CULTURA › HERNAN BRIENZA PRESENTA SU LIBRO SOBRE LEOPOLDO MARECHAL
En su ensayo El Golem de Marechal, el politólogo recupera del olvido una obra clave del autor de Adán Buenosayres: Megafón, o la guerra, “la más política, la menos sutil y, al mismo tiempo, la que más mensajes proféticos tiene”, afirma.
› Por Cristian Vitale
Al final le quedó Megafón. Así le decían, porque en el Boxing Club de Villa Crespo, el tipo –árbitro, además– anunciaba el peso de los boxeadores y las ocho vueltas de la pelea con un descomunal megáfono “de insólita envergadura”. Leopoldo Marechal, su mentor, también lo llamaba el autodidacta de Villa Crespo, pero el primer apodo era el eslabón a resaltar en la cadena de representaciones que el personaje sintetizaba. Era el ser nacional desplegado en los trabajadores de la zafra en Tucumán, los algodonales del Chaco, las vendimias de Cuyo, la ganadería en Buenos Aires o el petróleo en Comodoro Rivadavia. Era la conciencia viva del país y sus hombres, esa que a veces emerge, se pone en pie de guerra contra “el otro” país, y a menudo pierde. Pero siempre vuelve, y da batalla. “Yo siempre fui un clásico del intelecto y un romántico de la lengua: no es mucho que de tan difícil maridaje nazca de pronto un hijo endemoniado”, había avisado el mismo Marechal en el maravilloso introito de la novela en cuestión (Megafón, o la guerra) y, se sabe, el que avisa no traiciona. “Yo creo que Megafón... profetiza y al mismo tiempo explica los setenta a través de cuatro grandes profecías: la guerra, los desaparecidos, la desaparición de lo absoluto y las vanguardias. Digo profetiza porque su novela habla de eso, pero él no lo vive”, aclara Hernán Brienza, con un libro bajo el brazo que se propone seguir los pasos del maestro: El Golem de Marechal. “Megafón es un núcleo explicativo de la literatura argentina y de los setenta, y es un tema que realmente me interesa por su búsqueda del ser nacional”, puntualiza el periodista y escritor, que presentará el trabajo esta tarde a las 19 en el auditorio 513 del Centro Cultural Kirchner.
–El mismo Marechal se pregunta, en el primer párrafo de Megafón, o la guerra, si resulta cuerdo lanzar su libro “aquí y ahora” (fines de los sesenta del siglo pasado). ¿Cuál cree que es la necesidad de lanzar la resignificación que hace usted de aquella novela “aquí y ahora”, en este contexto?
–Yo creo que el kirchnerismo ha tenido alguna clave marechaliana, y esa cosmovisión, que explica estos años, deja algún eco para entenderlos, fundamentalmente en el redescubrimiento de la cuestión nacional como preocupación. El kirchnerismo ha tenido esa preocupación y el Megafón le aporta algo a esa discusión porque, desde la literatura, Marechal intenta desentrañar esa dinámica de la patria en una dialéctica entre la vieja argentina y la nueva. Entre la vieja oligarquía y el nuevo país, en aquel momento. En este sentido, también trabajo sobre sus ensayos respecto de qué es el peronismo, el nacionalismo o el Martín Fierro. El libro tiene dos momentos: uno que radica en la definición de los golem, que son los arquetipos nacionales de la literatura nacional, y otro, en una lectura sobre el Megafón.
El clivaje temporal de la obra de Brienza no le corre el eje a la preocupación medular de Marechal (la cuestión nacional), pero sí busca abrir un debate sobre tal, que incorpore especificidades del siglo XXI: la idea de posmodernidad, por caso. O la pluralidad y los medios masivos de comunicación. “En este sentido, me interesa mucho el pensamiento en diagonal de Marechal, que atraviesa distintos dogmas, y al mismo tiempo sale de ellos. No es una mera repetición sin cuestionamientos, quiero decir, y me parece que hay mucha riqueza en esa lógica de pensamiento”, sostiene Brienza, que empezó a leer al poeta depuesto cuando era adolescente, y jamás lo abandonó. “Me identifiqué con él en esos momentos de la vida en que te identificás profundamente con alguna identidad cultural, y creo que esa identificación permaneció porque fui descubriendo un personaje increíble: un católico, pero no un católico obediente; un autodidacta, un independiente... En fin, un peronista que no era alcahuete, que esquivaba los lugares comunes, y que era muy original en el sentido de plantear sus formas. Yo creo que Marechal fue un conservador revolucionario que tenía una mirada contemplativa sobre el otro: que lo discutía, lo ponía en ridículo, lo desestructuraba, pero nunca llegaba a generar una violencia discursiva sobre ese otro”, define el politólogo, docente y periodista.
Un “conservador revolucionario” que entra en diálogo con otros arquetipos de su estirpe literaria y nacional, a través de su personaje. “Marechal constituye a Megafón como arquetipo, y lo encadena en esos otros arquetipos literarios que intentan explicar la argentina ¿no?... el Martín Fierro, el Juan Moreira, el hombre que está solo y espera de Scalabrini Ortiz, el descamisado, y todos esos arquetipos literarios que van explicando una época. Yo creo que Marechal hace la operación cultural de intentar proponer a Megafón como ser nacional, como sujeto histórico, y lo intenta explicar a partir de la literatura. Si bien la novela suya que más me gusta es el Adán Buenosayres, Megafón, o la guerra es la más política, la menos sutil y, al mismo tiempo, la que más mensajes proféticos tiene en términos políticos. Ya plantea la posibilidad de la guerra desde el título, cuando aún no habían asomado los setenta con toda su carga de violencia ¿no? Y él ya la está viendo”, sostiene Brienza, que inició su trabajo como consecuencia de uno anterior, en el que indagaba sobre el nacionalismo mítico a través del pensamiento del mismo Marechal y de Leopoldo Lugones (los dos Leopoldos). “Cuando se encontraron el Papa y Cristina, y ambos elogiaron el Megafón, me pareció que había algo más que hacer por ahí. Entonces empecé a releerlo en clave de golem, de ese arquetipo nacional que sirve para identificar a un pueblo, a una mayoría, en determinados momentos históricos”, resalta Brienza.
–Por tono y abordaje, su trabajo parece partir de una necesidad subjetiva, de una inquietud muy personal. ¿Acuerda?
–En el sentido de que no es un ensayo, ni una biografía, ni una tesis académica, sí. Tiene más que ver con una lectura política propia, con un capricho, digamos. Lo que me interesa mucho de Marechal es que fue un gran olvidado de la literatura, un castigado por el mercado después del golpe del 55, condenado al ostracismo interno. Y creo que esa es una de las armas que tiene la industria cultural hegemónica en la Argentina para sancionar a aquellos que tienen una posición política contraria al aparato hegemónico cultural. Yo creo que ese olvido, ese destierro interno, es quizás la mejor arma del mercado para hacer desaparecer todo aquello que es disonante.
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