A más de uno se le pianta un lagrimón, esta tarde, en el primer piso de la Biblioteca Nacional. Puede ser, entre un sinfín de estímulos visuales, ante el contundente “Perón cumple” y la foto del líder sobre el techo de una locomotora, fechada el 1º de marzo de 1948. También frente al logo emblemático del 17 de octubre, que muestra a un trabajador en overol protegiéndose y protegiendo a su vez las fábricas, aferrado al escudo peronista; o ante el anuncio del discurso que darían Juan y Eva, el 1º de mayo de 1951. Pero la muestra, que ocupa la sala de nombre a tono (Leopoldo Marechal), no acota su impronta al factor emotivo. Bajo el título de La incesante publicística, diversifica su intención a través de 237 folletos que, dispuestos entre vitrinas y enmarcados, reflejan varias aristas de los dos primeros gobiernos peronistas. “La idea de ofrecer esta muestra al público surgió a principios de este año cuando, sabiendo que en octubre se cumplirían setenta años de celebraciones del 17 de octubre de 1945, pensé que sería un buen momento para dar a conocer la mayor colección de folletos de mi propiedad sobre la materia”, introduce el sociólogo, compilador e historiador –ducho en peronismo– Roberto Baschetti.

La gran mayoría del material, que permanecerá en exposición hasta el 13 de diciembre, tiene como fuente la Subsecretaría de Informaciones del primer peronismo, que estaba a cargo de Raúl Apold y que no sólo destinaba su creatividad gráfica –en sintonía con la estética epocal– a despertar sentimientos de pertenencia e identidad en la población trabajadora, sino también a concentrar, clasificar, editar y difundir toda la acción desplegada por el gobierno peronista, en todos los frentes. “En el político, social, gremial, internacional, etcétera”, señala Baschetti, curador de la muestra, y los ejemplos empíricos fluyen. Desde aquellos que anuncian y explican el contenido de las leyes sociales que marcarían un antes y un después en la vida de millones trabajadores argentinos, hasta las características de los planes quinquenales, el cooperativismo agrario –impulsado férreamente durante el primer peronismo–, las políticas de integración regional y patria grande, o textos más de batalla como aquel cuyo título reza “¿Quiere usted saber cómo se confabularon Spruille Braden y los políticos argentinos que estaban al servicio de los intereses extranjeros?... este libro se lo dirá”.

“Los folletos son como un fresco de época que permite ver las acciones políticas y los logros alcanzados por el peronismo en los años que van desde 1943 a 1955, es decir desde la tarea desarrollada por el entonces Coronel Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión hasta la caída del gobierno peronista por acción de un golpe militar”, enmarca temporalmente Baschetti, que enfatiza también en la voluntad política explícita del actual director de la biblioteca, Horacio González, quien “inmediatamente” aprobó la iniciativa. “E incluso la potenció, al considerar necesaria la edición de un catálogo de la muestra para que quede un registro sólido y fuerte de lo exhibido, y fuese un material de consulta para historiadores, investigadores, diseñadores gráficos y militantes partidarios, entre otros. Como siempre se dice en nuestro ámbito de coleccionistas, las muestras pasan y los catálogos quedan, perduran en el tiempo”, sostiene el curador, que lleva años recuperando material significativo de aquellos años intensos y felices.

Y desempolvando gemas del olvido, como un viejo ejemplar del libro Toponimia patagónica de etimología araucana, que un joven Juan Perón escribió en 1935 y que, según Ernesto Pastrana (coordinador del departamento de adquisiciones e intercambio de la Biblioteca, que dirige Baschetti) estaba tirado en el depósito, “totalmente olvidado”. “Si bien las imágenes que se ven hablan por sí mismas, también aparecen libros como éste, discursos, posiciones políticas, mucho contenido, y esto va a estar en un catálogo que se está preparando”, vuelve Pastrana sobre lo dicho por Baschetti, y lo expuesto en la sala Marechal. “En varios de estos folletos, Perón dice que el pueblo deja de tener solamente obligaciones para comenzar a tener derechos, nada menos. Y que las leyes laborales están hechas para que la patronal las cumpla”, explica Baschetti, acerca de las propagandas que difunden la tarea del Perón coronel en la Secretaría de Trabajo y Previsión.

También hay material sobre el turismo social que dibujó sonrisas y gestos de asombro en miles y miles de pibes de la clase baja, por aquellos años. “La clase trabajadora puede viajar como turista aquí y afuera del país, lo que hace que el gobierno edite folletos para explicar a los viajantes cómo actuar, comportarse, ante un mundo nuevo que no conocen ni dominan. Aparecen los hoteles de los sindicatos en Mar del Plata, por ejemplo, o en Córdoba”, contextualiza el curador, que también repara en otros hechos destinados a que reinen en el pueblo el amor y la igualdad: el voto femenino; los estatutos del peón, del docente y del periodista; los derechos de la niñez y los de la ancianidad, que son incorporados a la Constitución del 49; el rol de la industria; la protección de los aborígenes que el peronismo proclama en el segundo plan quinquenal; la Universidad Obrera; el tercer mundo y la tercera posición; los derechos sobre la Antártida y las Islas Malvinas, y una leyenda que, puesta casi al final de la sala, deja pensando a más de uno sobre eso de tropezar varias veces con la misma piedra, sobre un presente casualmente coincidente: “La unión democrática (sic) contra la soberanía y la Nación Argentina”.