CULTURA › EL PROYECTO MEMORIA AMIA REUNIó A CIEN MúSICOS
La muestra fotográfica y el videoclip sobre la canción “La memoria”, de León Gieco, tendrán su presentación en público el lunes 18 de julio en el espacio de arte de la AMIA, cuando se cumplan veintidós años del atentado que provocó ochenta y cinco muertos.
› Por Cristian Vitale
Empieza León con un cartel que dice Justicia. El stand que sostiene su figura es de tamaño real, y él está con una remera de Mercedes Sosa. En el reverso aparece la historia –paso a paso– de la canción que anuda muestra y música: “La memoria”. Muestra fotográfica y música en videoclip que tendrán su presentación en público el lunes 18 de julio en el espacio de arte de la AMIA (Pasteur 633), cuando se cumplan veintidós años del atentado que provocó ochenta y cinco muertos. “Una de las características centrales de este trabajo es que fue un hecho colectivo y creativo y que fue muy estratégico y orgánico, pero desde el corazón, no desde la planificación, porque los artistas recibían una carta de la AMIA con la convocatoria, y en ese mismo instante, había un llamado telefónico personal y después un seguimiento, sin voluntarismos particulares”, enmarca Elio Kapszuk, productor general del proyecto “Memoria Amia”. A su lado, en el bar de la mutual, están el director del video Sebastián Orgambide, y Lito Vitale, elegido para dirigir musical y artísticamente el numeroso, diverso y monumental coro, y convocar personalmente a los cien músicos que participaron.
“Fue sorpresivo el sí rotundo del noventa por ciento de los músicos que llamé. Sobre todo para contarles que no era un video para hacerse más conocidos, sino para comprometerse y sumar cada parte a este pedido de justicia y memoria. Y después, la cosa de producir la canción con una idea de crecimiento armónico. El tema va transportando, hasta llegar a un climax. La parte instrumental también es diferente a la original, porque quería que cada comienzo de estrofa fuera como una sorpresa. Cada uno de los que participó lo hizo con una entrega espectacular, y la devolución es increíble”, cuenta Lito, sobre una respuesta que, mucho antes de su “estreno” en público y al momento de esta nota, ya tenía más de dos millones de seguidores en facebook, y unas cuatrocientas mil bajadas de youtube. “Estos números nos superaron en expectativa, pero trabajamos para eso. Para que impacte como lo está haciendo en el conjunto de la sociedad”, enfatiza Kapszuk, sobre este secreto bien guardado durante casi un año.
Fotos y videoclip van entonces enlazados bajo un mismo fin: justicia y memoria. Tras la bienvenida del rey León, y de Luis Salinas, Javier Malosetti y Luis Gurevich –que ejecutan la suave intro de la versión musical– aparecen todos los artistas retratados por Guido Chouela –de a uno, de a dos o de a tres– portando un cartel con la frase que le tocó cantar a cada quien. El primero, claro, es el autor con “Los viejos amores que no están”. Después, por axial orden de aparición, devienen Valeria Lynch, que canta “La ilusión de los que perdieron”; Abel Pintos (“Todas las promesas que se van”); Andrés Ciro (“Y los que en cualquier guerra se cayeron”); Miss Bolivia y Palo Pandolfo (“Todo está guardado en la memoria”); Julia Zenko y Raúl Lavié (“Sueño de la vida y de la historia”); Pedro Aznar (“El engaño y la publicidad”); Horacio Fontova (“de los genocidas que están sueltos”); Patricia Sosa (“El indulto y el punto final”); Peteco Carabajal (“A las bestias de aquel infierno”), y así en un devenir que también nuclea a Víctor Heredia, Teresa Parodi, Gladys La bomba tucumana, el Chango Spasiuk, Marian Farías Gómez, Mavi Díaz, Arbolito, Litto Nebbia, Gustavo Santaolalla, Miguel Cantilo, Bruno Arias –por nombrar algunos– hasta terminar la letra completa de este hermoso y sustancial himno concebido por Gieco, recreado por Vitale y tocado por el mismo Lito en piano y teclado; Irene Cadario, en violín: Paula Pomeraniec, en cello; Víctor Carrión, en flauta; Emiliano Álvarez. en clarinete; Luciano Vitale, en contrabajo y ronroco; Sonia Álvarez, en arpa; Facundo Guevara, en percusión; Mariano Delgado, en guitarra y Lucho González, en opciones armónicas.
Vitale fue también el encargado de definir qué frase tenía que decir cada quién, y por qué. “Me copó mucho hacer esto –se emociona–. Era básico que empezara y terminara León, pero también ver a quién le quedaba mejor cada frase por ‘x’ motivo. Fue un muy buen ejercicio, por lo que es cada uno, que algunas frases le quedaban mejor que otras. Quiero decir, sin dar nombres, que algunos no podían decir ciertas frases, y a otros les calzaba perfecto. Es algo que no puedo considerar un trabajo, porque fue algo precioso, un placer”, profundiza el ex M.I.A, al tiempo que reengancha Elio: “La muestra forma un cancionero que sirve para cantar la canción, pero creo que tiene un punto de contacto muy particular entre las cosas que hizo Sebastián. Es lo que en el video aparece como si fueran gritos pero no lo son. O, mejor dicho, son gritos de personas que tienen la boca sellada y que después explotan sin gritar, con una suavidad muy profunda. Los silencios de las fotos son verdaderos gritos del alma, que tienen un link con la armonía no armónica de la canción, porque es un conjunto de voces totalmente diverso, en el que te vas de un lado al otro. Y visualmente es lo mismo: ¿este está al lado de este?... son dúos o tríos imposibles de pensar previamente”, se ríe el productor.
–No hay batea que los pueda contener...
Elio Kapszuk: –Le robo la frase (risas). Hay un link y una potencia gráfica impresionantes entre la muestra y la música. Voy a la grabación y vuelvo a ver algo que tiene que ver con la convocatoria. Uno habla del paraguas institucional de AMIA, de la trayectoria de cada uno y si se ve bien el video… León se puso al fondo, y fue por su decisión. Después, cuando terminó la grabación del coro, agradecimos a cada uno de los artistas, y le pedí a León que dijera algo. ¿Qué dijo?... que nosotros no estábamos acá ni por él, ni por su canción. “Ustedes están acá por los muertos en la AMIA”, dijo. Y la verdad es que nos volvió a ubicar en la verdadera causa por la cual estábamos haciendo esto: hace 22 años murieron 85 personas que aún hoy no tienen justicia. Creo que es algo maravilloso de su parte, porque lo mejor que tiene que tener un artista es ser testigo de su tiempo, y creo que él pudo poner en letra y música aquello que todos veníamos pensando, porque la memoria no es nostalgia y pérdida, sino construcción hacia el futuro.
–Qué no solo involucra a la AMIA, sino a los desaparecidos, al padre Angelelli, a Rodolfo Walsh, en fin, también se podrían agregar los bombardeos a la plaza de mayo de junio del 55`, por caso… tanta muerte, tanta violencia...
Lito Vitale: –Exacto.
E. K: – La AMIA decidió conmemorar los 22 años del atentado precisamente con una canción que no solo habla de ella. Con un mensaje a la sociedad en su conjunto en la cual decimos “somos lo que recordamos”. Todo lo que dice es lo que nos constituye como personas, es parte de una apelación a la identidad en base a valores. Pero ojo, no la unidad del “somos todos amigos” y eso, sino la unidad en base a los valores de memoria y justicia. Teníamos todas las herramientas para que esto tuviera un rebote muy importante.
Como otra prueba de diversidad, el video se grabó en el auditorio La Paz, de un templo budista japonés, y –como se vio– mezcló músicos de las más variadas generaciones, posturas ideológicas y géneros musicales. “Trabajamos en el proyecto buscando esto desde el principio”, sigue el productor. “Teníamos claro que estaba relacionado a la memoria y a la justicia, como algo indivisible. Y que, en tiempos de impunidad, la única forma de hacer memoria es con justicia, y entendimos que el abanico de aristas a convocar tenía que ser sumamente amplio en lo ideológico, lo musical y la edad de cada uno… una propuesta con muchas puertas, al cabo, a la se puede entrar por el lado de Lito, de Axel, de León, de Heredia, de Lali Espósito, en fin. Esto por un lado, y por el otro, entendíamos que el proyecto tenía que tener una terminación, que tenía que ser más perfecto desde la realización que desde lo ideológico”, señala Elio. Y acá aparece el tercer mosquetero: Sebastián Orgambide. “Desde mi parte tuve que acompañar cosas que ya venían dadas. La canción de León está muy buena, pero el laburo de Lito es impecable, y esa es una pata muy fuerte, porque tiene mucho clima. Si la canción ya trasmite mucho en sí misma, Lito le agregó un trabajo de producción artística y musical muy destacable. Y esto allana mucho el camino para hacer un video”, explica el escenógrafo y director de arte para cine.
–¿A qué se refieren específicamente con lo de orgánico? Ya lo había dicho también Kapszuk.
Sebastián Orgambide: –A que hubo muchas decisiones acertadas, que tomamos en conjunto. Una de ellas fue la de no hacer una puesta en escena de esto, sino retratar el momento de la grabación en vivo. Digo, no hubo un playback, fue el momento de la grabación y eso se trasmite de alguna manera. No queríamos hacer algo artificial. Lo que hicimos fue casi documental, porque, independientemente de la complejidad técnica, hay un laburo previo, logístico, de Lito, de elegir qué artista dice cada parte, y además grabarlo en vivo con la complejidad que ello implica. Acá es donde nosotros queríamos tener esa honestidad del retrato del momento. Que se vea ese momento como algo no artificial ni actuado, sino espontáneo.
E. Z: –Es que Lito se tomó el desafío de cómo hacer que todas estas voces fueran parte no de un coro sino de un proyecto plural, porque él podría haber decidido equiparar todas las voces, pero lo que se laburó entre todos fue que cada artista fuera cada vez más él. Y en ese “cada”, la particularización iba a generar una gran obra en conjunto que es la canción como si fuese un gran mosaico.
L.V.: –Lo primero que pasó, en lo que a mí respecta, fue que León me llamó para que me hiciera cargo de la producción musical, y de convocar a los cantantes, para ver quién cantaba cada verso y cómo dividir las cosas. Había una lista concensuada, pero yo planteé quién cantaba cada parte, algo que, igual, se fue modificando en el devenir del trabajo. Otra cosa importante fue que no jugó el ego en ningún momento. Se planteaba algo, se consensuaba y, si no, se cambiaba. No importa, al día de hoy, quién tuvo tal idea. Y así también funcionó con los artistas, con esa entrega. No hubo divismos, quiero decir… No hubo un “yo voy primero”. Esto no puede ni debe existir en un proyecto de estas características.
S. O.: –La verdad es que se generó un clima muy especial con los artistas, había una energía que se sintió. Si la pieza emociona, es porque hubo algo que nos unió a todos por algo inexplicable, sobre lo que cada cual tendrá su interpretación. La canción es única, pero el arreglo también y su interpretación, también.
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