CULTURA › COMIENZA GESTAR FUTURO EN EL CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIóN
Con la participación de especialistas nacionales y extranjeros, el encuentro busca explorar formas de economía y consumo alternativas dentro del sistema capitalista. Un ciclo de cine aporta ideas y una mirada global sobre las posibilidades a futuro.
”Otro mundo es posible”, pregonaba hace más de una década el Foro Social Mundial en Río de Janeiro. El mensaje y la propuesta no se han perdido. La serie de charlas y ciclo de cine Gestar futuro, que comienza hoy y se extiende hasta el viernes, recorre parte de ese espíritu y busca explorar formas de economía y consumo alternativas dentro del sistema capitalista. El encuentro será –como cabe esperar– de participación libre y gratuita en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543) y el Club Cultural Matienzo (Pringles 1249), aunque la organización está a cargo del Goethe-Institut, Minka, Cultura Senda y el portal digital El Plan C. La jornada de hoy estará dedicada íntegramente a charlas y talleres. Allí participarán especialistas de la materia como Neal Gorenflo (fundador de Shareable.net), el alemán André Graul (confundador de la comunidad Freifunk que provee comunicación a miles de refugiados en Europa), el especialista argentino en economía social José Luis Coraggio y el estudioso de las “monedas sociales” Ricardo Orzi. También estarán allí grupos como los organizadores de la Disco Sopa, el Club de Reparadores y espacios de gestión cultural conjunta. “Se trata de visibilizar procesos sociales que están teniendo lugar en distintas partes del mundo, en gran medida en Argentina, y debatir acerca de sus alcances, sus posibilidades y también de sus aspectos críticos”, propone Carla Imbrogno, responsable de programación del Goethe-Institut.
El universo de las economías alternativas tiene cantidad de acepciones que pueden parecer similares al neófito, pero no lo son: economía colaborativa y economía del compartir son lindantes, pero no son lo mismo, aclara Marcela Basch, quien destaca que todas estas concepciones suponen “un cambio de paradigma orientado a producir, consumir, circular y financiar bienes, servicios y saberes entre pares organizados en comunidades o redes de manera distribuida y horizontal”. Basch, responsable de El Plan C, destaca el rol de Internet en la fuerza que demuestran estas iniciativas y señala que también incluyen las formas de producir y poner a circular el conocimiento, el arte y la cultura. En un territorio lindante con la economía colaborativa aparecen logros como las licencias al estilo Creative Commons “que buscan discutir y flexibilizar el modelo dominante de propiedad intelectual” y que se apoyan en los fundamentos éticos del software libre.
Todos estos debates, reuniones de proyectos y talleres tendrán un correlato cinematográfico en el Centro Cultural de la Cooperación durante el jueves y el viernes con cinco películas programadas por Inge Stache, directora de la cinemateca del GoetheInstitut. “Las películas acompañan las jornadas y las seleccionamos porque buscan dar respuestas a un mundo en crisis por la forma desmedida de producir y consumir”, señala Stache. Claro, cuatro de las cinco películas programadas son alemanas (una en coproducción con Francia), pero la otra es finlandesa.
“Bucear en la basura analiza el despilfarro increíble de alimentos en todo el mundo Occidental”, advierte Stache. El film de Valentin Thurn recorre cuatro continentes para demostrar que la población mundial tira a la basura la mitad de la comida que produce, a veces incluso antes de siquiera entrar en los hogares. Semejante obscenidad se refleja en cifras a lo largo del film y se pone de relieve con las políticas de los países más desarrollados y los movimientos que llegan a abastecerse incluso clandestinamente de la basura. “Thurn es muy hábil, hace muchas pequeñas entrevistas, genera instantáneas de todo el mundo y cuenta”, señala la programadora de la cinemateca del instituto alemán.
La segunda película que podrá verse mañana es Nada es mejor que nada en lo absoluto, que según explica la curadora “parte de una situación ficticia y presenta con humor, pero también con mucha seriedad, diferentes personas”. ¿El objetivo final? Demostrar cuán obsoletas son las medidas estatales para combatir la desocupación. “Su director, Jan Peters, postula que hay que tomar en serio las utopías que giran en torno al concepto de trabajo, que ya no podemos darnos el lujo de decir que quien no trabaja no ha de recibir alimento”, comenta Stache.
El finlandés John Webster presenta Recetas para el desastre, un documental que lo tiene como protagonista en su intento-experimento de reducir la producción de CO2, suya y de su familia. “Eso significa que no usan plásticos, ni electricidad, ni auto, no toman aviones y hasta les afecta su alimentación porque pasan a consumir sólo productos regionales”, señala Stache. “Webster relata con mucha franqueza y empatía las dificultades que le surgen, los cuestionamientos de su mujer, de sus hijos, e incluso los de él mismo, y al final hace un balance muy interesante de la experiencia”.
La jornada del viernes abrirá, también en el CCC, a las 14.30 con Voces de transición, de Nils Aguilar en coproducción francogermana, pero hecha únicamente con donaciones y financiamiento colectivo, sin ningún apoyo oficial, remarca Stache. “Aguilar postula el peligro de la creciente escasez de recursos y muestra los problemas que significa la producción industrial, por qué se fracasa en el intento de abastecer a toda la población”, anticipa la programadora. Aguilar presenta tres miradas alternativas: el movimiento de la permacultura en Francia (una forma de agricultura mucho más respetuosa con la naturaleza), las “ciudades de transición” en Inglaterra y la agricultura urbana en Cuba “que muestra cómo se puede llegar a un rendimiento muy alto en pequeñas unidades productivas completamente descentralizadas”.
Para el final queda la que, en opinión de Stache, es la película más ambiciosa del ciclo: Speed: en busca del tiempo perdido. “Es ambiciosa porque el director investiga el por qué de la aceleración del modelo occidental de la sociedad capitalista y se involucra él mismo con un planteo muy personal”, considera. Si el lector es de esos que siente que nunca tiene tiempo, que el trabajo, la familia, las redes sociales, los amigos y los compromisos le demandan todo su día, esta película explora ese estado de aparente ocupación (y angustia) permanente. “Con su manera de involucrarse es muy fácil un acercamiento directo y muy entretenido para el espectador, y así también llega muy profundo, demuestra que la falta de tiempo no es un problema individual sino social”. El director Florian Opitz, cuenta Stache, habla con gente inmersa en ese ritmo de vida de muy distintas condiciones sociales y procedencias, y luego aborda “a gente que dejó aparte el sistema vigente occidental”.
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