HISTORIETA › “LA INVASIóN”, DE ARIEL LóPEZ V., EN LA FIERRO QUE SALE MAñANA CON PáGINA/12
Suerte de continuación de “Electroshock”, el ascenso de estos seres sin alma que quieren destruir a la humanidad ocupa las 40 páginas de “Novelas Gráficas Ejemplares”.
› Por Lautaro Ortiz
Es sabido que el holandés Rembrandt ahorraba en luz. La penumbra en sus famosos cuadros no eran sólo un criterio esteticista –prerrogativas del barroco–, sino una consecuencia de los tiempos miserables que corrían por la fría Amsterdam del siglo XVII: las velas eran un lujo para pocos. Casi 400 años después, Damián “El Polaco” Scalerandi (1977), pintor y dibujante de la nueva portada de Fierro –revista que mañana llegará a los kioscos junto a Página/12–, recibió la factura de la electricidad, miró la abultada cifra, y rompió todas las lamparitas de su casa.
Así como “La lección de anatomía del profesor Tulp” (1632) fue un encargo publicitario encomendado por el médico y boticario (Nicolaides de nombre) para que Rembrandt mostrara de qué manera debía operar la burguesía holandesa, algo de Tulp sintió el talentoso Scalerandi cuando recibió el llamado de Fierro para invitarlo a realizar la portada de este mes. Y así como Tulp pidió para escena un cuerpo bien fresco –el campesino Aris Kindt, ahorcado por robo–, Scalerandi solicitó saber cuál era el contenido de esta edición 117, y se le informó: “Santera”, de Alcobre y Zentner; “El señor Rispo”, de Parés; “La Ley Seca”, de El Marinero Turco; y “Zenitram”, de Quattordio-Sasturain. Recién al enterarse de que también forma parte del sumario la segunda entrega de “Novelas Gráficas Ejemplares” –historias de 40 páginas para leer de un tirón– y que la historia, escrita y dibujada por Ariel López V., se llamaba “La invasión” y que trataba de zombis amarillos, el dibujante no dudó en establecer contacto entre aquellos tiempos de penumbrosa miseria con estos tiempos miserables. Con luz eléctrica, Rembrandt sería otro. Y a la luz de la vela, El Polaco se creyó holandés. La transmutación fue exitosa: la descomunal tapa de Fierro muestra a la burguesía asombrada ante un cuerpo amarillo e invasor. Todo un retrato de tiempos presentes.
“¿Cómo calificarlo?”, se pregunta Juan Sasturain en la editorial al referirse al trabajo de Ariel López V. Es que este dibujante ha sabido ilustrar, pintar, animar en todos los que lugares que usted crea: Rolling Stone, Barcelona, THC, Inrockuptibles, y hasta en la revista The New Yorker. Tiene dos libros –Inhumano y Papa Pop– y la productora de animación Caramba Estudio, que trabajaba –antes del corte de luz– para Nickelodeon, MTV, Discovery, Encuentro, Nat Geo y otros.
Ariel López V., parte del elenco más o menos estable de Fierro, ya había sorprendido a los lectores en 2014 con “Electroshock” para el suplemento Fierrito. Ahora vuelve con la misma obsesión para abrir y cerrar la sección “Novelas Gráficas Ejemplares”: una inusitada invasión de zombis.
La llegada de seres extraños caídos del cielo para destruir el mundo toca el corazón de la historieta: Rolo el marciano o el mismísimo El Eternauta –ambos de Oesterheld y Solano– son referencias inolvidables. Sin embargo, mientras la tradición sostiene que lo que viene del afuera acarrea peligro para lo de adentro, a partir de un esquema narrativo propio de las series de terror –un grupo de adolescentes nunca despabilados que van a acampar en tiempo de vacaciones–, Ariel López V. da una vuelta de llave más a la aventura: los seres malignos vienen desinteresadamente a ofrecer la solución de todos los problemas de la raza humana, pero ésta entiende mal el mensaje y al atacarlos provoca el desastre. Error de comunicación, ¿autodestrucción?
Con un lenguaje narrativo que roza la animación y remite directamente a series de terror televisivas clásicas –zombis de pegajosa sangre verde–, el dibujante crea un relato sin respiro, acción pura, que va y viene entre el presente y el pasado de los personajes.
“Esta historia nace de dos factores puntuales –explica López V.–. Primero, por algunas situaciones sociales actuales de los que todos estamos siendo testigos: las erróneas decisiones del colectivo que, en vez de superar los inconvenientes y mejorar condiciones de vida, la agravan. Esas decisiones, nos convierten en los culpables como sociedad de meternos en peores catástrofes: somos nosotros mismos los que las generamos, nos invadimos a nosotros mismos. Y segundo, porque tenía ganas de continuar con ‘Electroshock’. Esa se desarrollaba en un conurbano sci-fi adolescente: recitales dementes, el vagar por las calles sin documentos, terminar durmiendo en una comisaría y sobrevivir en la Tierra siendo una especie de mutante. Eran los recuerdos de pasado de una generación con olor a punk argentino de los ‘80. ‘La Invasión’ viene a completar esa historia, pero desde la perspectiva tremenda del presente. Acá vemos claramente lo que supone el error humano de tomar decisiones apresuradas, de ser egoístas, de seguir la ignorancia...
–¿Son los zombis, entonces, la representación de un error político?
–Son la primera manifestación del error. Son seres sin alma que surgen de las profundidades más aterradoras para eliminar a la humanidad. No quieren que pensemos. Y no pensar nos lleva al temible Apocalipsis. Luego hay otros seres del ultramundo que vienen a destruirnos, que también surgen del error humano, y ninguno de estos engendros despreciables que fueron invocados para salvarnos tiene piedad. No les importa si vivís de este o del otro lado de la General Paz.
–Hay tópicos oesterheldianos evidentes como la lucha en grupo y no la pelea individual…
–Es cierto, eso se dio un poco sin pensar, naturalmente. No me interesan los héroes y cada vez que encaré una historia más o menos larga, apareció el grupo, donde se dan todas las tensiones posibles. No hay en mi trabajo hombres iluminados capaces de resolver el problema, sino errores que desencadenan más errores. De hecho, mi forma de trabajar funciona de esa manera. Me gusta hacerlo en grupo, y recibir opiniones, influencias, aportes, sorprenderme y sumar a medida que aparecen otras ideas. La mayoría de los proyectos que encaro son grupales. En este caso, a medida que avanzaba lo iba compartiendo con Oma, un amigo con el que solemos juntarnos a charlar y revisar los diferentes proyectos. El sumó ideas y diálogos, y me ayudó a darle forma a esta historieta.
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