HISTORIETA › ADAO ITURRUSGARAI Y STRONZATA GALATTICA, EL COMIC QUE SE ESTRENA EN LA NUEVA FIERRO
El brasileño entrega una historia que se desarrolla en espiral, obligando a curiosos visajes. Además, Nine y Lucas Accardo plantean un Borges que la emprende a patadas con la Academia sueca.
› Por Lautaro Ortiz
La relación que mantuvo Jorge Luis Borges con los premios literarios fue acaso su más tormentosa historia de desamor. Entre los no otorgados y los negados, hay una docena de frases del propio maestro que atestiguan su disputa por los galardones. Acaso por eso la tapa de Fierro de este mes (que aparece hoy junto a Página/12) está dedicada a ese Borges imaginario (que supo construir Lucas Nine como Inspector de Aves de corral, tal el nombramiento de Perón), capaz de repartir piñas en la mismísima Academia sueca contra los que siempre le negaron el premio mayor: el Nobel. Emulando a las revistas de superhéroes yanquis de la década del ’50, Nine y el gran Lucas Accardo pusieron al maestro en plena acción, interviniendo con el cuerpo en la aventura, casi como una declaración de cómo debe hacerse historieta.
Y si la puerta de entrada para esta edición 79 es un Borges imaginario, los lectores de la revista no pueden más que esperar que el resto de sus páginas sea un laberinto sin salida posible. Por eso está la vanguardista Akinetopsia de Varela-Agrimbau, construida a partir de la alteración de la percepción que sufren ciertos personajes (en este caso la visión del movimiento de las objetos), que logra quebrar e imponer un ritmo de lectura que dará que hablar. En ese laberinto está también Barrio Gris, de Maicas-Spósito, parodiando a los pájaros de Hitchcock; Toxi Taxi de Iñaki-Castromán, que retoman el camino de los relatos interiores casi enfermizos de gente común (un taxista); el premonitorio Horóscopo de la siempre sorprendente Patricia Breccia y una historia magníficamente contada por El Tomi (Al pie de la letra) jugando entre lo que dice un guión y lo que no hace un dibujante.
A estas historias unitarias se les suman las series regulares: la lisérgica ¡México Lindo! de Calvi, la reconstrucción histórica de la investigación de un joven Che Guevara sobre los nazis en Córdoba Edén Hotel de Agrimbau-Ipolitti, y la surrealista y policial Putrefacción de Fraticelli y Couselo, que tiene como protagonista a un huevo descubriendo una red de tráfico de frío en el interior de una heladera.
Pero el laberinto de Fierro tiene espejos que deforman, espejos que permiten la burla y el absurdo. Ahí está Gustavo Sala con Mancebo y Chupabarro; Ariel López V. con su Pare de sufrir y el regreso esperado de Rispo, de Diego Parés. Sin embargo, quien se lleva los carteles en este número es el brasileño Adao Iturrusgarai (nacido en 1965 en Rio Grande do Sul) que regresó a Fierro con Stronzata Galattica, historias de dos astronautas espaciales que van realizando un viaje en una suerte de juego de la oca. Su vuelta a la revista también tiene que ver con la publicación por primera vez en libro de Rocky y Hudson, historieta de dos vaqueros gays que se conoció en el país a través de esta revista y que hoy será presentado por Diábolo Ediciones en la Feria del Libro (Stand 153 del pabellón azul a las 18 horas). De paso por Buenos Aires, el brasileño, que reside en Córdoba y es la estrella de humor en el prestigioso diario Folha de São Paulo, comenta: “La nueva historieta que presento en Fierro es una locura. Tanta locura tiene que ver con que cada vez que yo decidía hacerla mi mujer agarraba las valijas. La idea es molestar al lector desde lo gráfico, porque para leerla hay que ir girando la página. Es, además de un ejercicio de lectura, un juego con el lector. Cada recorrido tiene un chiste que anuncia el final de una situación y, al mismo tiempo, da el pie para la siguiente. La serie es un collage de chistes y el nombre, en italiano, lo puse porque es una expresión de un amigo que cada vez que iba al baño comentaba: “Hice una stronzata galattica”, es algo así como cuando en Argentina se dice de alguien que es “un boludo atómico”. De ahí viene esta serie que espero tenga la misma suerte de Rocky y Hudson.
–Esa historieta, la aventura de dos vaqueros gays en el Lejano Oeste, llegó a la redacción de Fierro como tantos trabajos. Se publicó y fue un éxito, tanto que hoy es ya un libro. ¿Cuándo surgió esa historia?
–La empecé en 1986 en Porto Alegre. Hacía frío y yo no tenía plata ni novia, aunque era subeditor de una revista de historietas llamada Megazine. Necesitaba hacer una historia nueva para el siguiente número y de repente saltó la idea de dos gauchos maricones. Rio Grande do Sul es como una provincia de la Argentina: comemos carne, tomamos mate y tenemos esa música regional horrible, con gauchos ultramachos y homofóbicos. Pensé en el universo del Lejano Oeste y el nombre de la tira vino rápido: el actor hollywoodense Rock Hudson estaba enfermo y todos se enteraron de que no era heterosexual y luego un amigo que sabía inglés me sugirió agregar la “y” en “rock” para quedar más... más maricón. Ya la había publicado en Brasil, pero cuando vine a la Argentina la dejé en Fierro y la respuesta fue inmediata, todo cambió. Primero me llamaron de España (donde se editó el año pasado) y ahora sale en Argentina, Estados Unidos y Francia. Nunca pensé publicar en tantos idiomas. Espero que se entiendan los chistes.
–¿Qué diferencias observa entre el humor brasileño y el argentino?
–Hay muchas. Nada como ser autóctono para hacer humor. Fontanarrosa era un genio, pero siempre se va a perder un poquito cuando cambia de hábitat. Liniers siempre decía que el humor brasileño es más violento; puede ser, allá el humor es más abierto, casi no hay límites: se puede hablar sobre drogas, sexo, etc. Acá todavía los hay, el humor todavía puede ser visto como algo peligroso.
–¿Cuál es su visión del humor argentino?
–Acá hay mucho trabajo, y lo bueno es que, como me pasó a mí con Fierro, el trabajo de uno se mira y se valora si es bueno. A mí nadie me conocía y sin embargo ahora tenemos un libro editado. Acá hay grandes humoristas gráficos y en Brasil se lo mira, al menos eso me pasa a mí. Fontanarrosa, Quino, Crist y los más nuevos, Gustavo Sala, Liniers... Me encanta el humor argentino, además hay que decirlo: el trabajo de acá es mucho más profesional que el de Brasil. Espero que con Stronzata Galattica tenga la misma suerte, pero ya es un placer que los lectores de esta revista lo puedan leer.
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