CULTURA › TEATRISTAS INNOVAN PARA PEDIR LA RENUNCIA DE LOPéRFIDO
› Por Paula Sabatés
“Así como antes de que comience la obra les pedimos que apaguen sus teléfonos, ahora les vamos a pedir que los enciendan y que los que quieran saquen fotos o filmen lo que les vamos a mostrar.” El director está algo nervioso. El público también. Algunos espectadores tardan unos segundos en reaccionar y cuando prenden el celular, la voz del ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, ya empezó a sonar. “No tengo ningún problema en decirlo, en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos, fue una mentira que se construyó en una mesa para conseguir subsidios. Esto es lo que se alimentó en el último tiempo desde un sector. Si algún error cometió la dictadura militar enorme fue no hacer un proceso legal, y hacerlos desaparecer y matarlos de esa manera. Hubo muertos por dos bandas armadas, donde la población estaba en el medio, y que se haya hecho una exaltación de esa época es seguir construyendo sobre la mentira”, se escucha en la sala.
La escena que presencia esta cronista se repetirá, una y otra vez, durante el próximo mes, en distintas salas y teatros de la ciudad, pese a que sea cierto aquello de que no hay obra de teatro igual a otra y de que cada función de un mismo espectáculo sea única e irrepetible. Y es que, por estos días, un numeroso grupo de artistas tiene ganas de transmitir un mismo mensaje: su pedido de renuncia al funcionario, también director artístico del Teatro Colón. Por eso, desde la semana pasada, después de los aplausos finales, un puñado de elencos lleva a cabo esta acción: saludar, pedir que se enciendan los celulares y pasar a continuación el fragmento de audio de 50 segundos que compila algunas de las polémicas declaraciones que al funcionario le valieron el repudio de organismos de derechos humanos, artistas y establecimientos educativos de la Capital Federal.
“En este mismo momento, en otros teatros, trabajadores de la cultura están haciendo lo mismo que nosotros. No vamos a convalidar con nuestro silencio que un ministro ofenda a las víctimas del terrorismo de Estado. Insistimos en que Lopérfido debe renunciar, porque no queremos tener a un ministro de cultura como punta de lanza de un discurso negacionista y de la actualización de la teoría de los dos demonios”, lee el elenco, que invita a que el público lo acompañe en el pedido de alejamiento del ex funcionario de la Alianza.
Desde aquella polémica conferencia pública en Pinamar, donde Lopérfido lanzó esas y otras repudiadas frases, gran parte de la comunidad artística se organizó en su contra. Teatristas, artistas circenses, trabajadores de la danza y del cine (su último papelón público tuvo lugar en la presentación oficial del Bafici, el miércoles pasado) llevan adelante distintas acciones para manifestar su rechazo a quien, paradójicamente, se desempeña como representante cultural. La mayor acción tuvo lugar el 24 de marzo pasado, cuando una multitudinaria columna marchó para pedir su renuncia, reclamo que continuó después del acto en Plaza de Mayo en un escarche realizado en las escalinatas del Colón. Pero hasta ahora, ninguna acción había tenido lugar en los propios espacios de cultura, en el momento mismo de la representación.
Antes de abandonar la sala, los actores dan una última puntada: reparten a los que se van un volante que reza un mensaje claro, quizá más que todo lo que acaba de pasar: “Darío Lopérfido, persona no grata para la cultura”. Resumen, así, algo que desde ahora el público no podrá ignorar: que los trabajadores de cultura fueron y serán siempre agentes de denuncia y actores fundamentales en los procesos de Memoria, Verdad y Justicia. Y que eso es algo que va a ser difícil cambiar.
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