Mié 21.05.2014
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HISTORIETA  › ANDRéS ACCORSI Y LOS VEINTE AñOS DE COMIQUEANDO

Resistir entre los cuadritos

La revista que nació a contramano de una industria que se venía abajo celebrará hoy en Ultra con un encuentro que incluirá música, un podcast y algunos tesoros para llevar. Accorsi habla del pasado y la historia y la transformación en versión online.

› Por Andrés Valenzuela

Hace veinte años se daba un fenómeno extraño: mientras en Argentina la industria editorial de historietas caía en un pozo negro, también surgía una revista que se convertiría en emblema, vidriera y trinchera de las viñetas vernáculas. En 1994 nacía Comiqueando, que hoy celebra su vigésimo aniversario con una fiesta en Ultra Bar (San Martín 678). La revista, históricamente capitaneada por Andrés Accorsi, tuvo varias etapas, cantidad de colaboradores y lectores en todo el continente. Hoy persiste en la forma de un portal web (www.comi queando.com.ar) y aún sigue siendo un sitio de referencia para los amantes del noveno arte.

La celebración de hoy, anticipa Accorsi a Página/12, tendrá la particularidad de un podcast grabado en vivo y con participación del público. “Paralelamente habrá una mesa o dos con ejemplares de distintas épocas para regalar, y cualquiera va a poder llevarse el número que quiera, porque le falta o le gusta”, promete. Los asistentes al Ultra también podrán ver algunos de los “tesoros” de la revista, los materiales de producción de sus principales números, incluyendo algunas copias del “apócrifo” y casi mítico #55, del que sólo se imprimieron originalmente unos 300 ejemplares. Luego habrá música de los ’60, ’70 y ’80, clásicos para bailar mientras el cuerpo aguante. “Esperamos también que sea una especie de reunión del palo comiquero –anticipa Accorsi–, porque hay muchos asistentes del medio, dibujantes, guionistas, gente del cine, así que será atractivo para el fanboy ver que está Fulano o Mengano.”

A dos décadas del primer número publicado, en humilde impresión y discreta circulación, como miembro fundador Accorsi se permite hacer un balance “muy positivo”, del que rescata “la onda que se generó con los fans y con los artistas”, y destaca el lugar que encontró la publicación “que no ocupó nadie cuando la revista desapareció en el bache entre 2002 y 2005”. La crisis de 2001 también dio por tierra con la Comiqueando, hasta que en 2005 regresó a los kioscos gracias a las gestiones de viejos colaboradores, erigidos en editores del proyecto. “Que primero Martín Casanova y después Fede Velasco quisieran sacarla estuvo excelente, que ex colaboradores de la revista se convirtieran en editores y arriesgaran su capital para reflotarla era alucinante”, comenta Accorsi, y cuenta que ese momento le enseñó a limitarse al rol de supervisor de contenidos, lejos de “la rosca empresarial” de tener que lidiar con auspiciantes e imprenteros. “Hoy por suerte encontramos la vuelta a la versión online, donde hacemos lo mismo que antes pero sin molestar a nadie: no jodo a un colaborador, ni a un diseñador, no hay que negociar con la imprenta ni venderle publicidad a nadie, ni pelearse con los distribuidores porque no llegó a Córdoba o no me pagaron lo último que vendió en Capital.” Además, Accorsi aplaude la interacción casi instantánea que facilita Internet. “Eso era algo que me sedujo cuando hacía radio, que tirabas una fruta al aire y a los veinte segundos tenías gente llamando porque estaba de acuerdo o no; eso me parecía muy grosso y la posibilidad de reproducirlo te la da el soporte digital.”

Pese al tiempo transcurrido, Accorsi se niega a dejarse llevar por la nostalgia. “Nada me parece bueno sólo porque pertenece al pasado”, advierte mientras admite que sí, que recuerda con cariño algunas entrevistas puntuales o el primer festejo grande que hicieron con el staff, para los cinco años de la revista y “una concurrencia enorme de autores y editores”. Sin embargo, confiesa que la revista le empezó a gustar “como cosa divertida para leer, recién cuando pasó a ser bimestral”. Eso sucedió hacia fines del ’95, “cuando la revista estaba pensada y trabajada con tiempo y margen”. Para Accorsi, en esa etapa la publicación se mostraba “más amalgamada” y la recuerda como un período en el que con su hermano tenían “la mente más proclive a concentrarse bien en la revista”.

Esa misma dedicación, reflexiona, les permitió tener tiempo para involucrarse más en el sector. Así llegó la participación en la organización de eventos míticos como Fantabaires o espacios como la Escuela Argentina de Historietas. Aun a la distancia, Accorsi entiende que como fruto de ese crecimiento también se abrieron otras puertas laborales, tanto para él como para otros colaboradores, que como traductores, editores, autores, organizadores de eventos o periodistas siguieron vinculados profesionalmente con el medio. “Haber pasado por Comiqueando nos dio una plataforma de lanzamiento que pudimos capitalizar en otros laburos, algunos de perfil muy alto, como organizar Comicópolis, y otros que por ahí no se ven, pero están”, asegura.

Entre esos otros trabajos, Accorsi disfruta con una pequeña pero activa distribuidora de ediciones locales que no sólo trabaja con las comiquerías argentinas, sino que también lleva el material a otros países de América latina. También por eso conoce de cerca las diferencias entre el mercado de 1994 y el actual. “En 1994 lo nuestro era una trinchera de resistencia a una corriente de destrucción del mundo que se nos venía encima”, grafica. “La historieta argentina se iba al descenso y no había Caruso Lombardi que la salvara.” Por eso, explica, Comiqueando no se limitaba a dar noticias y reseñar el material que circulaba, sino que ofrecía sus páginas a los autores argentinos. “Abrirle las puertas a (Gustavo) Sala, a (Lucas) Varela o (Fernando) Calvi, autores muy grossos en una época en que no había espacios para autores incipientes”, evalúa. “Ahí quedó un legado, que por ahí no son millones de páginas, no es ni Columba ni Record, que para muchos está olvidado y también hay gente que pasó por ahí y lo barre bajo la alfombra, pero que fue así.”

“El panorama de hoy es totalmente distinto, hoy no hace falta excavar la trinchera, hay una disposición del público lector a consumir el producto nacional, que también está concebido distinto: de cara al lector”, analiza Accorsi, quien, sin embargo, critica la poca difusión que los editores hacen de su propio material. “Mucha gente no sabe que están todos estos nombres alucinantes, pero comparado con los ’90, donde todos los días se caía un proyecto, un dibujante se resignaba a hacer fanzines o se tenía que ir del país, estamos muy bien.”

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