba. El primer arquitecto pensado para esta tarea fue el italiano Francesco Tamburini, autor del proyecto inicial del Teatro Colón. Tamburini recomendó al francés Norbert Maillar, quien estaba de paso por Buenos Aires. La edificación comenzó en 1889, pero no continuó por falta de fondos. Debido a diferencias contractuales, Maillar abandonó la construcción y continuó otro francés, Jacques Spolsky. La inauguración ocurrió recién el 28 de septiembre de 1928. El Palacio de Correos fue levantado en base a los parámetros estéticos y estructurales del academicismo francés, que reinó en la arquitectura de la ciudad de Buenos Aires durante mucho tiempo.
“Aquí trabajaban alrededor de 10 mil empleados”, explica Federico. Y cuenta que éste era un ‘edificio ciudad de principios del siglo XX’: funcionaban un laboratorio de análisis clínicos, una escuela para los hijos de los empleados, guarderías, restaurantes, un servicio de sastrería e, incluso, una peluquería. Una curiosidad es que había una sala de descifradores: eran personas que se dedicaban a interpretar las direcciones que no se entendían en las cartas, por las confusas letras de los remitentes.
En 2006, Néstor Kirchner imaginó que el Correo Central, abandonado y en su mayor parte en desuso, podía convertirse en un “faro cultural” para la Argentina. En 1997 el edificio había sido declarado Monumento Histórico Nacional. Tras la reestatización del Correo Argentino, el Gobierno optó por la restauración, el reciclaje y la puesta en valor del edificio, por un lado y, por el otro, por la incorporación de nuevos elementos arquitectónicos. En 2006 se llamó a licitación internacional para la presentación de proyectos. El primer premio se otorgó en noviembre de ese año, por decisión unánime del jurado, a los estudios Bares y Asociados (B4FS) y Becker-Ferrari, los dos argentinos. La obra fue proyectada por los arquitectos Enrique, Federico y Nicolás Bares, Daniel Becker, Claudio Ferrari y Florencia Schnack; y requirió del trabajo conjunto de los ministerios de Cultura y de Planificación, en el marco del Plan Nacional Igualdad Cultural. En noviembre de 2012, el Congreso de la Nación determinó que el centro cultural llevara el nombre de su ideólogo.
Es impactante La Ballena Azul: es un gigante de ese color, con forma de cetáceo, sostenido por patas y revestido en madera (y con aroma a madera nueva) donde caben más de 1700 personas, distribuidas en tres niveles. Será la sala de la Orquesta Sinfónica Nacional, que hasta el momento no contaba con sede propia. Es bellísima esta Gran Sala de Conciertos y, como queda demostrado con el ensayo de la orquesta que los periodistas tuvieron la oportunidad de presenciar –los músicos emocionaron con “Fuga y misterio”, de Piazzolla–, la acústica es impresionante. Se la pensó como sala sinfónica, aunque es flexible y se adapta a otro tipo de acontecimientos musicales. Horacio Lavandera tocó –también ayer en el marco de la recorrida– uno de los tres pianos Steinway adquiridos por el Ministerio de Planificación. Por otro lado, en el centro de la sala está el órgano tubular fabricado en Alemania por la firma Klais, especialmente diseñado para La Ballena. El instrumento cuenta con 56 registros, 71 sonidos y 3500 tubos. Las tenebrosas notas de “Tocata y fuga”, de Johann Sebastian Bach, sonaron de la mano de Mario Videla.
Otro atractivo de la parte industrial, es decir, la modernizada, es La Cúpula. Allí se accede con unos ascensores que, de momento, andan lentamente y paran en todos los pisos. Ayer generaron una congestión de gente que subía y bajaba. Arriba de todo hay dos miradores desde donde se ve la ciudad: a un lado, el río, el puerto, los barcos; al otro, los edificios emblemáticos, como la Casa Rosada. La Cúpula cuenta con un escenario levadizo y luces escénicas. En el ex Palacio de Correos hay hoy también un espacio llamado La Gran Lámpara. Se trata de dos niveles para exposición de obras de arte que cuelgan desde el techo. Por otra parte, la Sala Argentina albergará a la música de cámara. Hay, además, unas 40 salas de exposición (entre ellas, la Néstor Kirchner y la Eva Perón, el que fuera su despacho) y, por si fuera poco, seis auditorios multimedia. Toda esta información está ampliada en la página www.culturakirchner.gob.ar.
En la conferencia de prensa que tuvo lugar en el lomo de La Ballena Azul, los ejes del discurso del ministro Julio De Vido fueron dos: por un lado se abocó a aclarar datos que aparecieron en los medios de comunicación que él llamó “opositores” y, por el otro, definió qué es lo que espera del flamante espacio. Una de las cuestiones importantes a las que aludió es el presupuesto de la obra: indicó que la cifra exacta es de 2600 dólares por metro cuadrado, “muy inferior a los parámetros internacionales”. “Hablan que se licitaron cerca de 1000 millones y que hoy está en 2100. Hubo un ajuste por variación de costos, además de que se realizaron trabajos adicionales”, explicó. “La actividad teatral y la música clásica estuvieron, hasta hace pocos años, dirigidas a una determinada elite. Queremos a este centro cultural lleno de gente todos los días”, anheló. Se detuvo en una anécdota: contó que, un día, él, Parodi y Mariano Recalde llegaron al CCK y uno de los carpinteros preguntó si ellos también podían asistir a los espectáculos. “Quiero decirles que estén tranquilos. Esto es de ellos. Ayer (durante la apertura del centro cultural), atrás nuestro había 2500 obreros de la construcción. El protagonismo será de las clases populares, de los trabajadores argentinos. Nuestro modelo nacional y popular va a seguir sosteniendo que este espacio sea especialmente para que los más humildes tengan acceso a la cultura”, remarcó.
A su turno, Parodi definió al Centro Cultural Kirchner como un espacio “federal, latinoamericano, coral, plural”. “El protagonista va a ser el pueblo. El pueblo entra con su cultura, que es un hecho vivo y no puede detenerse. Los pueblos sabios, con historia, se miran a sí mismos, resisten desde la cultura. Este lugar se abre para recibirlos a todos”, sostuvo la ministra. Y en relación a los artistas, hizo hincapié en los que son “emergentes”. “Queremos buscar a protagonistas excluidos del mercado, a los que se desarrollaron en espacios alternativos y que emergen de nuestra diversidad cultural. Serán artistas de distintas generaciones y formas expresivas. Buscamos programaciones creativas, que el centro cultural sea un gran laboratorio”, destacó. Sugirió que es “posible” que Martha Argerich toque antes de fin de año. Y dijo que el CCK se abre a la comunidad con las artes visuales, la música, las artes escénicas y la literatura, y próximamente con el cine, en coordinación con el Incaa.
Al CCK ya se puede ingresar. Hoy y mañana, se lo puede visitar desde las 14 y hasta las 18. A partir del martes y hasta el domingo 31 de mayo permanecerá abierto de 12 a 20. Desde junio abrirá los jueves de 14 a 20, y desde las 14 y hasta la medianoche de viernes a domingos. Las visitas guiadas se realizan de 14 a 17.30, cada treinta minutos. Las entradas para el recorrido se retiran en el mostrador de informes, ubicado en planta baja. El martes próximo inaugura una muestra de la artista francesa Sophie Calle, que permanecerá abierta hasta el 23 de agosto. El resto de los días de mayo se pueden visitar las exposiciones permanentes de las salas Néstor Kirchner y Eva Perón, y un homenaje a la escultora Alicia Penalba.
En junio se lanza una programación que incluye presentaciones de discos, recitales para grandes y chicos, obras teatrales, talleres, workshops, performances y muestras de artes visuales. En el ciclo Diálogos de la programación musical, Cecilia Todd, Liliana Herrero, Naná Vasconcelos, la orquesta El Arranque, Juan Falú, Ana Prada, La Chicana y otros artistas, entre los que hay argentinos, uruguayos, chilenos, brasileños, colombianos, paraguayos, venezolanos y cubanos dialogarán con sus estéticas y estilos. Además, se presentará un disco en homenaje a Horacio Salgán, en tanto que Brian Chambouleyron y Martín Buscaglia darán a conocer sus nuevos trabajos discográficos. La Cúpula será el escenario del ciclo Puente, que propone un cruce entre bandas y solistas de folklore con los sonidos generados por distintos DJ.
Un plato fuerte son los unipersonales que ofrecerá Cristina Banegas también en La Cúpula. Hay funciones los cuatro viernes de junio. Presentará Eva Perón en la hoguera, Amaramara, Molly Bloom y Los caminos de Federico. Fernando Rubio mostrará las obras Todo lo que está a mi lado y Sueña que duerme en el fondo del mar. El público infantil tendrá, por las tardes, la chance de conocer al grupo cubano La Guarandinga, que se presentará el sábado 6 de junio. La propuesta para los más pequeños se completa con narración oral.
En lo relativo a artes plásticas, hay un homenaje a Alicia Penalba y la muestra Interfaces, que reúne el trabajo de artistas de todo el país. El trabajo de Sophie Calle, que es la instalación Cuídese mucho, convierte al CCK en sede de la Bienal de la Performance. Hay otro espectáculo de esta índole que es de Maricel Alvarez. Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky mostrarán una instalación performática llamada Twilight.
El CCK tiene, además, una oferta educativa, estructurada en cuatro áreas: música, teatro, letras y artes visuales. Las conducirán reconocidos profesionales, como Diego Fischerman, Jorge Dubatti, María Moreno, Rafael Cipollini, Daniel Link, Pablo Kohan, Roberto Jacoby y Naná Vasconcelos, entre otros.
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