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Martes, 29 de septiembre de 2015

CULTURA › UN BALANCE DEL ENCUENTRO REGIONAL GENERACIóN XXI REALIZADO EN MISIONES

Música de raíz, más allá del marketing

El encuentro en Posadas permitió trazar realidades y necesidades de las músicas originadas en diferentes puntos del país, que a veces quedan fuera del radar de los grandes festivales. Y propició una imperdible presentación del prócer misionero Ramón Ayala.

 Por Sergio Sánchez

Desde Posadas

Ramón Ayala tiene 87 años pero la energía de un veinteañero. Se mueve sobre el escenario con una soltura envidiable. Toma el micrófono, recita unos versos cósmicos, cuenta anécdotas sorprendentes, piropea a alguna señorita y canta sus clásicos como la primera vez. Es pura entrega, pura espontaneidad. Ternura, humor, poesía y solidez artística; todo eso a la vez. Una leyenda viviente. El músico misionero sigue escribiendo las páginas de la música de raíz folklórica (argentina y latinoamericana). No está sólo en el escenario: lo acompañan los jovencísimos músicos entrerrianos Juan Martín Carraballo, Guillermo Lugrin, Angel Muñoz y Facundo Torresan, integrantes del movimiento artístico De Costa a Costa. Con un ensamble de guitarras criollas, guitarrón y acordeón, suenan “El cosechero”, “Posadeña linda” y “Mi pequeño amor”. “Ramón, cantate ‘Señor de los campos’”, le grita desde abajo el santafesino Martín Neri, quien en su último disco, Matriz del agua, grabó un gualambao. El hombre de bigote y sombrero infaltable no se hizo rogar y se largó con la canción. La escena pinta la comunión y amplitud que se vivió durante la novena edición del encuentro regional Generación XXI, que esta vez reunió a músicos de todas las provincias del Litoral. Impulsado por el Ministerio de Cultura de la Nación y el apoyo de la municipalidad de Posadas, el encuentro se desarrolló durante toda la semana y el fin de semana pasados, y contó con exposiciones, mesas de debate, proyecciones y conciertos.

La intención del encuentro no es sólo mostrar el quehacer de nuevos autores e intérpretes, sino de tender un puente con los grandes maestros, con la raíz. “El artista tiene que elevar el criterio popular y siempre apuntar a la excelencia musical”, propuso Ayala, un músico verdaderamente popular. “Nuestro destino es defender la tierra. Los jóvenes tienen que tomar las banderas que nosotros intentamos izar”, remató. “Somos una continuación de nuestros maestros”, sostuvo Facundo Torresán, en la misma línea que Ayala. “En Entre Ríos la tradición de la chamarrita se cortó; es algo que con el chamamé no pasó, por ejemplo. Tuvimos que hacer una reivindicación de estos maestros no reconocidos (como Jorge Méndez), para proyectarlos a los nuevos intérpretes”, contó el integrante de De Costa a Costa, un colectivo que está recopilando la obra de antiguos autores entrerrianos.

Reflotó, también, la siempre presente discusión sobre el lugar que ocupan los festivales masivos. “En muchos de ellos se apunta sólo al rating”, sentenció el pianista y acordeonista correntino Néstor Acuña. “No hago música para revolear ponchos. No tengo ese sentimiento”, dijo el chaqueño Lucas Monzón e hizo alusión, indirectamente, a las propuestas que quedan excluidas de los grandes festivales como Cosquín. “El vínculo con la canción está un poco oxidado. Se le pone grandeza a ciertas obras, pero no están en el lugar que corresponde. Hay que tener en cuenta la hechura de la canción y la palabra”, considera Neri, uno de los impulsores del Encuentro de Músicos Populares, que se realiza en Rosario desde hace doce años. Este encuentro, al igual que el de San Antonio de Arredondo o Trabún, proponen una mirada colectiva de la música, un modo de relacionarse con la canción de raíz desde otro lugar, lejos de la lógica del marketing.

Sin embargo, hay festivales masivos que se salen del molde y proponen algo diferente. Un caso es el de la Fiesta Nacional del Chamamé, que se realiza en Corrientes. En su grilla hay lugar para lo tradicional, lo innovador y hasta las propuestas de otros países, como Paraguay y Brasil. “Los correntinos somos difusores de lo nuestro, pero estamos reconociendo la cuestión regional”, dijo Eduardo Sivori, director del Instituto de Cultura de esa provincia y adelantó que el lema para la próxima edición será “La nación chamamecera”. “El chamamé representa en la región y en los países vecinos a 30 millones de personas. Es importante reconocerse como región, para afrontar otros desafíos. Muchos años el chamamé fue excluido, pero hoy es amado. Estamos en un proceso”, cerró.

“Nos enseñaron a partir de una mirada eurocéntrica. Las decisiones de las elites culturales (Mitre, Leopoldo Lugones) todavía están vigentes. Ellos decidían qué se estudiaba en los conservatorios. Los pueblos, en tanto, tejían sus ritmos. Hay que cambiar el paradigma de la enseñanza musical. No se puede seguir insistiendo con el pentagrama como única forma de enseñar, también existe la transmisión oral”, reflexionó Eduardo Tacconi, coordinador de Programas de Orquestas y Ensambles infantiles y juveniles, a la hora de pensar la educación musical. A su turno, Francisco Benítez, director del Centro Cultural Alternativo del Instituto de Cultura del Chaco (Cecual), consideró que el Estado al momento de implementar políticas culturales tiene que tener en cuenta “qué valores entran en juego”. “El Estado no tiene que hegemonizar la producción cultural, sino generar espacios, posibilidades, encuentros, diálogos y sobre todo articulas con músicos y gestores independientes”, consideró. Y remató: “Es importante también pensar la participación del público, cómo garantizar la diversidad y los pasajes de lo ancestral a lo contemporáneo, de la calle a la sala”.

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Ayala recita versos cósmicos, cuenta anécdotas sorprendentes, piropea a alguna señorita del público.
Imagen: Eduardo Fisicaro
 
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