HISTORIETA › LA REEDICIóN INTEGRAL DE MAUS, DE ART SPIEGELMAN
La novela gráfica ganadora de un Pulitzer vuelve a editarse en la Argentina en una versión supervisada por su autor: una excelente manera de reencontrarse con la historia de Vladek Spiegelman, sus años en Polonia y sus padecimientos en Auschwitz.
Maus, de Art Spiegelman, fue un punto de inflexión en la historia de los comics, recibió un Pulitzer, vendió medio millón de ejemplares, es una memoria de uno de los mayores horrores de Occidente y un relato gráfico sin tradición, novedoso y radical, que ahora vuelve al público argentino en una reedición cuidada que, tanto en su impresión como en su traducción, fue aprobada por el mismo autor.
Maus, que dio origen a la novela gráfica para adultos, fuerte y contemporánea como contrapunto a lo superheroico comercial, narra los horrores del Holocausto a través de Vladek Spiegelman, un judío polaco que le va relatando a su hijo Art sus días en Auschwitz-Birkenau, el campo de concentración más grande y sangriento del régimen nazi donde fueron enviadas 1.300.000 personas y sólo sobrevivieron 200.000. Pero, además de lo impactante del relato considerado un clásico de la modernidad, Spiegelman usa una estrategia narrativa arriesgada, aquí los ratones son los judíos, los nazis son gatos y los polacos unos cerdos, una decisión certera que buscó reproducir la “deshumanización básica en un proyecto de aniquilación”, tal como el mismo autor dijo y reafirmó irónicamente en la solapa interna del libro al transcribir la frase de Hitler: “Sin duda los judíos son una raza, pero no humana”.
Maus: A Survivor’s Tale (“Historia de un sobreviviente”) es la única historieta ganadora de un Premio Pulitzer (1992) y fue publicada en Estados Unidos en dos libros: Mi padre sangra historia (1986), Y aquí comenzaron mis problemas (1991), y ahora Random Penguin House la reedita en un tomo, en papel ilustración y con variaciones en la traducción al español. Vladek, al igual que en su versión en inglés original, no conjuga bien los verbos y mezcla palabras en idish, revelando las huellas de la inmigración en el lenguaje. “En Maus está la complejidad de recuperar la memoria de esa historia y esa frontera lingüística con la que el protagonista lucha con su padre; a la conversación de padre e hijo, que siempre es trabajosa, se le suma la frontera de la inmigración”, explicó Juan Ignacio Boido, director editorial de Penguin Random House, quien junto a Glenda Vieytes trabajó en esta impecable edición.
Spiegelman (Estocolmo, 1948) tardó trece años en completar la obra publicada entre 1980 y 1991 en la revista RAW, pero la idea había comenzado mucho antes. En 1972, grabó horas de conversaciones con su padre y publicó una primera versión de Maus, de tres páginas, en Funny Animals, una fábula de los guetos y campos de concentración nazis, una referencia a aquel pasado lejano de sus padres en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. “Empecé entrevistando de nuevo a Vladek y descubrí que no podía comprender lo que me contaba, a no ser que me metiera de lleno en el tema”, contó el dibujante en MetaMaus, un libro que cuenta el proceso creativo de esta novela y que está completamente agotado en la Argentina hace un año.
Además de las charlas con su padre, Spiegelman leyó, vio películas y documentales, entrevistó a otros sobrevivientes y viajó a Auschwitz y a Dachau. “Sabía que sería un proyecto largo”, contó sobre la obra, ese ingreso sin escalas a la galería de genios universales que encontró su identidad como artista buceando en la castigada memoria de su Vladek.
El telón de fondo y antecedente en el que se dieron las condiciones de creación de Maus fue cuando nació el comix underground, en paralelo con el hippismo, la cultura de la droga, las protestas contra Vietnam y un movimiento contracultural que sacudió Estados Unidos, cuenta el investigador argentino Federico Reggiani, quien sostiene que “se amplió el espacio de lo posible y fue en ese espacio en que pudo pensarse una historieta como ésta”.
La mitología de Maus no se salvó de la historia de otros éxitos editoriales, ésta también fue una obra rechazada ampliamente por las editoriales hasta que cayó en las manos del sello Pantheon, que publicó el primer tomo con imparable éxito. “En mi arrogancia, daba por hecho que mi obra se valoraría de forma póstuma. El éxito me provocó una crisis. Me empujó a quererme esconder en una ratonera y a desaparecer”, contó Spiegelman, que recién en 1991 sacó el segundo tomo.
Maus tiene al menos tres lecturas posibles, la central es la biografía de Vladek Spiegelman, padre de Art, sus jóvenes y prósperos años en Polonia, su amor con Anja –madre de Art que se suicidó en 1968– y sus terribles días en Auschwitz; luego aparece la dificultosa y exasperante relación entre padre e hijo, quien confesó en algún momento: “No me quería asemejar en nada a él. Me hice artista porque le parecía algo inútil”. Finalmente, en otro plano, se lee el proceso de construcción de la historia, las entrevistas y las crisis de angustia del autor con el tema, el éxito de una tragedia y sus propias raíces.
“El hecho de que tuviera tanta difusión me parece un regalo y un desastre. Me aportó seguridad económica, pero nunca podría haber previsto la carga de intentar no estorbar a la obra. Había contraído una obligación con los muertos”, dijo Spiegelman. “Maus es un complemento perfecto de El Diario de Ana Frank, un hermano mayor y un crecimiento en la lectura para entender un período de la historia que no sólo es crucial, sino que toca muy de cerca a la Argentina, porque la comunidad migratoria de la Segunda Guerra Mundial es muy grande. Es un pedazo de la historia a la que se sigue volviendo y estos relatos tienen la capacidad de abordarla a través de sus protagonistas”, agrega Boido.
Con una primera tirada de reedición de 8500 ejemplares, lo que podría ser una verdadera apuesta a la novela gráfica, Maus es un fenómeno en América latina que se explica no sólo por la profundidad del relato, sino también por lo que les genera a los lectores con su potente representación del Holocausto, un espejo del horror al que se somete la humanidad a sí misma.
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